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Trump: el retiro del acuerdo climático, lo mejor para EEUU

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El presidente Donald Trump anuncia el retiro de Estados Unidos del pacto climático de París, en conferencia de prensa desde la Casa Blanca, en Washington, el jueves 1 de junio de 2017. (AP Foto/Pablo Martínez Monsiváis)

Con su decisión de retirar a Estados Unidos del acuerdo climático de París, el presidente Donald Trump asestó un golpe brutal a los esfuerzos mundiales para combatir el calentamiento global y distanció al país de sus aliados más estrechos.

Trump alegó que su decisión es «una reafirmación de la soberanía estadounidense» y que fue «elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no los de París».

Dijo que Estados Unidos podría tratar de regresar al acuerdo bajo condiciones más favorables o iniciar «una transacción totalmente nueva», pero indicó que no era una de sus prioridades. «Si podemos, muy bien. Si no podemos, está bien», dijo.

Los científicos dicen que la Tierra probablemente alcanzará niveles más peligros de calentamiento como resultado de la decisión de Trump porque la contaminación genera contribuye enormemente a elevar las temperaturas. Los cálculos apuntan a que el retiro podría redundar en emisiones adicionales de 3.000 millones de toneladas anuales, suficiente para acelerar el derretimiento de las capas polares, la elevación del nivel del mar y provocar fenómenos climáticos extremos.

Al abandonar la principal campaña mundial contra el calentamiento global, Trump cumplió una de sus principales promesas de campaña después de varias semanas de generar suspenso sobre su decisión.

La Casa Blanca indicó que seguirá el proceso prolongado que indica el acuerdo. Eso significa que Estados Unidos permanecerá en el acuerdo, al menos formalmente, durante otros tres años y medio, lo que garantiza que el asunto seguirá planteado en la próxima campaña electoral presidencial.

Sin embargo, Trump declaró, enfatizando cada palabra: «A partir de hoy Estados Unidos dejará de aplicar el acuerdo no vinculante de París».

Está distanciándose de muchos de los aliados más firmes de Estados Unidos. Algunos de sus principales asesores, entre ellos su hija Ivanka Trump, se opusieron a la decisión.

Bajo el anterior presidente Barack Obama, Estados Unidos había acordado que para 2025 reduciría sus emisiones en un 25% con respecto a los niveles de 2005, pero los objetivos nacionales son voluntarios, lo que daba margen a los casi 200 firmantes del acuerdo a modificar sus compromisos.

Los gobernantes de Francia, Alemania e Italia «deploraron» la decisión de Trump y expresaron dudas sobre posibles cambios en el acuerdo.

«Consideramos que el impulso generado en París en diciembre de 2015 es irreversible y creemos firmemente que el Acuerdo de París no se puede renegociar, ya que es un instrumento vital para nuestro planeta, sociedades y economías», escribieron el presidente francés Emmanuel Macron, la canciller alemana Angela Merkel y el premier italiano Paolo Gentiloni.

Fuente: AP

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1 comentario

Angel Ferrer junio 6, 2017 - 10:30 pm

Angeael Bueno

El 30 de noviembre de 2015, el día en que se inauguraba la Cumbre del Clima en la que se firmaría el Acuerdo de París, el periódico El País ofrecía un titular enormemente revelador: “150 mandatarios ensayan la gobernanza mundial del clima”. Quédense con esas dos palabras: gobernanza mundial.

No se dejen engañar: el Acuerdo de París no perseguía acabar con ningún calentamiento global generado por el hombre, porque no es verdad que la Tierra se esté calentando por nuestra culpa. Lo que se perseguía con ese acuerdo eran dos cosas mucho más importantes: dinero y poder.

En primer lugar, y yendo de menos a más importante, todo el cuento anticientífico del calentamiento global mueve mucho dinero. Robar a la gente por la cara resulta difícil, porque a ninguno nos gusta que nos roben, pero métele miedo a la gente y estará encantada de darte su dinero para que les protejas de los peligros, sean estos reales o inventados. La figura del brujo de la tribu, que vive a costa de todos a cambio de protegerlos contra la ira de los dioses es tan vieja como la propia Humanidad. Para que se hagan Vds. una idea, solo en 2017, Obama introdujo partidas sobre el calentamiento global en los presupuestos de los Estados Unidos por valor de 13.800 millones de dólares. Dos BILLONES de pesetas dedicados en un solo año a subvenciones, chollos y burocracia, con la excusa del calentamiento global. Y eso es el chocolate del loro. Como cuenta hoy Diego de la Cruz en Libertad Digital , la Unión Europea gastará en los próximos años 600.000 millones de euros anuales al hilo del Acuerdo de París.

No es de extrañar que algunos reaccionen siempre de forma tan virulenta cuando alguien se atreve a señalar que lo del calentamiento global es una seudociencia: imagine que fuera Vd. uno de los que se forran con esa inmensidad de dinero público gastado con el rollo del calentamiento global. ¿No intentaría Vd. por todos los medios silenciar a cualquiera que se atreviese a denunciar la estafa?

Pero, con todo, la razón más importante para firmar el Acuerdo de París no era el dinero que se mueve de forma directa, sino eso a lo que hacía referencia con el titular de El País: el poder. El Acuerdo de París ha sido un ensayo general de eso que denominan eufemísticamente “gobernanza mundial”, y que no es otra cosa que la entrega del poder a una coalición difusa de políticos y grandes empresarios para tomar decisiones a nivel global sin el más mínimo control democrático. Con el Acuerdo de París, quienes mueven los hilos de la economía mundial han llevado a cabo un
ensayo general, tratando de ver hasta dónde es capaz la gente de renunciar a su propia libertad (y de entregar la capacidad de decisión a una oligarquía selecta) si se le mete el miedo suficiente en el cuerpo.

Es por eso que resulta tan buena noticia la decisión de Trump de dejar de respaldar el Acuerdo de París. Primero, porque eso significará que se podrá acabar con tantos chollos y liberar mucho dinero para dedicarlo a cosas productivas. Pero aún más importante es el hecho de que se frustran, de momento, los intentos de implantar esa “gobernanza mundial”, ajena a cualquier control democrático, con la que nos llevan amenazando ya unos cuantos años.

La única pena es que el dinero que algunos han trincado ya a cuenta del rollo del calentamiento global, no lo van a devolver nunca. Cuando recibió el Premio Nobel en 2007, Al Gore pronosticó solemnemente que el hielo ártico desaparecería en 2014. Por supuesto, no ha desaparecido, pero que le digan a Al Gore ahora que devuelva los millones que se ha embolsado a cuenta de ejercer de brujo de la tribu y realizar predicciones agoreras: las carcajadas se podrían oír desde Estocolmo.

Mis respetos hacia Trump. Es el primer mandatario que se ha atrevido a decir claramente que el emperador climático está desnudo. Ahora, todos los sastres del emperador le están poniendo a bajar de un burro. Es normal: cuando vives de fabricar trajes imaginarios y alguien te arruina el negocio, no te suele sentar muy bien

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