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Accidente de Amuay deja al descubierto debilidades en PDVSA

por actualidad

CARACAS (AP) — El accidente ocurrido en la refinería de Amuay dejó a la corporación estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) ante un dilema: seguir adelante con el financiamiento de los programas estatales, que impacta su flujo de caja; o concentrarse en las actividades medulares para levantar la producción y aminorar el riesgo de nuevos siniestros.

A menos de 40 días de las elecciones presidenciales para los analistas resulta poco probable que el presidente Hugo Chávez, quien está optando a la reelección, realice un viraje en su modelo, que se basa en exprimir los ingresos de PDVSA para financiar los diversos programas estatales que son el sustento de su campaña electoral.

Aunque las autoridades han descartado que la emergencia generada en Amuay pueda originar problemas de desabastecimiento de combustible, los analistas coinciden que el primer impacto del accidente se sentirá en el ya resentido sistema refinador venezolano lo que podría obligar al gobierno a incrementar las importaciones petroleras.

El gobierno defiende los llamados «aportes sociales» que realiza PDVSA a los programas estatales asegurando que eso forma parte de la misión de la corporación dentro del proyecto socialista que impulsa Chávez.

Los analistas sostienen que el hecho de que la empresa estatal destine ingentes ingresos para las llamadas «misiones», fuera de los aportes al Fisco, incide en sus finanzas y desvía la atención de su negocio.

De 1.570 millones de dólares que dispuso PDVSA para las misiones en el 2004, año del lanzamiento de esos programas, esos aportes alcanzaron en el año pasado los 10.400 millones de dólares, según los informes de gestión de la empresa.

Para una corporación como PDVSA, que registró el año pasado ingresos por 124.754 millones de dólares, los «aportes sociales» podrían no generar mayor impacto en sus cuentas, pero al observar el creciente endeudamiento en el que ha incurrido la empresa en los últimos años, así como las importantes obligaciones que mantiene con sus proveedores, surgen dudas sobre sus finanzas.

En los últimos seis años PDVSA ha elevado doce veces su deuda financiera para llevarla en el 2011 a 34.892 millones de dólares, mientras que las obligaciones con los proveedores cerraron el año pasado en 12.376 millones de dólares.

El director de la firma local de análisis financiero Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, afirmó que la corporación está sometida actualmente a una «presión de parte del Ejecutivo» que implica una «extracción de recursos muy alta» que ha originado «el deterioro que ha tenido PDVSA en actividades de refinación».

Oliveros dijo a la AP que PDVSA ha concentrado sus inversiones en la producción para evitar que un declive, «pero ha descuidado otras actividades entre ellas la refinación».

El gobierno sostiene que PDVSA genera 3 millones de barriles al día, y que la meta es elevar la producción en 500.000 barriles adicionales a finales de año. Estas cifras distan de las que ofrece la Organización de Países Exportadores (OPEP) que asegura que el país para julio estaba generando 2,36 millones de barriles diarios.

El analista señaló que ante la proximidad de las elecciones no vislumbra que el gobierno vaya aminorar la «presión fiscal» sobre PDVSA. lo que le permitiría tener mayor disponibilidad de recursos para concentrarse en su negocio.

El presidente del grupo local de asesoría Petróleo YV, Juan Carlos Sosa, afirmó que el incidente de Amuay ratifica las diversas críticas que se vienen haciendo desde hace años sobre el manejo de PDVSA y los problemas que padecen actividades fundamentales como la refinación.

Sosa planteó que las debilidades que enfrenta el sector refinador venezolano se evidencian en el creciente aumento de las importaciones de combustible que viene haciendo PDVSA en los últimos años.

En el primer semestre de este año las importaciones petroleras de Venezuela alcanzaron los 4.905 millones de dólares, superando en 86% las compras externas que se hicieron en ese mismo período del año pasado que fueron de 2.634 millones de dólares, de acuerdo a datos oficiales.

Venezuela importó de Estados Unidos en abril 54.000 barriles diarios de productos para uso automotor, cifra que supera en 38,4% el promedio del mismo período del 2011, según registros de la Administración de Información de Energía del Departamento de Energía (EIA por sus siglas en inglés).

