WASHINGTON (AP) — Todo comenzó en mayo con un rencoroso correo electrónico enviado al comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán. El correo anónimo advertía al general John Allen que una amiga con la que se reuniría en Washington la semana siguiente significaba problemas, por lo que no debería verla.
Allen pensó que el correo era una broma porque no comprendía cómo podía haberse enterado alguien de sus planes personales con su amiga, Jill Kelley, dijo una persona allegada a Kelley.
Ese correo electrónico desencadenó una serie de acontecimientos que derivó en la dimisión del director de la CIA David Petraeus, congeló la carrera profesional de Allen y puso en delicada situación a un agente del FBI por hacer confidencias de la investigación en curso. El FBI localizó la procedencia de ese y otros correos similares, que atribuyó a Paula Broadwell, la biógrafa y amante de Petraeus.
El sonado escándalo estalló pocos días después que el presidente Barack Obama fue elegido para un segundo mandato. El gobierno de Obama se encuentra a la defensiva desde hace varias semanas debido al ataque terrorista contra el consulado estadounidense de la ciudad libia de Bengasi, en el que murieron el embajador y otros tres funcionarios de Estados Unidos. Las audiencias sobre el ataque fueron postergadas hasta después de las elecciones, y están centradas ahora en la conducta sentimental de Petraeus en lugar de establecer cómo los terroristas pudieron atacar un consulado pobremente defendido pese a los numerosos pedidos recientes para que fueran enviados refuerzos.
Obama dijo el miércoles que no vio prueba alguna de que hubiese sido comprometida la seguridad nacional por la conducta que puso fin a la carrera de su director de la CIA, además de poner en peligro la del comandante de las fuerzas estadounidenses en la guerra de Afganistán. Empero, los legisladores de uno y otro partido no han aceptado las explicaciones de Obama e interrogaron en privado a los mandos del FBI y la CIA sobre los mismos temas: si la seguridad nacional fue comprometida por el caso y por qué no fueron informados a tiempo de la investigación.
La investigación del FBI comenzó a mediados de este año cuando Kelley entregó correos anónimos que fueron enviados a ella y Allen, el primero de ellos en mayo bajo el seudónimo de «Kelleypatrol», dijo una persona allegada a Kelley y que habló a condición del anonimato debido a la investigación de curso.
A mediados de año, Kelley compartió esos correos con el agente del FBI Frederick W. Humphries, a quien conoció en un programa comunitario en el 2011.
Preocupado ante la posibilidad de que fueran seguidos los movimientos de Allen y Petraeus, el agente del FBI inició la investigación y pasó lo que sabía a la sección de cifrado del organismo policial en Tampa. Empero, Humphries fue apartado del caso, entre otras razones por haber mandado fotos con el torso desnudo a Kelley. Finalmente Humphries denunció confidencialmente el caso a varios miembros del Congreso, por lo que el FBI inició ahora una investigación sobre su conducta.
El FBI encontró una cantidad sustancial de documentos confidenciales en la computadora de Broadwell y en su casa, de acuerdo con un agente de la ley que habló bajo condición de anonimato debido a que no estaba autorizado para hablar públicamente sobre el caso. Broadwell ha dicho a los investigadores que tomó los documentos de sedes del gobierno, de acuerdo con el oficial. La posesión no autorizada de documentos confidenciales de defensa es un delito. El ejército ha suspendido la autorización de acceso de Broadwell, la cual tenía como ex oficial de espionaje del ejército.
El FBI también descubrió correos electrónicos entre Kelley y Allen que fueron entregados al Departamento de Defensa para investigación. Obama suspendió la nominación de Allen para ocupar el cargo de titular del Mando Europeo de Estados Unidos y el de comandante supremo de la OTAN en Europa hasta que los investigadores del Pentágono revisen los correos que involucran a Allen y Kelley.
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Los periodistas de The Associated Press Kimberly Dozier, Pauline Jelinek, Lolita C. Baldor, Michael J. Sniffen y Pete Yost contribuyeron a este despacho.
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