El vertido masivo y frecuente de miles de galones de agua con residuos del lago Okechobee, el mayor de agua dulce de Florida, en los estuarios de los ríos St. Lucie y Caloosahatchee ha creado una verdadera «crisis ecológica» en el ecosistema del estado.
De hecho, organizaciones ambientalistas tan relevantes como Audubon Florida lo consideran ya un desastre ecológico, una suerte de «bomba de relojería» química instalada en el frágil humedal de los Everglades.
Los análisis de las tomas de descargas del lago Okeechobee en los estuarios del St. Lucie, en la costa este del estado, y el Caloosahatchee, en la oeste, cerca de Ft. Myers, han dado positivo en «fósforo y nitrógeno procedentes de aguas pluviales, residuales, fertilizantes y residuos de la industria ganadera», aseveró a Efe Celeste de Palma, directiva de política ambiental de Audubon.
Explicó la ambientalista que tanto el lago Okechobee como los estuarios citados conforman ecosistemas «naturalmente bajos en nutrientes», por lo que las descargas de agua rica en estas sustancias químicas «generan un desequilibrio en el ecosistema» con la aparición de «brotes de algas, muertes de peces y agua de color verde o marrón oscuro».
Preocupan de forma especial las cianobacterias, también conocidas como alga verde azulada, microorganismos que se desarrollan en un ambiente alto en nutrientes y que pueden producir toxinas y envenenar a los animales que habitan el mismo medio o beben ese agua.
Con el «agravante», agrega De Palma, de que «si el ser humano entra en contacto con el agua» contaminada puede sufrir afecciones respiratorias y hasta heridas cutáneas.
El Departamento de Protección del Medioambiente de Florida (DEP) ha salido al paso, sin embargo, para asegurar que el brote de algas detectado en el río St.Lucie, cerca de la zona sur del lago de Indian River, «no es tóxico».
Los medios locales recogieron que este tipo de alga es similar a la detectada en mayo pasado en el lago Okechobee, que sí es tóxica; aunque, en cualquier caso, opinó De Palma, tóxica o no, «afecta al ecosistema generando pérdidas en la industria pesquera, turística e incluso de bienes raíces».
Las protestas por el vertido masivo de agua han tenido ya su efecto entre los turistas que visitan la popular Fort Myers Beach y que en febrero pasado vieron con disgusto cómo las aguas adquirían un desagradable color marrón, que no invita precisamente a bañarse.
El oscurecimiento de estas aguas fueron efecto, según medios locales, del vaciado de unos 3.000 millones de galones de agua (11.355 millones de litros) del lago Okechobee en el río Caloosahatchee, una operación realizada por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU.
Este tipo de operaciones se realizan periódicamente, ante el temor de que las aguas del lago Okechobee, de 733.000 millas cuadradas (unos 1.900 kilómetros cuadrados), puedan desbordar o incluso romper el viejo dique Hoover, construido hace 75 años.
Pero De Palma se mostró convencida de que estas medidas de ingeniería hidráulica con vertido del agua sobrante en los ríos no son las adecuadas para aliviar el lago.
La ambientalista no duda de la que la solución pasa por, primero, «almacenar el agua procedente del lago en un embalse en el llamado Área Agrícola de los Everglades (EAA)», para luego «limpiarla y derivarla al sur, hacia el Parque Nacional de los Everglades y la Bahía de Florida», humedales que reclaman agua dulce y una restauración con urgencia.
Y es que resulta vital recuperar el flujo original de agua dulce hacia el sur, interrumpido por obras como la autopista Tamiami Trail, de 443 kilómetros (275 millas), construida a finales de la década de los años 20.
Esta carretera, lamentó De Palma, actúa como un dique y bloquea el paso del agua de norte a sur del estado, algo visible desde el cielo y que permite apreciar, comentó, una «masas de agua al norte y como un pastizal seco al sur».
Hasta el momento, el DEP no ha respondido a las llamadas y correos electrónicos enviados por Efe.
En un comunicado divulgado el pasado miércoles por el DEP, se indica que el pasado 2 de junio el Cuerpo de Ingenieros del Ejército anunció que el «flujo de agua desde el lago Okeechobee se mantendrá en los niveles actuales para la próxima semana».
Así, la descarga con destino a Caloosahatchee «permanecerá en los 4.000 pies cúbicos (113.00 metros cúbicos) por segundo (CFS) y el flujo para St. Lucie será de 1.800 CFS (51 metros cúbicos).
Fuente: EFE
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