Los analistas asocian el incremento de las importaciones de combustible al aumento de la demanda generada por el crecimiento del parque automotor y los nuevos requerimientos de las plantas termoeléctricas que se instalaron en el país tras la crisis eléctrica del 2010, pero reconocen que las debilidades en el sistema refinador también están incidiendo.

Sosa expresó a la AP que la situación ocurrida en Amuay, que es la mayor refinería del país con una capacidad de generación de unos 600.000 barriles, aunque sea superada en breve tiempo obligará a unos procesos de revisión y reconstrucción que afectarán sus operaciones.

«Evidentemente eso (los problemas Amuay) va a generar en el país mayores problemas de suministro de los que ya existe», indicó el analista al asegurar que esa situación podría llevar a incrementar las importaciones de combustible, lo que golpeará las finanzas de la corporación.

PDVSA pierde millonarias sumas por la venta de la gasolina, que es la más barata del mundo, la cual se comercia a un precio subsidiado de dos centavos de dólar el litro.

Las autoridades descartaron esta semana que la situación ocurrida en Amuay pueda generar problemas de desabastecimiento debido a que disponen de unos 4,3 millones de barriles de combustibles en inventarios, además de que el resto del sistema refinador esta produciendo unos 735.000 barriles diarios.

Asimismo, el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, negó la posibilidad que se pueda recurrir a nuevas importaciones para cubrir la demanda local de gasolina que está en el orden de unos 280.000 barriles por día.

El siniestro de Amuay, en el que murieron 41 personas y otras 151 resultaron heridas convirtiéndose en la mayor tragedia ocurrida en un complejo petrolero venezolano, dejó al descubierto una serie de vulnerabilidad que enfrenta PDVSA a lo interno.

Denuncias sobre debilidades en los sistemas de contingencia y en los procesos de mantenimiento, y fallas en el manejo gerencial de la corporación, son los principales cuestionamientos que opositores y analistas han realizado contra la corporación tras la explosión por una fuga de gas que se registró el 25 de agosto en el área de almacenes de Amuay.

Desde el gobierno se ha rechazado los señalamientos contra la corporación asegurando que hasta que no se culminen las investigaciones no se puede hablar de deficiencias en el mantenimiento y en los planes de contingencia, pero no se ha logrado amainar las dudas.

El vicepresidente de refinación, comercio y suministro de PDVSA, Asdrúbal Chávez, afirmó esta semana que la corporación ha invertido en los últimos cinco años 6.000 millones de dólares en mantenimiento.

En la Memoria y Cuenta de la corporación del 2011, difundida esta semana por medios locales, se reconoce la existencia de dificultades y de retrasos en los mantenimientos de las refinerías y demás plantas del país.

Javier Larrañaga, ex subgerente del Centro de Refinación de Paraguaná (CRP), del cual forma parte Amuay, dijo a la AP que hasta que no se conozcan los resultados de las investigaciones no se puede hablar con precisión de las causas del siniestro, pero manifestó dudas por los más de tres días que duró el incendio en dos de los tres tanques de combustible debido a que las instalaciones del complejo fueron diseñadas para controlar ese tipo de accidentes en menos de ocho horas.

Larrañaga, quien fue uno de los 18.000 empleados de PDVSA que fue despedido en el 2003 por apoyar un paro, cuestionó las medidas de contingencias que se aplicaron en este caso señalando que en el CRP se diseñó un plan para desalojar rápidamente las comunidades cercanas y las instalaciones.

El ex gerente petrolero admitió que aun no comprende cómo luego que se detectó la fuga pasó más de una hora antes de la explosión sin que se activara la evacuación del comando de la Guardia Nacional y las comunidades cercanas.

Larrañaga recordó que para atender las fugas de gas el CRP disponía de un sistema que generaba una «cortina de humo de agua» que confinaba los gases y permitía la rápida evacuación de los alrededores.

«El sistema de control y respuesta de emergencia no se activó, o se activó y no resultó», agregó.

 
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