“La regla de oro de estos procesos de reconciliación, de cualquier proceso de reconciliación política que se ha vivido en los países que han tenido conflicto en los últimos años es que tiene que estar apoyada en tres puntos fundamentales, en tres patas, la primera es la justicia, la segunda es la reparación y la tercera es la verdad. No basta con que a una víctima o al familiar de una víctima le ofrezcan el castigo al agresor o que inclusive le den una reparación de carácter material. Lo que está comprobado es que mientras que la víctima o su familiar no sepan la verdad de lo que sucedió del acto victimizante, por qué fue agredida, en qué circunstancia, dónde están los desaparecidos, cuáles fueron sus últimos momentos o por qué una persona está viviendo una lesión permanente, mientras no se acompañen los procesos de justicia y reparación con procesos de verdad para saber lo que pasó, no se elabora el duelo por parte de la víctima o sus familiares y el proceso de reconciliación no puede ser completo si en verdad no hay reconciliación”.
Con respecto a la legalización de las drogas dijo: “La alternativa hoy día es entre prohibición o regulación. La política antidrogas está fracasando totalmente, países como Colombia como México hemos resistido el embate de los carteles del narcotráfico y aún hemos soportado la lucha contra las drogas porque tenemos reservas de carácter institucional económico importantes, pero someter a unos países que están en proceso de recuperación, que hasta ahora están saliendo delante de unos conflictos dolorosos, al embate de los carteles de la droga es prácticamente condenarlos a su desaparición. Por eso tiene toda la razón los países centroamericanos en levantar su voz para pedir una política distinta a la simple represión y el mundo comienza a darse cuenta que la propuesta de una figura de descriminalización que no es la legalización que supone hagan lo que quieran, consuman lo que quieran, produzcan lo que quieran. No es darle a las drogas el tratamiento del chocolate, sino el tratamiento del tabaco, es decir controles estatales, regulaciones, impuestos, etc., es una política mucho más sensata para manejar un problema que se nos salió de las manos”.
Sobre la visita del presidente Santos a Cuba: “El tema no es fácil. Hablando pragmáticamente, aquí como podemos hablar nosotros como latinos, es difícil electoralmente para el presidente Obama aparecer en una reunión con el presidente Castro. El que lo rodeen de una cuestión de principios es otro problema. Si se ponen de acuerdo y hay una salida amigable, pues finalmente conseguiremos que pueda venir el presidente Obama acá y que no sea desairado el presidente Castro, que es en el fondo de lo que se trata, que no haya perdedores y ganadores. Lamentablemente el gobierno de los Estados Unidos lo ha puesto en un punto tan intransigente que casi coloca a Cuba en una posición igualmente intransigente”.
“Yo tengo fe que con los buenos oficios del presidente Santos y con la capacidad diplomática de la canciller, pues ese pedir de boca que ella está hablando, pues signifique que vamos a encontrar una salida decorosa para todas las partes”.
