Según lo que se describe Iván Simonovis, Ronald Ojeda fue enterrado vivo, lo cual es una operación de secuestro muy inusual. El hecho de que su cadáver aparezca con signos de asfixia mecánica es aún más extraño, ya que no se conoce ningún caso en el que un grupo criminal asfixie a su víctima de esa manera. Los únicos que podrían haber estado interesados en desaparecer a Ojeda son los del régimen, y esto es coherente con sus acciones previas, como el caso del teniente Caldera. Presumo que se dieron cuenta de que era complicado mantenerlo oculto, especialmente después de que el Gobierno de Chile levantara la alarma.
Aunque hay un nuevo sospechoso, es difícil creer que esto esté vinculado con el Tren de Aragua.
El régimen está actuando a nivel internacional, como lo demuestran otras actividades en otros países donde han intentado neutralizar a personas. Los únicos interesados son ellos, ya que Ojeda era parte de un grupo disidente del régimen. Esto es sumamente preocupante y grave.