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Un candidato híbrido aviva la campaña en Venezuela

por actualidad

En esta imagen del viernes 2 de marzo de 2018, Henri Falcón, exgobernador y exasesor del expresidente Hugo Chávez, habla con la prensa tras firmar un documento que establece garantías electorales para las elecciones presidenciales, en el Consejo Nacional Electoral en Caracas, Venezuela. (AP Foto/Ariana Cubillos)

En otra ocasión, Henri Falcón podría ser otro candidato más, poco llamativo en la pugna por la presidencia en Venezuela. Está lejos de ser el líder opositor más popular. Sus discursos tienden a aburrir. Los partidos que le respaldan son pequeños. Ha conseguido irritar tanto a la izquierda como a la derecha.

Pero el boicot a las elecciones por parte de los principales partidos de Venezuela ha dejado a Falcón como la opción más destacada con diferencia para los que quieran destituir el 20 de mayo al presidente socialista Nicolás Maduro, y los sondeos indican que son mayoría en un país donde el hambre va en aumento y la moneda apenas vale nada.

Algunas de esas encuestas incluso sitúan al exgobernador como favorito, con una ventaja de dos dígitos sobre Maduro. La cuestión es si eso importará. La mayoría de la oposición venezolana, así como Estados Unidos y buena parte de la comunidad internacional, está convencida de que no será así, y el resultado estará amañado.

El gobierno llenó hace tiempo de aliados el consejo electoral y la judicatura y ha ignorado al congreso dominado por la oposición, formado tras las últimas elecciones relativamente disputadas en el país, en 2015.

Los líderes opositores más combativos han sido inhabilitados, encarcelados o están en el exilio. Las elecciones presidenciales, que suelen celebrarse a final de año, se han adelantado a primavera dejando a los rivales de Maduro, sumidos en disputas internas, con poco tiempo para prepararse.

La principal coalición opositora ha respondido negándose a presentar un candidato. La fecha límite para inscribirse pasó la semana pasada con apenas Falcón y otros cuatro aspirantes poco conocidos como rivales de Maduro.

Falcón, de 56 años, no tiene el carisma de muchos líderes políticos venezolanos.

Maduro, que fue conductor de autobús y roquero frustrado, imita el apasionado y extravagante estilo de oratoria de su mentor, el fallecido Hugo Chávez, que sedujo a los venezolanos y lideró al país durante un boom impulsado por el petróleo para construir su versión del socialismo.

Otros opositores más combativos, como Henrique Capriles y Leopoldo López, han movilizado enormes manifestaciones contra el gobierno. En cambio, Falcón se ve como un gestor competente y analítico guiado más por el pragmatismo que por la ideología.

Incluso cuando formó parte del gobernante movimiento socialista, mantuvo la comunicación con la comunidad empresarial, lo que le valió críticas de buena parte del gobierno. Ahora, como opositor, pide mantener los generosos programas sociales y subsidios iniciados por Chávez.

Ha instado a pedir ayuda del Fondo Monetario Internacional, percibido como una entidad maligna por la mayoría de los izquierdistas latinoamericanos, y su principal asesor económico, el analista de Wall Street Francisco Rodríguez, ha pedido adoptar el dólar como moneda nacional para frenar la hiperinflación que ha devastado la economía.

Falcón, hijo de una maestra y un modesto agricultor, luchó por contener las lágrimas al recordar sus orígenes humildes en un acto con inversionistas en Nueva York en 2016. A menudo, este abogado con cuatro hijos se levanta antes del amanecer y se pone las zapatillas para correr por las calles de su ciudad natal, Barquisimeto, un núcleo agrícola y la cuarta ciudad más grande del país, donde cumplió dos legislaturas como alcalde.

En 1992 era suboficial del Ejército, pero no formó parte del golpe fallido liderado ese año por el oficial Chávez. Pronto se sumó al movimiento chavista y ascendió entre sus filas.

Falcón se convirtió en renegado en 2008 cuando lanzó su candidatura a gobernador del estado de Lara sin la bendición de Chávez, lo que le supuso una breve expulsión del partido socialista. Volvió a la formación tras prometer lealtad, y Chávez reconoció su gran valor como candidato con simpatizantes en distintos grupos sociales. Fue elegido con el 73% de los votos, más que ningún otro candidato a gobernador en todo el país.

En Lara fue bien considerado en todo el espectro político como alguien especialmente abierto al diálogo con sus rivales, pero también reacio a mostrarse junto a funcionarios estadounidenses por miedo a alienar a su base izquierdista.

En un despacho secreto de 2010 difundido por WikiLeaks, el entonces embajador estadounidense Patrick Duddy describió a Falcón como un “chavista suave”.

Su deserción final del partido gobernante llegó ese mismo año, después de que Chávez intentara tomar el control de la policía de Lara, aplastar una protesta estudiantil local y expropiar una fábrica operada por Polar, la mayor productora de alimentos del país.

En una carta abierta, Falcón criticó a Chávez por mostrar falta de compromiso con la democracia, dando órdenes sin “una mínima oportunidad de presentar nuestros puntos de vista”.

Su declaración fue recibida con una oleada de insultos de personas leales a Chávez. La ahora primera dama, Cilia Flores, le acusó de “pasarse del poder popular al poder Polar”.

Sin embargo, su historial chavista hizo que la oposición recelara de él. Un líder opositor, Henry Ramos, lo acusó de “asexualidad política”. Fue expulsado de la coalición opositora tras anunciar su candidatura y algunos de la rama más beligerante sugirieron que debería ser sancionado por Estados Unidos, que ha respaldado la decisión de boicotear los comicios.

Esa desconfianza, combinada con el malestar por su decisión de desoír el boicot y con una pérdida de la esperanza generalizada entre los opositores, podría afectar a la participación, socavando sus posibilidades si la votación resulta ser justa. En parte por ese motivo, perdió por goleada una campaña de reelección el pasado octubre ante un candidato leal al gobierno.

Al anunciar su candidatura la semana pasada, Falcón dijo que abstenerse nunca ha llevado a nada nuevo, y que todo lo que quedaban eran alcaldes y gobernadores en manos del gobierno, así como violencia, muertes, heridos y destrucción.

Aun así, un sondeo reciente de la encuestadora local Datanalisis señaló que la mayoría de los que se identifican como opositores están dispuestos a votar incluso en la situación actual, pese a creer que las elecciones estarán amañadas. La encuesta realizada entre el 1 y el 14 de febrero mostraba a Falcón 12 puntos por delante de Maduro, con un margen de error de más menos tres puntos porcentuales.

Vladimir Villegas, popular presentador de televisión y que asesoró a Falcón durante su periodo de reconversión política, dijo que la política camaleónica de Falcón podría ser la mejor forma para que Venezuela siga adelante, permitiendo un aterrizaje suave desde el gobierno de Maduro si este decide ceder el poder.

“La oposición quiere candidatos que no lleven el pecado original de venir del chavismo”, dijo Villegas, que fue embajador de Chávez en Brasil antes de romper con el gobierno. “El problema es que esos candidatos puros no existen”.

 

Fuente: Associated Press

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