BOGOTA, Colombia (AP) — El vicepresidente colombiano Angelino Garzón dijo el martes que considera renunciar debido a su estado de salud y que sólo espera que el Congreso o el mandatario Juan Manuel Santos le pidan el cargo.
Garzón, de 65 años, a la salida de un hospital en Bogotá donde se somete a sesiones de radioterapia por un tumor cancerígeno en la próstata, no explicó a reporteros las razones por las que quiere esperar a que le pidan la renuncia en cambio de presentarla directamente.
Sólo agregó que si Santos o el presidente del Congreso, senador Roy Barreras, le solicitan la dimisión «yo se los agradecería casi arrodillado porque eso me ayudaría» porque el «tiempo necesito dedicárselo a la recuperación de mi salud y a la recuperación de la salud de mi esposa» Monserrat Muñoz, quien fue operada recientemente para extirparle un riñón debido al cáncer.
La eventual salida del funcionario está lejos de representar una crisis política para el país y sólo brinda la oportunidad a Santos, de 61 años y quien fue operado el 3 de octubre exitosamente también de un tumor cancerígeno no agresivo en la próstata, de sugerir a sus bancadas candidatos para acompañarlo el resto del mandato e incluso en una eventual reelección, dijo en diálogo telefónico con The Associated Press el abogado y analista político Juan Manuel Charry, experto constitucionalista.
Santos no ha dicho aún si buscará un segundo gobierno de cuatro años en los comicios de 2014.
Si se concreta la salida de Garzón del cargo, el Congreso deberá elegir a un sucesor para el resto del mandato, que culmina en agosto de 2014. Los candidatos a sucederlo deberán ser postulados por los legisladores, en una votación que se decide por mayoría simple y los aspirantes deberán ser del mismo partido del presidente Santos, el Partido Social de Unidad Nacional o Partido de la U, explicó Charry.
El Congreso mismo decida la fecha de la votación, agregó Charry.
Garzón ha padecido distintos problemas de salud: el 9 de agosto de 2010, dos días después de asumir el cargo con Santos, sufrió una angina de pecho y debió ser operado a corazón abierto para colocarle cinco puentes coronarios para facilitar el flujo de sangre de arterias obstruidas.
Tras su recuperación, Garzón –echando mano de su experiencia como ex líder sindical– se convirtió en el principal apaga fuego de Santos en las huelgas de trabajadores del transporte o de campos petroleros. Pero más tarde, criticó abiertamente iniciativas como una eventual reforma a la edad de jubilación y se quejó por considerar muy pequeños los ajustes propuestos al salario mínimo, que acuerda cada año el gobierno.
Con tales críticas, Garzón se volvió incómodo políticamente para el gobierno y dentro del Congreso hay sectores que desde el inicio de sus padecimientos de salud vieron una oportunidad para presionar su salida, dijo Charry.
Vicente Torrijos, profesor de política en la Universidad del Rosario, en Bogotá, dijo que los manejos legislativos por el caso del vicepresidente «es una situación de una dosis altísima de oportunismo político».
«Hay un sector muy reducido del Congreso que se ha empeñado en buscar de alguna forma la renuncia o la destitución de Garzón» debido a sus posturas, destacó Torrijos en entrevista telefónica.
En junio Garzón sufrió un accidente cerebrovascular del cual se recupera, según sus médicos. El pasado 22 de octubre, Garzón reveló en un comunicado que le fue detectado un pequeño tumor cancerígeno no agresivo en la próstata y que ya había comenzado un tratamiento de 39 sesiones de radioterapia.
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