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Aumenta el riesgo de casos autóctonos de zika en Miami

por actualidad

Una mañana reciente, Chalmers Vázquez, gerente de la división de control de mosquitos del condado de Miami-Dade, miró dentro de una botella de cerveza llena de agua de lluvia que estaba en un jardín descuidado en la parte de atrás de una casa.

“Esto es muy peligroso”, dijo al observar las docenas de botellas a sus pies.

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A tan solo a unos pasos, sus miedos se confirmaron. Encontró un retrete abandonado lleno de agua con las larvas del mosquito Aedes aegypti, los que esparcen el virus del Zika y con él, el miedo a bebes con defectos graves de nacimiento.

El verano se acerca y pronto el Aedes aegypti estará zumbando en Estados Unidos, principalmente en el sur y el suroeste. Pero al sur de Florida ya llegó, eclosionando en piscinas para bebés, en macetas que se han llenado de agua de lluvia o en en contenedores para reciclaje y tapas de botellas. Los científicos no creen que Estados Unidos tenga un brote de zika, pero la mayoría sí cree que los mosquitos en Miami tarde o temprano adquirirán el virus y podrían comenzar a infectar a la gente.

El Dr. Thomas R Frieden, director del Center for Disease Control and Prevention, alertó que “una mujer podría ser mordida por el mosquito y tener un hijo con una terrible deformación, y eso podría suceder en Florida, en Texas, en Arizona o donde sea que esté el mosquito. No creemos que sean muy numerosos, pero el impacto sí podría ser grande”.

Para detener la expansión del zika, de acuerdo con Frieden y otros expertos en salud pública, se necesitará un control de los mosquitos en una franja amplia del territorio estadounidense. Pero la calidad del servicio varía mucho de lugar a lugar.

Algunos de los sitios más débiles en cuanto al control de mosquitos están en lugares donde suele aparecer el Aedes aegypti: Mississippi, Alabama, Georgia y las Carolinas, así como a lo largo de la costa de Texas, sobre todo porque no tienen la reserva de impuestos necesaria para pagarlo, afirmó Joseph Conlon, un entomólgo de la Marina ya jubilado, que ejerce como asesor técnico de la American Mosquito Control Association.

Y si un lugar corre un gran riesgo, es Florida, el estado con el mayor número de casos importados en el territorio continental de Estados Unidos; según los últimos datos, la cifra es de 74. Y Miami-Dade, el mayor puerto de entrada al país desde América Latina, de acuerdo con estadísticas federales, es el condado de Florida con el mayor número de casos reportados: 32.

A pesar de su importancia, el condado de Miami-Dade, con una población de 2,8 millones de personas, solo invierte 1,8 millones de dólares en control de mosquitos, lo cual alcanza para un equipo de 17 personas, 12 de las cuales son inspectores. En cambio el condado de Lee, donde está Fort Myers y hay 660.000 personas, invierte 16 millones al año y tiene un equipo de 88 personas.

“Es curioso que no haya más dinero, considerando que somos un puerto de entrada tan global”, comentó Whitney A. Qualls, una bióloga de la Universidad de Miami.

Puesto que los presupuestos de salud pública siguen bajos desde la recesión del 2008 y la petición de Obama de un financiación para el zika de 1,8 miles de millones de dólares sigue varada en el Congreso, los funcionarios del sector salud están empezando a preocuparse.

Esta preocupación se filtró a una reunión del Zika Action Plan Summit a la que asistieron cientos de funcionarios locales de salud, organizada por la C.D.C. en marzo en Atlanta. Sus problemas eran diversos, pero todos tenían algo en común: muy poco dinero.

“Hay un patrón amplio de disminución, lo cual nos pone en una posición poco ventajosa para iniciar esta lucha”, sostuvo E. Oscar Alleyne, el consejero principal para programas de salud pública de la National Association of County and City Health Officials, que calcula que los departamentos de salud pública, que controlan las oficinas de control de mosquitos, han perdido casi el 12 por ciento de su equipo desde 2008.

Rociar repelente de forma tradicional –desde camiones y aviones– es poco efectivo contra este mosquito. Más bien para rechazarlo habrá que poner a los trabajadores de mosquitos, como Vázquez, a vaciar agua de contenedores en los patios de las casas.

El mosquito Aedes aegypti pocas veces vuela más de un par de cuadras, así que la misión de Vázquez era destruir campos de cultivo que estuvieran cerca de las casas de personas que, se sospechaba, habían sido infectados de zika. El equipo sabe que conforme lleguen más viajeros infectados al sur de Florida, aumenta el riesgo de que un mosquito sano pique a una persona enferma, contraiga el virus e infecte a personas sanas.

La primera casa con un caso que podría ser Zika estaba en un vecindario descuidado en el norte de Miami, pintada de amarillo canario con un letrero de “se vende”. En la casa de al lado, un joven vestido de pantalones cortos azules y una playera a rayas discutía en español con Pedro Castellanos, uno de los inspectores. Un gato blanco salió de improviso de la puerta principal. Castellanos se dirigió al arenero del gato y sacó el agua que se había estancado ahí.

Le dio al hombre una advertencia que decía que tenía que limpiar su patio o pagar una multa. El departamento muy pocas veces emite multas, pero Pedro dijo que de todos modos les da la advertencia para “asustarlos” y que sea más probable que obedezcan.

En la otra casa, un inmigrante haitiano estaba podando unas palmeras, y Castellanos, con un sexto sentido que le dice dónde se crían los mosquitos, inmediatamente se puso en estado de alerta.

“Señor, ¿usted junta el agua de las lluvias?”, preguntó Castellanos con cortesía. El hombre asintió y lo llevó a su patio trasero, donde había un contenedor azul y alto en la sombra.

“No importa que lo haga, pero cúbralo”, le dijo Castellanos.

El riesgo acecha en los vecindarios ricos también, por ejemplo, en las plantas de las bromelias que tanto gustan a los paisajistas. Sus hojas duras son receptáculos ideales para el agua de lluvia.

“¡Mira nada más!”, exclamó Vásquez y señaló un grupo de esas plantas, que tenían sus tallos parados como los pelos de una estrella de rock en frente de una casa de rancho color crema. “El hábitat perfecto de los Aedes aegypti”.

Bajo insistencia, Vásquez admitió que para lidiar con un brote de verdad, se necesitaría pedir financiamiento adicional.

El Dr. Qualls, de la Universidad de Miami, lo expresó de modo más directo: “Miami-Dade tiene a gente maravillosa, pero su presupuesto no alcanza para controlar una crisis del zika”.

 

Fuente: Sabrina Tavernise / The New York Times

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