Durante más de una década, el Papa Francisco no solo lideró la Iglesia Católica, sino que se convirtió en una voz moral del mundo. Con su cercanía, su estilo reformista y su capacidad de conectar con los más humildes, el pontífice argentino cambió el rostro del Vaticano. Pero todo ciclo llega a su fin, y los últimos meses de su pontificado estuvieron marcados por el silencio, la fragilidad física y la expectativa global.
Aunque el Papa Francisco nunca anunció oficialmente su intención de renunciar, como lo hiciera su antecesor Benedicto XVI, el deterioro visible de su salud encendió las alarmas.
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La imagen del Sumo Pontífice en silla de ruedas, con movilidad reducida y cada vez menos actos públicos, hablaba más que mil comunicados. Fuentes cercanas al Vaticano aseguran que desde 2023 ya se evaluaban escenarios para una posible sucesión, sin que ello implicara necesariamente una dimisión.
Internamente, la Santa Sede comenzó a prepararse para lo inevitable. Las reuniones privadas entre cardenales, los movimientos diplomáticos discretos y el fortalecimiento de algunas figuras dentro de la Curia Romana anticipaban un proceso de transición. Francisco, consciente de su papel histórico, no dejó de tomar decisiones clave hasta el último momento: reformas administrativas, mensajes de paz y señales de humildad que marcaron su despedida espiritual.

Cortesía de The Vatican News
Una figura que ganó relevancia en esos últimos años fue la de Robert Francis Prevost. En 2023, el Papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, dos de los cargos más influyentes en la estructura vaticana. Esta relación de confianza, forjada en una visión común de Iglesia inclusiva, cercana a los pobres y enfocada en la justicia social, fue determinante para que el Colegio de Cardenales lo considerara como sucesor natural.
León XIV y Francisco compartían no solo ideales, sino también sensibilidad pastoral. Ambos han abogado por una Iglesia en salida, comprometida con las periferias. En su primer discurso, León XIV agradeció directamente al Papa emérito por su ejemplo y reafirmó su intención de continuar el camino emprendido por su predecesor.
La herencia de Francisco no es sencilla de evaluar. Por un lado, su cercanía con los pobres, su lucha por el medio ambiente, su apertura al diálogo con otras religiones y su discurso social dejaron huella. Por otro, sus reformas provocaron divisiones profundas dentro del clero, especialmente entre los sectores más conservadores que lo vieron como un líder ‘demasiado progresista’.
El final del pontificado de Francisco no solo marca un punto de inflexión para el Vaticano, sino para la Iglesia Católica global. Con casi 1.400 millones de fieles en todo el mundo, el nuevo Papa ha heredado una institución necesitada de renovación, pero también de estabilidad.