La encargada de negocios de Estados Unidos en Cuba, Mara Tekach, dijo este lunes que solicitó una reunión con la Cancillería de la isla el pasado 22 de diciembre para expresarle su “preocupación” por “abusos” a los derechos humanos.
Tekach pidió la liberación de los presos políticos, “incluyendo a José Daniel Ferrer, quien lleva 80 días de detención ilegal”.
“Sigo muy preocupada por los más de 100 presos políticos en Cuba, el daño que pudiera ocurrirles y la falta de un debido proceso. Como representante de los Estados Unidos en Cuba, continuaré abogando por un gobierno responsable para el pueblo cubano, que no quiere más que libertad y prosperidad”, agregó la funcionaria en Twitter.
Este domingo Yuri Gala López, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba había asegurado en la misma red social que la isla había pedido a Tekach que trasladara a su gobierno “las profundas preocupaciones e insatisfacciones” de Cuba en materia de derechos humanos en Estados Unidos.
El gobierno cubano ha culpado a Tekach de dirigir “una nueva campaña de calumnias y descrédito contra Cuba” por sus denuncias reiteradas sobre violaciones a los derechos humanos en la isla. La funcionaria estadounidense ha sido una de las voces más críticas contra la detención de Ferrer, el líder de la opositora Unión Patriótica de Cuba, a quien el gobierno se empeña en presentar como un “violento delincuente común”.
Para demonizar a Ferrer la televisión estatal cubana ha elaborado un turbio reportaje que tras varios montajes e imágenes sacadas de contexto lo presenta como un “mercenario”, “dirigido y pagado” por Estados Unidos. La ofensiva comunicacional del gobierno destruye la presunción de inocencia a la que debería tener derecho todo acusado, explicó la periodista independiente Mónica Baró en un reciente trabajo que busca acercarse a la figura de Ferrer.
Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos pasan por uno de sus peores momentos tras el fin del deshielo protagonizado por los exgobernantes Barack Obama y Raúl Castro, que restauraron las relaciones diplomáticas y establecieron embajadas en ambos países.
Tras los misteriosos ataques sufridos por el personal diplomático estadounidense y canadiense a finales de 2016 en La Habana, los servicios consulares fueron suspendidos, Estados Unidos ha limitado las remesas, los viajes en crucero y los vuelos regulares a la isla. La Administración de Donald Trump acusa a Cuba de respaldar con inteligencia y militares al régimen de Nicolás Maduro, desconocido por las principales democracias del mundo.
Por su parte, Cuba ha denunciado que Estados Unidos persigue sus transacciones financieras y los buques petroleros que Maduro envía a La Habana como pago por las decenas de miles de cubanos que trabajan en su país.