Los casi dos años transcurridos desde que Estados Unidos y Cuba anunciaron la normalización de sus relaciones no han supuesto avances en la situación de los derechos humanos en la isla, dijo el sábado el secretario de la Oficina de Derechos Humanos y Democracia del Departamento de Estado, Tom Malinowski.
Un día después de que se celebró en La Habana la segunda ronda bilateral sobre este asunto, Malinowski expresó en un encuentro con periodistas que la situación en materia de derechos humanos sigue siendo «bastante pobre» y puso como ejemplo el aumento de las detenciones arbitrarias de corta duración en el último año.
Según datos de la disidente Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), en septiembre pasado se produjeron al menos 570 arrestos arbitrarios en la isla, cifra que representa un aumento respecto a las 517 registradas en agosto.
«No me sorprende particularmente, dudo que alguien esperara que el anuncio del deshielo pudiera en sí mismo conducir a algún cambio fundamental» en Cuba, señaló el alto funcionario de EEUU.
A su juicio, «el cambio que se necesita en términos de respeto a los derechos humanos» solo puede provenir de dentro de la isla, «de una interacción entre el pueblo cubano y su propio Gobierno».
Frente a la ausencia de cambios en ese ámbito, el más delicado en la nueva relación bilateral, Malinowski consideró que las nuevas políticas de Washington hacia la isla desactivan cualquier argumento por parte del Gobierno cubano a la hora de culpar a EEUU de los problemas económicos del país caribeño.
«Está claro que el presidente (Barack) Obama y EEUU están haciendo todo lo posible para eliminar aquellas restricciones que dificultaban que los ciudadanos cubanos se beneficiaran del comercio, las inversiones y otras cosas que estaban prohibidas bajo el embargo», refirió.
El deshielo «obviamente» ha aumentado las expectativas del pueblo cubano, que «lógicamente» busca la prosperidad y la oportunidad de viajar y estar conectado con el resto del mundo.
«Eso crea una dinámica en la que hay expectativas más altas y queda claro que solo el Gobierno de Cuba puede tener éxito en responder a esas expectativas», agregó.
Para que el pueblo cubano pueda beneficiarse de las medidas de relajación del bloqueo aprobadas por la administración Obama, prosiguió, sería necesario que La Habana eliminara las restricciones aún vigentes sobre la capacidad de los cubanos de relacionarse con EEUU y el resto del mundo, «tanto en términos económicos como en vínculos entre los pueblos».
«Nuestra agenda en materia de derechos humanos trata sobre empoderar al pueblo cubano para que tome decisiones sobre su vida, para que sea capaz de expresarse, de beneficiarse del uso de internet, de viajar, de contactar con gente de todo el mundo», consideró Malinowski.
Y esos pasos, añadió, «son importantes a la hora de mejorar el respeto a los derechos humanos en Cuba» y de que los cubanos vean cubiertas las expectativas creadas por el deshielo.
Sobre la reunión, el funcionario estadounidense resaltó que se dio en un ambiente «no polémico y respetuoso por ambas partes», opinó que fue «útil para los dos países» y precisó que Cuba no puso limitaciones a los temas a abordar.
Entre ellos, las particularidades del sistema electoral cubano, el aumento en el último año de las detenciones arbitrarias y la base legal de estas actuaciones, sobre la que se interesó la delegación de Estados Unidos.
Otros asuntos que los representantes de Washington pusieron sobre la mesa fueron la libertad de asociación, los derechos de sindicación y la legislación que regula la presencia de organizaciones no gubernamentales en Cuba, y que el funcionario consideró «ilógicas» al no permitir a más de una ONG trabajar a la vez en el mismo ámbito.
Este viernes, el subdirector de Asuntos Multilaterales y Derecho Internacional de la Cancillería cubana, Pedro Luis Pedroso, subrayó tras la reunión bilateral que Cuba nunca aceptará «alegaciones que signifiquen una injerencia en los asuntos internos» en ese foro, «diseñado para un intercambio entre las partes».
En esta segunda ronda, Cuba también expresó sus preocupaciones sobre la discriminación y racismo que persisten en EEUU, la brutalidad policial o las «numerosas y documentadas» violaciones a la vida y reiteró que el modelo político de la isla «no está sobre la mesa de discusión».
(Lorena Cantó para EFE)