El líder del rebelde congreso venezolano tiene un mensaje para los capitalistas del mundo: que lo piensen dos veces antes de firmar otro cheque para el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
En medio de las protestas contra Maduro que están sacudiendo Venezuela, que dejaron 20 muertes y docenas de detenidos en las últimas tres semanas, la oposición intenta movilizar a la comunidad internacional contra el actual gobierno socialista.
El presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, ha enviado más de una docena de cartas a importantes bancos globales advirtiendo del riesgo para su reputación y sus resultados si ayudan a Maduro en su intento de apuntalar una economía aquejada por la escasez generalizada de alimentos y otros productos al mismo tiempo que evita una suspensión de pagos a sus acreedores internacionales.
«El gobierno nacional, a través del banco central, va a intentar cambiar oro de la reserva nacional por dólares para mantenerse en el poder de forma anticonstitucional», indicó una misiva enviada el jueves a John Cryan, director general de Deutsche Bank. «Tengo la obligación de advertirle de que al apoyar este canje de oro, usted estaría actuando en favor de un gobierno reconocido como dictatorial por la comunidad internacional».
Las cartas forman parte de la misma estrategia que una ley aprobada hace poco en el congreso, controlado por la oposición, que anula cualquier emisión de deuda del gobierno que no esté aprobada de forma explícita por los legisladores, explicó Borges en una entrevista el viernes.
La desesperada necesidad de financiamiento de Maduro ha pasado casi desapercibida ante la oleada de protestas que desencadenó una decisión del mes pasado del Tribunal Supremo de Venezuela de despojar al congreso de sus competencias. El fallo, que fue revocado tras una avalancha de críticas internacionales, respondía al rechazo de la Asamblea a una propuesta que permitiría a la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) formar emprendimientos conjuntos con socios extranjeros afines como la rusa Rosneft.
Venezuela, situada sobre las reservas petroleras más grandes del mundo, está considerada desde hace tiempo como una emisora fiable de deuda y ha logrado mantenerse como una de las naciones favoritas de Wall Street incluso cuando el expresidente Hugo Chávez emprendió una campaña de nacionalizaciones que afectaron a fábricas y campos petrolíferos de compañías extranjeras como Exxon y Clorox. General Motors se sumó esta semana a otras firmas estadounidenses que abandonaron Venezuela después de que su planta de montaje, sus cuentas bancarias y otros activos fueron intervenidas por una decisión judicial en favor de un exdistribuidor de GM.
Pero ante la caída de los precios del crudo desde que Maduro asumió el cargo en 2013, las reservas de divisas del país se han desplomado a 10.000 millones de dólares, el mínimo en 15 años. En torno a un 75% de eso está en forma de lingotes de oro, debido a la fijación de Chávez por los lingotes frente al dólar «imperialista». El país tiene deudas que vencen este año por valor de unos 6.000 millones de dólares.
Sin embargo, y al mismo tiempo que busca financiamiento, el gobierno se las arregló para donar 500.000 dólares a los actos de investidura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a través de la filial estadounidense de Petróleos de Venezuela, Citgo, según revelaron esta semana registros federales sobre las elecciones.
Borges describió esa donación como un «hipócrita» intento de Maduro de ganarse el favor de Trump con la esperanza de que el gobierno republicano sea laxo ante los abusos de derechos humanos. Varios funcionarios del gobierno han sido blanco de sanciones estadounidenses, algunos desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, como es el caso del vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, al que Washington acusa de supuesto tráfico de drogas.
«Tienen terror a Estados Unidos», dijo Borges. «Ellos quieren mostrar como una revolución romántica, pero son unos revolucionarios de Mickey Mouse. Tienen todas las casas en Orlando (Florida), tienen todos los bienes en Estados Unidos, apartamentos en Nueva York y donan, de un país que está muriendo de hambre, unos 500.000 dólares».
Borges, abogado y que estudió filosofía en el Boston College, entró en política impulsado por un popular programa de televisión. Poco después de que Chávez fuera elegido presidente en 1999, fundó el partido Primero Justicia junto con los dos políticos opositores más destacados de la última década en el país: Henrique Capriles, candidato a la presidencia en dos ocasiones, y el activista ahora encarcelado Leopoldo López.
En su papel como coordinador del partido, Borges es conocido como un estratega tranquilo y voz de la moderación, que se siente más cómodo en un segundo plano.
Pero con López entre rejas y Capriles inhabilitado hace poco para ejercer un cargo público durante 15 años, Borges se ha visto arrojado bajo los focos y ha adoptado una postura más combativa. Es el segundo en la línea de sucesión al gobierno por detrás de El Aissami y ha liderado con otros legisladores las últimas protestas, rechazando varias invitaciones de Maduro de reanudar las negociaciones que colapsaron el año pasado.
En su oficina cuelga una fotografía de Alemania en 1936, en la que se ve a un trabajador llamado August Landmesser de pie en medio de una multitud, negándose a realizar el saludo nazi. Es un modelo de valentía que Borges dice debería inspirar a los miembros de las fuerzas armadas que han empleado gases lacrimógenos y balas de goma contra manifestantes desarmados.
Borges dice que la paciencia que ha tenido en la larga batalla contra Maduro la aprendió en casa como padre de cuatrillizos, que ahora tienen 9 años.
«Ojalá fuera como un niño, porque a veces es de una frialdad y una indiferencia que no es ni siquiera de un niño», comentó Borges sobre Maduro. «Un niño tiene un sentimiento, le duele la muerte de la gente, que la gente sufre».
Esta retórica tan agresiva parece haber tocado a Maduro. Casi a diario desde el inicio de las protestas, el presidente ha acusado al líder del congreso de ser el «jefe» de un intento de golpe de Estado. Y Borges es casi sin duda un objetivo prioritario del «Manual del combatiente revolucionario» que los miembros destacados del gobierno promocionan en la televisión estatal como una especie de lista de enemigos que contiene las direcciones y datos personales de líderes de oposición.
«Después no te quejes cuando te llegue la justicia. Julio Borges, te lo estoy diciendo con tiempo», dijo esta semana Maduro, agitando el puño, en un mitin ante partidarios del gobierno.
Borges señaló que lejos de asustarlo, estos ataques y el hecho de que el gobierno recurra cada vez más a la fuerza para aplastar las protestas son un indicio de su creciente debilidad.
«El voto al final es la ‘kriptonite’ para este gobierno», dijo. «Nosotros tenemos que seguir insistiendo porque eso es la solución última para verdaderamente tener un cambio en el país».
Fuente: AP