La grave crisis que vive Venezuela en términos económicos, políticos, de inseguridad y desabastecimiento afecta en mayor o menor medida desde al más rico hasta el más pobre. La clase más alta, aunque puede hacer frente al desequilibrio económico, difícilmente le puede escapar a la violencia que desde hace años se apoderó de las calles y a la falta de medicamentos.
Un empresario de 50 años, quien pidió no revelar su identidad por cuestiones de seguridad, reveló a BBC Mundo que hasta hace poco tiempo obtenía ingresos cercanos a los 30 mil dólares al mes. Hoy en día, apenas gana unos mil, luego de que la producción de su compañía cayera un 90 por ciento como consecuencia de las trabas impuestas por el régimen chavista.
Sin embargo, este hombre que vive en El Hatillo, una de las zonas más acomodadas de Caracas, admitió que hasta el momento puede mantener su costoso estilo de vida gracias a otros negocios que mantiene en el exterior.
A pesar de mantener el nivel de vida, Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, explicó que la clase alta venezolana «está perdiendo la capacidad de comprar y encareciendo de manera significativa su vida».
«Se reducen sus ahorros y sus ingresos, su flujo de caja se paró y están viviendo de lo que hicieron, no de lo que están haciendo», agregó.
Aunque hasta el momento puede hacerle frente a la crisis desde lo económico, lo que este empresario no puede controlar es la inseguridad que sufre el país, que cuenta con una de las tasas de homicidio más altas del mundo. Por ese motivo, todas las noches que su hija sale con amigos, espera ansioso su mensaje que le comunica que llegó al punto de encuentro.
El hombre de negocios admite que, a pesar de vivir cómodo, la crisis no le es ajena.
La gente se está muriendo por la falta de medicamentos (AFP) La gente se está muriendo por la falta de medicamentos (AFP)
La otra gran preocupación que vive el venezolano es el desabastecimiento de productos básicos. Hasta hace poco este hombre de 50 años los conseguía a través de los empleados de su compañía. Pero dejó de comprarles cuando éstos comenzaron a cobrar 40 mil bolívares (unos 40 dólares en el mercado negro) por 20 kilos de harina PAN. El kilo de este producto, a precio regulado, cuesta unos 19 bolívares.
No obstante, tiene los medios y recursos como para conseguir los productos por otras vías. En cambio, hay gente –la gran mayoría de la población– que tiene que recorrer hasta cinco almacenes, con inmensas colas mediante, para buscar productos básicos. Esos son aquellos que no pueden recurrir al mercado negro, donde se comercializa a un precio muy superior.
Donde las diferencias de clases no se reflejan tanto es en el desabastecimiento de medicamentos. Ni médicos ni dueños de compañías farmacéuticas cuentan con los remedios. «Se te mueren los pacientes porque no hay con qué tratarlos», reconoció una mujer de clase media-alta a ese medio.
Parte del sector más acomodado, que representa un 16 por ciento de la población (poco menos de cinco millones de personas), tiene jets privados para viajar al exterior, inmuebles en playas exclusivas como Los Roques, llena los restaurants de mayor renombre, compra lujosas joyas, y hasta se puede dar el lujo de contratar a músicos de nivel internacional para casamientos y otro tipo de fiestas.
Pero hasta esa pequeña porción de la población sufre día a día la brutal inseguridad y el profundo desabastecimiento de alimentos y medicamentos. Una realidad que no le es ajena a nadie.