El periodista Jaime Flórez, reconocido analista del sector automotriz, aseguró en entrevista con Carlos Acosta para el programa Cada Tarde de Actualidad Radio, que el reciente incremento en los precios de los vehículos nuevos en Estados Unidos no puede atribuirse principalmente a las tarifas arancelarias impulsadas por la administración Trump.
“Hay una serie de razones por las que han venido aumentando los precios de los vehículos, pero me atrevería a decir que la menos importante tiene que ver con los aranceles”, señaló Flórez. “Es más el ruido que las nueces en el tema de los aranceles”, añadió.
Durante la conversación, Flórez explicó que desde hace al menos cinco años los precios han mostrado una tendencia sostenida al alza. “Ya no hay autos en los Estados Unidos que cuesten menos de US$24,000 o US$25,000. Tal vez el más barato sea el Nissan Versa, en su versión más básica”, afirmó.
Flórez también abordó el papel de la especulación y la respuesta anticipada de fabricantes y concesionarios ante posibles cambios regulatorios. “Ningún vehículo listo para la entrega en este momento ha pagado tarifa arancelaria alguna. Pero los fabricantes tratan de curarse en salud ante lo que podría venir más adelante”, explicó. Además, señaló que muchas compañías extranjeras ya producen en territorio estadounidense, lo que reduce su exposición a las tarifas. “Kia tiene una fábrica en Georgia y Hyundai otra en Alabama. Incluso han abierto una nueva planta para vehículos eléctricos en Savannah. Buscan evitar presiones sindicales del norte del país”, comentó.
Respecto a las fluctuaciones de precio, Flórez fue enfático: “Cuando la gente percibe que los precios pueden subir, corre a comprar. Aumenta la demanda, y si la oferta no la acompaña, los precios suben. Es la ley de la oferta y la demanda, que no falla nunca”.
El analista también destacó el movimiento de los grandes fabricantes hacia el sur de Estados Unidos y la creciente presencia de componentes nacionales en autos de marcas extranjeras ensamblados localmente. La entrevista concluyó con un enfoque optimista sobre la estabilización de precios, vinculada al equilibrio futuro entre producción y demanda, tal como ocurrió gradualmente tras los efectos de la pandemia.