BEIJING, China (AP) — Xi Jinping, ungido desde hace mucho en la línea de sucesión del gobierno, asume la dirección de China en momentos en que el Partido Comunista se enfrenta a una desaceleración económica, al clamor público para terminar con la corrupción y a las exigencias de cambio que amenazan su posición en el poder.
La cúpula política de China nombró a Xi al máximo cargo el jueves, e inesperadamente también lo puso al frente de las fuerzas armadas después del reciente congreso del Partido Comunista y de meses de negociaciones.
Los nombramientos le dan una amplia autoridad, aunque enfrenta problemas que requieren una acción apremiante. Después de décadas de una tremenda expansión económica, China se ha colocado en la cúspide mundial como la segunda economía del mundo y la nueva potencia, pero al mismo tiempo padece urgentes problemas nacionales que podrían frustrar su ascenso.
Esas dificultades, como la desaceleración de la economía, las fricciones con Estados Unidos y las disputas territoriales con Japón y otros vecinos, se han agravado en los últimos meses mientras las autoridades centraban su atención en la transferencia del poder.
La impaciencia ha aumentado entre los empresarios, entre algunos en la nueva clase media y entre los trabajadores migrantes, todos en comunicación mediante las redes sociales y habituados a dos décadas de mejoría en el nivel de vida, en las cuales se han acostumbrado a esperar un mejor gobierno, si bien no democrático.
Durante todo ese tiempo, la policía ha seguido acosando y encarcelando a un amplio número de enemigos políticos, disidentes, abogados defensores de los derechos humanos y sindicalistas.
Dos jóvenes tibetanos murieron el jueves después de prenderse fuego en el extremo occidental de China, dijo la emisora Radio Asia Libre, los más recientes de los numerosos suicidios en protesta contra el dominio de Beijing en la región tibetana
En su primer mensaje a la nación como nuevo líder, Xi, de 59 años e hijo de un héroe revolucionario, admitió que tiene una extensa agenda para lo que sería el primero de dos mandatos quinquenales en el cargo. Prometió mejorar los servicios sociales al tiempo que se asegura que China siga posicionada entre las potencias del mundo y que el partido continúe gobernando.
«Nuestra responsabilidad ahora es unirnos y encabezar a todo el partido y a la población de todos los grupos étnicos en China para que tomen la batuta histórica y para continuar los esfuerzos por lograr la gran renovación de la nación china», expresó Xi con optimismo en el Gran Salón del Pueblo en declaraciones transmitidas por televisión a todo el país.
Luego afirmó que «no somos complacientes, y nunca nos dormiremos en nuestros laureles» para enfrentar los desafíos, en particular la corrupción.
A su lado estaban los otros seis nuevos integrantes del Comité Permanente del Politburó: Li Keqiang, el posiblemente nuevo primer ministro y principal funcionario económico; el viceprimer ministro Zhang Dejiang; el secretario del partido en Shanghai, Yu Zhengsheng; el jefe de propaganda, Liu Yunshan; el secretario del partido en Tianjin, Zhang Gaoli; y el viceprimer ministro Wang Qishan.
Xi se abstuvo de mencionar una nueva manera de tratar los problemas. La falta de detalles y la nueva dirección cargada de tecnócratas conservadores disminuyó la expectativa de cambio en algunos sectores.
«Debemos esperar más de lo mismo, no algún rompimiento fundamental con el pasado», estimó Dali Yang, de la Universidad de Chicago.
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Los periodistas de The Associated Press Didi Tang, Gillian Wong, Alexa Olesen, Joe McDonald y Louise Watt y las investigadoras Flora Ji y Zhao Liang contribuyeron a este despacho.
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