El número de personas que han tenido que huir de Ucrania por la invasión rusa superó el miércoles el millón, el éxodo de refugiados más rápido de este siglo, indicó la ONU, mientras las fuerzas rusas seguían bombardeando la segunda ciudad más poblada del país, Járkiv, y sitiando dos puertos estratégicos.
El recuento de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, facilitado a The Associated Press, equivale a más del 2% de la población ucraniana que se ha visto obligada a abandonar el país en menos de una semana. Era posible ver la evacuación masiva en Járkiv, donde los residentes desesperados por alejarse de la caída de proyectiles y bombas se agolpaban en la estación ferroviaria de la ciudad y trataban de subirse a los trenes, no siempre al tanto de su destino.
En un discurso grabado en vídeo, el presidente Volodymyr Zelenskyy pidió a los ucranianos que mantuvieran la resistencia. Prometió que los invasores no tendrían “ni un momento de tranquilidad” y describió a los soldados rusos como “niños confundidos que han sido utilizados”.
El aislamiento de Moscú se profundizó cuando la mayor parte del mundo se alineó contra él en las Naciones Unidas para exigirle que se retire de Ucrania. Y el fiscal de la Corte Penal Internacional abrió una investigación sobre posibles crímenes de guerra.
Con combates en múltiples frentes en todo el país, el Ministerio de Defensa británico indicó que Mariúpol, una ciudad de gran tamaño a orillas del Mar de Azov, estaba rodeada por las fuerzas rusas, mientras que la situación de otro puerto vital, Jersón, una ciudad de construcción naval en el Mar Negro con 280.000 habitantes, seguía sin estar clara.
Las fuerzas del presidente ruso Vladimir Putin dijeron haber tomado el control total de Jersón, lo que la convertiría en la ciudad más grande en haber caído hasta ahora en la invasión. Pero un alto funcionario de defensa de Estados Unidos lo puso en duda.
“Nuestra opinión es que Jersón es una ciudad muy disputada”, dijo el funcionario, quien habló a condición de guardar el anonimato.
La oficina de Zelenskyy dijo a The Associated Press que no podía comentar sobre la situación de Jersón mientras los combates continuaran.
Pero el alcalde de Jersón, Igor Kolykhaev, señaló que los soldados rusos estaban en la ciudad y acudieron al ayuntamiento municipal. Dijo que les pidió que no dispararan a los civiles y que permitieran a los equipos recoger los cadáveres de las calles.
“Simplemente les pedí que no le dispararan a la gente”, manifestó en un comunicado. “No tenemos fuerzas ucranianas en la ciudad, sólo civiles y gente aquí que quiere vivir”.
El alcalde de Mariúpol, Vadym Boychenko, comentó que los ataques en esa localidad habían sido implacables.
“Ni siquiera podemos quitar a los heridos de las calles, de las casas y de los apartamentos, ya que los bombardeos no cesan”, dijo, según lo citó la agencia de noticias Interfax.
Rusia informó de sus bajas militares por primera vez desde que comenzó la invasión la semana pasada, diciendo que casi 500 de sus soldados han muerto y casi 1.600 han resultado heridos. Ucrania no reveló sus propias pérdidas militares, pero informó que habían fallecido más de 2.000 civiles, una afirmación que no pudo ser verificada de forma independiente.
En un discurso por vídeo dirigido a la nación a primera hora del jueves, Zelenskyy elogió la resistencia que ha presentado su país.
“Somos un pueblo que en una semana ha destruido los planes del enemigo”, manifestó. “No tendrán paz aquí. No tendrán comida. No tendrán aquí ni un momento de tranquilidad”.
Señaló que el combate ha empezado a afectar la moral de los soldados rusos, que “entran a las tiendas de alimentos y tratan de encontrar algo que comer”.
“Estos no son guerreros de una superpotencia», manifestó. «Estos son niños confundidos que han sido utilizados”.
Mientras tanto, el alto funcionario de defensa estadounidense dijo que una columna inmensa de cientos de tanques y otros vehículos parecía estar estancada a unos 25 kilómetros (16 millas) de Kiev y no había hecho ningún progreso real en los últimos dos días.
El convoy, que a principios de la semana parecía estar preparado para lanzar un asalto a la capital, ha sufrido escasez de combustible y alimentos, señaló el funcionario. Autoridades occidentales advierten que las fuerzas armadas de Rusia, mucho más poderosas, probablemente se adaptarán rápidamente.
En las afueras de Kiev, combatientes voluntarios de más de 60 años de edad se encargaban de un puesto de control para intentar bloquear el avance ruso.
“En mi vejez, tuve que tomar las armas”, dijo Andrey Goncharuk, de 68 años. Comentó que los combatientes necesitaban más armas, pero “mataremos al enemigo y tomaremos sus armas”.
En diversas partes de Ucrania, otros se agolpaban en las estaciones de tren, llevando niños envueltos en mantas y arrastrando maletas con ruedas hacia una nueva vida como refugiados. Shabia Mantoo, portavoz de la ACNUR, dijo el miércoles que “a este ritmo” el éxodo de Ucrania podría convertirla en el origen de “la mayor crisis de refugiados de este siglo”.
Una gran explosión sacudió el centro de Kiev el miércoles por la noche en lo que, según la oficina del presidente, fue un ataque con misiles cerca de la estación de tren del sur de la capital. No se supo de inmediato si hubo muertos o heridos. Miles de ucranianos han huido de la ciudad a través del extenso complejo ferroviario.
Rusia azotó Járkiv, la segunda ciudad más poblada de Ucrania con cerca de 1,5 millones de habitantes, en otra ronda de ataques aéreos que destrozaron edificios e iluminaron el horizonte con llamas. Al menos 21 personas murieron y 112 resultaron heridas en el último día, dijo Oleg Sinehubov, jefe del gobierno regional de Járkiv.
Varios aviones rusos fueron derribados sobre Járkiv, según Oleksiy Arestovich, uno de los principales asesores de Zelenskyy.
“Járkiv es hoy el Stalingrado del siglo XXI”, señaló Arestovich, invocando lo que se considera uno de los episodios más heroicos de la historia rusa, la defensa de la ciudad durante cinco meses frente a los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Desde su búnker en el sótano, el alcalde de Járkiv, Igor Terekhov, dijo a la BBC: “La ciudad está unida y nos mantendremos firmes”.
Fuente: AP