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Venezuela: pese apatía, oposición busca triunfo en comicios regionales

por actualidad

En esta foto del 7 de octubre de 2017, el candidato opositor al gobierno del estado de Miranda, Carlos Ocariz, habla con una mujer durante un acto de campaña en Guarenas, en las afueras de Caracas, Venezuela. Entre la frustración y el descontento que dejaron las protestas de los últimos meses, unos 18 millones de venezolanos están convocados a votar en los comicios de gobernadores, un proceso percibido como una oportunidad para perfilar al país hacia una salida pacífica a la crisis económica y política. (AP Foto/Fernando Llano)

Caminando presuroso bajo un sol abrasador, el candidato opositor a la gobernación del estado venezolano de Miranda agota sus últimos esfuerzos por animar a unos transeúntes apáticos a votar en las elecciones regionales del domingo, en las que oficialismo y oposición medirán sus fuerzas.

El acto político se ve interrumpido por un grito solitario.

«¡Vendido!», le lanza un joven desde un pequeño automóvil en movimiento. El candidato Carlos Ocariz finge que no escucha y la escena deja al descubierto la tensión y el rechazo de Venezuela hacia su dirigencia política tras las protestas antigubernamentales que en meses pasados dejaron al menos 120 muertos y casi 2.000 heridos.

Unos 18 millones de electores fueron convocados en la más reciente campaña electoral para participar en los comicios en los que se elegirán gobernadores de 23 estados, con excepción de la capital, donde no habrá elecciones porque solo hay alcaldes. El proceso se percibe como una oportunidad para encarrilar al país suramericano hacia una salida electoral y pacífica a la crisis económica y política.

Hoy la oposición gobierna en tres estados —Miranda, Lara y Amazonas— y las proyecciones arrojan que podría ganar entre 13 y 18 gobernaciones en total. Uno de los rostros opositores más visibles es justamente el del gobernador actual de Miranda, Henrique Capriles, quien fue inhabilitado por la Contraloría General para volver a contender por los próximos 15 años. Sin embargo, él había descartado volver a postularse de antemano, dado que rechaza la reelección indefinida permitida por ley.

Para algunos venezolanos la votación será una nueva expresión de las protestas, otros han dicho que no acudirán a las urnas, mientras hay quienes sí participarán pese a su molestia contra la dirigencia opositora por considerar que los dejaron solos en medio de la peor crisis del país.

Luego de cuatro meses y medio de manifestarse contra el gobierno en las calles, Yraide Albano, una abogada de 51 años, admitió que en un principio se sintió deprimida por el fracaso de ese proceso, pero sostuvo ha logrado reponerse y ahora ve las elecciones del domingo como un nuevo objetivo de lucha.

“Decidí seguir luchando, seguir en la calle, y seguir la vida normal”, dijo. Albano comentó que uno de sus hijos aún sigue muy decepcionado por el fracaso de las protestas y está reacio a participar en los comicios de gobernadores, pero espera convencerlo, porque para ella el voto “es lo único que tenemos”.

Vencer la frustración y la desesperanza que dejaron las protestas, que se extendieron entre abril y julio, se ha convertido en el mayor reto de la dirigencia política venezolana. Algunas de las principales encuestas locales apuntan a que la abstención podría rondar entre 40% y 50%, lo que dejaría al oficialismo y la oposición con poco margen de maniobra para ganar las 23 gobernaciones.

«El gobierno y sus cómplices no quieren que la gente vote. Ellos quieren que la gente se quede en sus casas frustrada y deprimida», afirmó Ocariz, actual alcalde del municipio capitalino de Sucre, quien lucha por ganar la gobernación del estado Miranda, uno de los más importantes del país y uno de los pocos bastiones que le quedan a la oposición.

El dirigente admitió en entrevista con The Associated Press que en la campaña de escasas tres semanas no sólo tuvo que lidiar con la falta de recursos —en contraste con las ventajas de las que goza el oficialismo en el uso de los medios estatales— sino también con el descontento de la población que se siente defraudada por los opositores, quienes no han logrado un cambio político y una salida a la crisis que se planteó al impulsar las protestas.

