(AP) El Ejército de los Estados Unidos ha ocultado o minimizado la verdadera magnitud en que sus armas de fuego desaparecen, y minimiza significativamente las pérdidas y robos incluso cuando algunas armas son utilizadas en delitos callejeros.
El patrón de secretismo y ocultamiento del Ejército se remonta a casi una década, cuando The Associated Press comenzó a investigar el tema dentro de las fuerzas armadas. Los oficiales lucharon contra la divulgación de la información durante años, y después comenzaron a ofrecer respuestas engañosas que contradicen registros internos.
Las armas militares no se desvanecen. Han sido utilizadas en tiroteos, se han blandido para robar y amenazar a personas, incluidos niños, y han sido recuperadas en manos de los delincuentes. Ladrones vendieron fusiles de asalto a una pandilla callejera.
Los oficiales del Ejército proporcionaron información que sugiere que sólo un par de cientos de armas desaparecieron durante la década de 2010. Memorandos internos del Ejército que obtuvo la AP muestran que las pérdidas son mucho mayores.
Los esfuerzos para suprimir la información datan de 2012, cuando la AP presentó una solicitud a través de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública (FOIA, por sus siglas en inglés) para obtener un registro en el que se supone que los cuatro servicios armados reportan la pérdida o el robo de armas de fuego.
El exmiembro del Ejército que supervisó este registro describió cómo él sacó un informe completo de armas perdidas o robadas, pero se enteró después de que sus superiores bloquearon que se divulgara.
Mientras la AP continuaba presionando para obtener información, incluso a través de impugnaciones legales, el Ejército presentó una lista de armas faltantes que estaba tan claramente incompleta que los oficiales después la rechazaron. Luego reportaron un segundo grupo de registros que tampoco dieron un recuento completo.
El secretismo en torno a un tema delicado se extiende más allá del Ejército. La Fuerza Aérea no pudo proporcionar detalles sobre armas desaparecidas y dijo que las respuestas tendrían que esperar a una solicitud de registros federales que la AP hizo hace un año y cinco meses.
El Departamento de Defensa tampoco ha liberado los registros de pérdidas de armas que recibe de los cuatro servicios armados. Únicamente proporcionó totales aproximados de dos años, mientras la AP analizó lo que sucedió entre 2010 y 2019.
El Pentágono dejó de compartir esta información con el Congreso de manera regular hace años, al parecer en la década de 1990. Funcionarios del Departamento de Defensa dijeron que podían notificar a legisladores en caso de un robo o una pérdida pudiera ser considerada “significativa”, aunque ninguna notificación se había hecho al menos hasta 2017.
El martes, después de que la AP publicó la primera parte de su investigación, el senador demócrata Richard Blumenthal, exigió en una audiencia de la Comisión de Servicios Armados del Senado que el Pentágono reanude los reportes regulares sobre las armas perdidas. En una declaración escrita enviada a la AP, el Pentágono señaló que “espera continuar trabajando con el Congreso para garantizar una supervisión apropiada”.
Blumenthal también llamó a la secretaria del Ejército, Christine Wormuth, a que su oficina dé a conocer la información con la que cuenta.
“Me complacería saber cómo hemos manejado este problema”, respondió Wormuth. La secretaria se describió a sí misma como “abierta a” un nuevo requisito de presentación de informes y dijo que la cantidad de armas de fuego militares en manos de civiles probablemente sea pequeña.
Los registros deficientes en los vastos sistemas de inventario de las fuerzas armadas significan que las armas perdidas o robadas pueden ser listadas en los registros de propiedad como seguras. Las fallas de seguridad fueron evidentes a todo lo largo de la cadena, hasta las unidades individuales, que han destruido registros, falsificado controles de inventario e ignorado procedimientos.
El general de brigada Duane Miller, el oficial número 2 en temas de aplicación de la ley del Ejército, dijo que cuando un arma desaparece el caso es investigado ampliamente. Señaló que los casos de armas son una pequeña fracción de los más de 10.000 casos de delitos graves que los investigadores del Ejército abren cada año.
“Creo absolutamente que los procedimientos que teníamos en marcha mitigaron que cualquier arma se perdiera o fuera robada”, dijo Miller sobre su propia experiencia como comandante“¿Pero ocurre? Seguro que sí”.