“Se agolpan en realidad una cantidad de sentimientos, sobre todo, la nostalgia, el recuerdo de que son 30 años, es mucho tiempo, tengo 65 años, en ese tiempo era un muchacho. Han pasado muchas cosas, mucho tiempo, pero una guerra marca para siempre, para bien o para mal, eso está en el espíritu de cada uno. Fu un hito histórico, fue tal vez un momento en todo el siglo XX donde todos los argentinos estuvimos sintiendo lo mismo al mismo tiempo, primero la alegría de haber recuperado las Malvinas y luego la desazón por la derrota militar”.
Con respecto a los motivos del gobierno para llevar adelante esta guerra: “Son elucubraciones, se lo atribuyen al etilismo del General Galtieri. Ahora ya está muerto, él tuvo su momento en la historia, él tomó esa decisión. Esa decisión estaba latente en el corazón de todos los argentinos y en ese momento nadie objetó. Algunos sí, que habíamos leído un poco de historia, nos dimos cuenta en el acto que esto iba a ser difícil y que iba a acarrear problemas”.
“Nosotros sabemos que la señora Thatcher era consumidora de la misma substancia y si hubiera salido al revés los ingleses dirían lo que pasa es que esta señora bebía. No fue así, pero yo creo que en la historia hay momentos en que se presenta todo un movimiento y después el que lo sabe manejar mejor es el que tiene el éxito, pero mientras tanto, subyaciendo está todo lo que es el sentimiento de un pueblo, está todo el fenómeno del imperialismo que no cesa y está el hecho concreto de una usurpación”.
“Las Islas Malvinas funcionan como un enorme buque anclado en el sur del mundo desde donde se puede dominar el pasaje del Atlántico al Pacífico y desde donde se puede proyectar todo el poderío militar hacia distintos lugares. Lo mismo se puede proyectar el dominio de la Antártida también que no es nada despreciable”.