Ocariz, de 46 años, dijo que entiende la frustración de la gente, pero sostuvo que lo único que queda es seguir resistiendo y “el voto es un mecanismo de resistencia».

En este proceso la oposición también ha tenido que enfrentar algunos obstáculos impuestos por las autoridades electorales, como la reubicación, pocos días antes de la consulta, de más de un centenar de centros de votación donde tradicionalmente ganaba la oposición y la negativa de sustituir a los candidatos que se retiraron de la contienda electoral, lo que podría generar confusión entre los votantes y numerosos votos nulos.

El oficialismo tampoco tendrá un camino fácil para atraer el interés hacia las urnas.

A bordo de una lujosa camioneta, entre los gritos de adolescentes frenéticas, el candidato oficialista Héctor Rodríguez —que como Ocariz aspira a la gubernatura de Miranda— llega hasta la populosa barriada de Petare, al este de la capital venezolana.

Esta vez no lleva su característica indumentaria roja —propia del chavismo—, sino que viste una camisa celeste y jeans.

«Tenemos que ir a sacar a votar a todas las comunidades, a todas las mujeres, a todos los trabajadores, a toda la juventud. Que no se nos quede ni una sola persona sin votar, que bajemos la abstención», afirma en medio de una concentración.

Como él, otros oficialistas se muestran preocupados.

«Nosotros reconocemos que la opinión política, la amenaza, incide en la decisión de la gente», afirmó Luis Figueroa, jefe del comando oficialista en Miranda, al reconocer que muchos venezolanos agobiados por la crisis castigarán a los políticos en estas elecciones.

Figueroa atribuyó la decisión de Rodríguez de evitar el color rojo en su ropa, pancartas y afiches para desarrollar una publicidad incluyente. «Si alguien pretende que los colores nos separen pues ahí estamos con el color de la bandera de Miranda», acotó.

El gran ausente de la campaña fue el presidente Nicolás Maduro, quien incluso aprovechó el periodo para hacer una gira por Rusia, Turquía, Argelia y Bielorrusia.

El analista político Edgard Gutiérrez atribuyó la ausencia de Maduro, cuya popularidad ronda 20%, a la dificultad de que un político que despierta rechazo pueda generar atracción en favor de nuevos candidatos. «En vez de representar un ‘plus’, es una suerte de submarino».

El analista descartó que estos comicios puedan generar cambios significativos en la crisis venezolana, y dijo que dependiendo de los resultados sólo podrían tener alguna influencia en el tablero de las negociaciones que adelantan el gobierno y la oposición para un eventual proceso de diálogo.

Aunque según Gutiérrez algunos estudios revelan que hay un descontento contra la dirigencia opositora, el mayor rechazo lo concentra Maduro y esto podría convertirse en un móvil para que los electores salgan a votar para castigar al gobierno. “El voto no es a favor de los candidatos (opositores), el voto es contra el régimen”.

En las elecciones de diciembre de 2015 la oposición ganó el control de la Asamblea Nacional, que por 17 años estuvo en manos del oficialismo. El triunfo opositor desató una intensa pugna entre el Congreso y el resto de los poderes públicos, controlados por el oficialismo, que se intensificó con la elección e instalación de la Asamblea Constituyente, que también dominada por el oficialismo asumió en agosto las competencias legislativas del Congreso y lo dejó prácticamente inoperante.

Maduro anunció el jueves que los gobernadores electos deberán subordinarse a la Asamblea Constituyente, que la oposición desconoce, lo que presagia que tras la votación se intensificarán las tensiones políticas.

Las elecciones regionales, inicialmente previstas para finales de 2016, fueron postergadas por el Consejo Nacional Electoral para diciembre de este año, pero la Constituyente decidió adelantarlas.

 

Fuente: Associated Press

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