Escrito lunes, 18 de mayo del 2020
Ninguno de ustedes se hubiera imaginado que su ceremonia de graduación sería así. Quizás con toga y birrete y junto a sus seres queridos. Pero en sus casas. Lejos de sus centros de estudios y sin estar rodeados de sus compañeros de clases y sus profesores. Nunca ha habido una graduación así. Una graduación por Internet.
Pero ni la pandemia ni el distanciamiento social pueden restar brillo a lo que acontece hoy. Ustedes han completado un importante capítulo de sus vidas y están comenzando otro. Tienen derecho a sentirse orgullosos.Yo les aseguro que valió la pena su esfuerzo. Deben también sentir agradecimiento a sus familias, a sus profesores y a todos quienes les ayudaron a cumplir esta meta.
Les cuento que hace 24 años, el Recinto de Ponce de la Universidad Interamericana de Puerto Rico me invitó a que pronunciara el discurso principal en la ceremonia de graduación de ese año de esa prestigiosa institución. Yo me sentí honrado y acepté de inmediato, ya que tengo un sincero amor por Puerto Rico, su historia, su cultura y, muy especialmente su pueblo. Tengo raíces familiares paternas en la Isla del Encanto. Ademas, nací y viví mis primeros años en Cuba y allí mis mayores y mis maestros me inculcaron siempre que, como decía la poetiza boricua Lola Rodríguez de Tió, «Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas/ reciben besos y balas/ en el mismo corazón.»
Sentí un gran orgullo, pero en realidad no comprendía la razón por la cual me habían seleccionado a mi para pronunciar aquel discurso de graduación. Sorpresivamente, quienes me invitaron me dijeron que era que muchos de los estudiantes y profesores admiraban mi trabajo como periodista. Me sugirieron que hablara con el corazón y que lo hiciera como si le estuviera conversando al joven que fui a los 21 años.
Les cuento que la vida me ha enseñado mucho. Mi larga vida me ha confirmado que hay recompensa para quienes la viven con honor, decencia, honestidad, ideales, solidaridad, compasión, agradecimiento y apego a la verdad. Esas son las cualidades de las personas que yo más he admirado, desde figuras famosas que conocí como un periodista que cubrió noticias en más de 50 países, hasta familiares, amigos, colegas, vecinos y gente de todos los estratos sociales que conocí alrededor del mundo.
Hay muchas maneras de definir el éxito. Una de ellas es poder alcanzar la fama, la riqueza y el poder. Esas no son metas despreciables, pero nos eluden a muchos de nosotros. Por otra parte, todos tenemos la capacidad de vivir con principios, hacer el bien y ser lo suficientemente nobles como para perdonar, tanto al prójimo como a nosotros mismos. Esa también es una forma de definir el éxito.
Queridos graduandos, ustedes irán ahora a la conquista de sus sueños. Lo hacen en un mundo en guerra contra un enemigo invisible que está causando enfermedad, muerte y terribles estragos económicos. Pero no teman a la adversidad. Llenen siempre sus vidas de esperanza, alegría , y sobre todo de amor, que es el manantial de donde fluye todo lo bueno. Serán recompensados. Y piensen que la educación no termina con una ceremonia de graduación. Nunca dejen de ser curiosos e imaginativos, lean mucho, escuchen a las personas sabias y buenas. nunca dejen de aprender de esa gran maestra que es la vida.
Yo los felicito. Por todo lo que han logrado hasta ahora y por lo que seguirán logrando en el futuro. Y les agradezco esta oportunidad de poder hablarles a ustedes y a ese joven que fui a los 21 años.
Les deseo mucha suerte.