Puede resultar difícil medir las formas en las que la guerra de Rusia en Ucrania ha trastocado el suministro global de piezas y materias primas necesarias para completar diferentes productos, desde autos a procesadores de computadora.
Pero interrumpir una de esas conexiones produjo una “sensación deprimente” a Andrey Bibik, responsable de la planta de acero de Interpipe en Dnipro, Ucrania. Bibik pasó las primeras horas de la guerra reduciendo la actividad en una planta que operaba las 24 horas del día y enviando a casi todo el mundo a casa.
“Está vacío y solitario. No se oye nada. Todo se ve paralizado», dijo.
Los envíos de conducciones de acero para gas a las petroleras de Texas y ruedas de ferrocarril para las operadoras europeas de trenes de alta velocidad se han detenido después de que cientos de los aproximadamente 10.000 empleados de Interpipe en Ucrania se unieran a los combates contra Rusia. Otros han huido. El pequeño grupo que queda gestiona los comedores y fabrica obstáculos puntiagudos de metal para bloquear caravanas y tanques rusos. Sus refugios antibombas acogen a docenas de familias locales por la noche.
“Detener la producción fue una decisión difícil. Teníamos muchos pedidos, muchos clientes esperando nuestro material. Pero si tienes que elegir entre la seguridad y los posibles beneficios, creo que la respuesta es evidente”, dijo Bibik, que ha trabajado casi dos décadas en la compañía. “Lo más importante que tenemos es la vida, y de verdad debemos cuidar de la gente que amamos».
En otras industrias de Ucrania se han producido paradas similares, motivadas no sólo por las preocupaciones de seguridad sino también porque la guerra y el éxodo masivo de refugiados han cerrado carreteras y ferrocarriles al tráfico comercial de mercancías. Algunos de los productos terminados de Interpipe que estaban destinados a la exportación están ahora atascados en el puerto de Odesa, en el Mar Negro.
Ucrania supone apenas el 0,3% de las exportaciones mundiales, mientras que Rusia representa un 1,9%, según un reporte del banco holandés ING. Aun así, algunas compañías que hacen negocios con estos países empiezan a notar el impacto de la guerra.
Para Rusia, un proveedor clave de energía, acero y metales en bruto como níquel, cobre, platino y paladio -muchos de los cuales son importantes para la industria automotriz- las preocupaciones de suministro están asociadas a las duras sanciones económicas occidentales y a las maniobras rusas para responder en su contra. Para Ucrania, es la propia guerra la que interrumpe los envíos.
“Queremos dar prioridad a los refugiados, a la gente que intenta salir de la zona de guerra, y a las caravanas militares y humanitarias”, dijo el presidente y exdirector general de Interpipe Fadi Hraibi, con sede en Houston.
Las complicaciones en otra industria ucraniana, que fabrica cableado para autos, ya afecta a las automotrices europeas. Ucrania tiene más de 30 plantas automotrices, la mayoría cerca de la frontera con Polonia y otros vecinos europeos, según una agencia del gobierno que fomenta la inversión extranjera.
El proveedor alemán de piezas Leoni dijo que se había interrumpido la producción en sus dos plantas en el oeste de Ucrania, en Styri y Kolomyia, y que buscaba alternativas temporales. “Somos conscientes de que esta situación no afecta sólo a Leoni, sino a todo el sector”, indicó el vocero Gregor le Claire.
Ucrania también es uno de los mayores proveedores mundiales de neón, un gas empleado en láseres que ayuda a colocar circuitos integrados en procesadores de computadoras. Eso preocupa a los directivos de la industria automotriz, que teme que los problemas de suministro de neón puedan agravar un desabastecimiento global de procesadores que ya ha provocado recortes de producción y hecho que escaseen vehículos en todo el mundo.
Interpipe tiene cinco fábricas en Ucrania, todas ubicadas en el núcleo industrial de Dnipro y la región circundante, que tiene una posición estratégica en el Río Dnieper al sureste de la capital, Kiev.
Hasta que los ataques aéreos rusos llegaron a Dnipro el viernes, la cuarta ciudad más grande del país había estado bastante tranquila, salvo por el sonido ocasional de las sirenas antiaéreas, en las dos primeras semanas de invasión rusa. Pero el 24 de febrero, los directivos de Interpipe tomaron una rápida decisión de cerrar todas sus instalaciones.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, inició la invasión antes del amanecer y para el mediodía se habían detenido las operaciones de la planta, dijo Bibik. Esa noche vio cómo los cinco últimos trabajadores eran trasladados al suburbio donde viven. Todos los trabajadores de la firma siguen cobrando, dijeron Bibik y Hraibi.
Los clientes de la firma en los sectores ferroviario y de energía suelen encargar sus tuberías, ruedas y otros productos con meses de adelanto, pero Hraibi dijo que las alteraciones causarán desabastecimiento y harán que algunos busquen alternativas. Algunos clientes de ruedas, como un operador ferroviario saudí, tienen a la firma como su único proveedor. Dos de sus competidores principales, OMK y Evraz, están en Rusia, y el directivo esperaba que los clientes los evitaran.
“No sé si nuestro negocio sobrevivirá”, dijo. “Hacemos todo lo necesario para apoyar a la gente, para conservar a nuestros empleados, para poder reabrir en un mes o dos o tres, cuando las cosas vuelvan o al menos se acerquen a la normalidad. Pero en realidad, nadie puede predecir lo que va a ocurrir”.
Fuente: AP