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Reconstruyendo Ladrillo por Ladrillo

por actualidad

Por: Esteban Balta

En Israel hay más de cien mil inmigrantes latinos. La mayoría de los inmigrantes vienen de Argentina desde la fundación de Israel. Desde la década de 1980, los inmigrantes eran principalmente de Colombia y Ecuador. Algunos han pasado todas sus vidas ahí, otros han inmigrado más recientemente. Sin embargo, ambos son parte de la comunidad israelí, y por resultado sufren con el país.

A dos meses del aniversario de la invasión de Hamas a Israel, dos de sus víctimas, inmigrantes latinos, nos cuentan la difícil experiencia que han vivido, y como si esto fuera poco, el tratar de reconstruir sus vidas tanto física como emocionalmente.

El siete de octubre del 2023, Israel fue víctima de un ataque terrorista por parte del grupo Hamas. Las Fuerzas Israelíes de Defensa (IDF) tardaron horas en responder, y como resultado casi mil doscientas personas fueron asesinadas por Hamas. Dicho grupo atacó a los Kibbutz (comunidades cerradas), el festival Nova, y a algunas bases militares.

Tzvi Alon hoy en día camina por el Kibbutz Be’eri, repasando los rastros de la tragedia. Casas por Be’eri siguen derrumbadas, madera y ladrillos decoran el piso. Agujeros de bala decoran las paredes de las casas. Las casas siguen manchadas con las quemaduras del pasado. Y donde vivían más de mil personas, ahora quedan menos de cien. Sonidos de construcción se escuchan por el vecindario como una señal de reconstruir, pero son silenciados por los sonidos de bombas al otro lado del borde donde sigue viva la guerra en Gaza, un recuerdo del comienzo.

Tzvi Alon, un inmigrante de Argentina que llegó a Israel a los 14 años, él cuenta la historia del Kibbutz Be’eri durante la invasión: “Decían, me están quemando la casa, vengan a ayudarme. Mi marido está herido, necesito ayuda… (Opinión de Alon) Tsunami de terror que hicieron acá”. Dijo Alon, explicando todos los mensajes que recibía por Whatsapp y su propia opinión mientras él y su familia estaban encerrados en el cuarto de refugio.

Trágicamente fue por Whatsapp donde se enteró del asesinato de su amigo Manny. “Él me dice, por qué a Manny lo asesinaron. Entonces para mí fue una bomba”. Alon explicó mientras mostraba su casa y el cuarto de refugio. Es más pequeño que un dormitorio que solo tiene una cerradura para protegerlos de la violencia de afuera. Por suerte los terroristas no entraron a su casa y él y su familia pudieron sobrevivir.

Alon y su familia estuvieron treinta horas en el refugio hasta que se enteraron que los terroristas habían llegado a otros Kibbutzim. Treinta horas donde solo hubo muerte y destrucción en Israel.

Pero Alon no es el único recordando su trauma. Alejandra López regresó a donde sucedió la invasión del festival Nova, donde ella escapó y sobrevivió a un ataque por los mismos que mataron a los vecinos de Alon. Ella vino con su pareja, su hijo, y Sol, su perrita de apoyo. El desierto donde se celebraba el festival ahora es un laberinto de caras, monumentos conmemorando a los asesinados y aún secuestrados. Se escuchan los llantos de la gente por los monumentos como un recuerdo de la tragedia.

López es una inmigrante colombiana que ha vivido en Israel durante diez años. El festival Nova se celebraba cada año, pero ahora será recordado como una horrible tragedia.

López contó cómo escapó de la muerte durante el festival. Había mucha confusión al principio del ataque, y la gente no entendía el peligro que corrían, explicó. “[Empecé] a ver algo muy inusual en el cielo. Realmente yo empecé a notar que había ciertas, no sé cómo explicar, pero era como movimientos extraños a lo cual yo asumí que era parte de la fiesta”, dijo López cuando describió la calma antes de la tormenta.

“Y de repente veo a una persona, a uno de mis amigos que estaba en la mitad de la carretera, completamente bañado en sangre, la cara, las manos, todo”. López describe en detalle esta escena como los primeros momentos de shock donde se da cuenta del peligro era inminente y estaba amenazada su vida.

López describió cómo la confusión de la gente creó más pánico. Ella estaba con tres de sus amigos intentando escapar en un carro cuando se enfrentaron con un tráfico imposible de escapar. Uno de ellos se fue a investigar, dejando a ella y sus dos amigas solas en el carro.

“Ya mi desesperación de no quedarme en el carro ya estaba saliendo, ya algo me decía vete, vete, vete, vete”, dijo López describiendo cómo ella y sus amigas salieron corriendo por sus vidas.

Después de volverse a encontrar con su amigo, el grupo se escondió en un hueco con un grupo de aproximadamente 100 personas, dijo López. “Empezaron a tirar granadas donde estábamos, nos paramos y empezamos a correr otra vez. No sé qué pasó con la gente que estaba ahí conmigo hasta el día de hoy, no sé”. El escape de López separó a su grupo hasta el punto que solo quedaban ella y una amiga, escuchando el terror alrededor.

“Básicamente eran ellos buscándonos, era como un juego para ellos… Escuchábamos cómo sacaban a las niñas de los huecos, cómo las estaban torturando y torturando a los chicos”, dijo López, sobre el horror que la estaba desesperando.

“Yo siento que no quiero morir, pero ya estoy cansada y no quiero que me encuentren. Así que yo le dije a mi amiga, abracémonos, que yo sé que en cualquier momento nos va a entrar una bala, pero nos entra a las dos”, dijo López, pero aunque se dio por vencida en ese momento, ella recuperó su fuerza y siguió luchando.

López eventualmente cuenta cómo un soldado con agua y recursos ayudó a recuperar sus esperanzas. Eventualmente López contó que pudo reunirse con sus otros amigos y su pareja donde finalmente pudo respirar.

Ambas historias recuentan un trauma que el estado de Israel todavía está recuperando mientras la guerra sigue.

López dijo: “Ese día ellos mataron una parte de mí, que hasta el día de hoy está ahí muerta”.

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