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Exembajador: tras denunciar a Ortega «me siento libre»

por actualidad

El nicaragüense Arturo McFields llevaba 15 días con un peso “en el corazón”, hasta que se lo quitó de encima cuando, como embajador de su país ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), denunció públicamente que su propio gobierno era “una dictadura.”

“Sentí que me quité un yunque del alma”, dijo McFields a The Associated Press el jueves en una entrevista telefónica. “Me siento libre. Siento que puedo mirar a mi hija a los ojos. Puedo verme en el espejo.”

McFields pidió la palabra el miércoles por la mañana durante una reunión rutinaria y virtual del Consejo Permanente de la OEA para hablar sobre otros temas y dijo que hablaría en nombre de “más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida en mi país desde 2018”

“Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible”, sostuvo el nicaragüense, quien hasta ahora había defendido al gobierno de Daniel Ortega en debates llevados a cabo en el organismo hemisférico.

Su discurso se propagó rápidamente por las redes sociales y forzó la emisión de un comunicado por parte del gobierno de Ortega que decía que McFields “no nos representa, por lo cual ninguna declaración suya tiene validez.” El jueves el gobierno nicaragüense dijo que dejaba sin efecto el nombramiento de McFields y que designaba como su embajador ante el organismo a Francisco Campbell Hooker.

El nicaragüense dijo el jueves que no le había dicho a nadie lo que planeaba hacer, sólo a su esposa. Ahora enfrenta una «campaña de desprestigio que arrancó ayer mismo en mi contra.»

McFields explicó que alrededor de 2018, cuando estallaron en Nicaragua protestas en las que murieron decenas de personas, empezó a sentir que su gobierno podía tomar caminos distintos. En aquel momento era agregado de prensa de la embajada nicaragüense en Washington y luego primer secretario.

“En el último año y medio es que a mí se me promociona a ministro consejero y después a embajador, pero yo siempre tuve cargos menores hasta hace año y medio”, dijo.

La “gota que derramó el vaso”, dijo McFields, fue el caso de Tamara Dávila, una feminista que lleva presa nueve meses sin poder abrazar a su hija de cinco años. Él tiene una hija de la misma edad. «Eso me quebrantó. Me conmovió demasiado. Me puse a llorar”, aseguró.

Varios miembros de la comunidad internacional piden desde hace meses a Nicaragua que libere a todos los opositores al gobierno de Ortega, quien se declaró ganador de las elecciones del 7 de noviembre. En los comicios, el presidente logró un cuarto mandato consecutivo, el segundo junto a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.

El gobierno de Nicaragua anunció en noviembre que se retiraba de la OEA, el organismo que reúne a 34 países de las Américas. El ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Denis Moncada, dijo en ese momento que su país se desvinculaba de la entidad por “sus reiteradas acciones injerencistas”, pero la salida del organismo puede tomar meses debido a procedimientos protocolares y acuerdos que deben cumplirse.

McFields, de 46 años y que reside en Washington DC desde 2011, es hijo del exembajador sandinista en África, David McFields, quien estuvo en Angola durante la guerra civil en ese país. McFields hijo fue periodista para medios oficialistas hasta que incursionó en la diplomacia en el cuerpo de paz de Noruega y luego llegó a Washington. Es el primer afrodescendiente en representar a Nicaragua ante la OEA.

McFields dijo que técnicamente sigue siendo embajador porque no ha sido desacreditado ante la OEA ni ante el Departamento de Estado estadounidense.

Prefirió no revelar si ha pedido asilo a Estados Unidos y dijo que está considerando sus opciones. El gobierno de Ecuador le ofreció asilo, explicó. Sus últimas horas han consistido en estar pegado al teléfono recibiendo llamadas en reacción a su discurso.

Lo que sí tiene es un mensaje claro para los funcionarios del gobierno de Ortega: “Pierdan el miedo y no pierdan la esperanza. Hablen porque están inconformes. Están cansados.”

“Hay un cansancio, una tristeza muy profunda. Hay funcionarios que se están yendo, pero se van calladitos”, dijo McFields. “No alzan su voz… Ayer se inició el germen de algo bueno en Nicaragua”.

Fuente: AP

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