BEIRUT, Líbano (AP) — Las fuerzas insurgentes sirias se apoderaron el jueves de una base militar en el este del país que cuenta con pertrechos para artillería, con lo que fortalecieron su control en una provincia estratégica que es rica en petróleo, dijeron activistas.
Los rebeldes han estado haciendo avances recientemente en la provincia de Deir el-Zour, fronteriza con Irak. La captura de la base ocurrió luego que los insurgentes tomaron un aeropuerto militar en la misma zona la semana pasada.
Grupos de activistas y un combatiente local dijeron a The Associated Press que la base de Mayadín cayó por la mañana, después de un asedio de tres semanas. El combatiente pidió el anonimato por motivos de seguridad.
La base era considerada como el último bastión de las fuerzas del régimen en la provincia oriental, según la organización activista Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
En Damasco, dos obuses de mortero cayeron en el barrio lujoso de Mazzeh durante la hora punta matutina del jueves, hiriendo al menos a una persona, informó la televisión estatal siria.
El informe culpó del ataque a «terroristas», un término que el gobierno utiliza para referirse a los combatientes de la oposición.
La zona, en la que hay varias embajadas extranjeras, ha sido atacada varias veces en los últimos días. El martes, dos obuses de mortero dañaron el edificio del Ministerio de Información, causando daños materiales.
Un reportero de la AP en el lugar de las explosiones en Damasco dijo que uno de los proyectiles quemó un apartamento en el sexto piso de un edificio residencial, donde una mujer fue herida de gravedad. El segundo proyectil dañó el primer piso de un edificio al otro lado de la calle.
En Alepo, el centro del comercio y otros negocios en Siria, las tropas gubernamentales y los rebeldes están en un punto muerto del conflicto desde hace meses.
El miércoles por la noche, la aviación militar siria redujo a escombros una construcción al lado de un hospital, matando al menos a 15 personas y dañando una de las últimas fuentes de asistencia médica a los civiles en la localidad norteña, informaron activistas el jueves.
El hospital Dar al-Shifa, que fue una clínica privada de un empresario leal al presidente Bashar Assad, fue convertido en un hospital de campo dirigido por médicos, enfermeras y colaboradores, todos voluntarios y unidos por su oposición al régimen y por la necesidad de ofrecer atención médica a civiles y rebeldes.
El inmueble ha sido blanco en los últimos meses de seis impactos directos que afectaron principalmente a los pisos superiores.
Los aviones militares bombardearon el edificio adyacente al hospital el miércoles por la noche y lo convirtieron en una pila de escombros, mientras que el hospital —de siete niveles— fue afectado por metralla y restos de material de construcción, dijeron los activistas.
Rami Abdul-Rahman, director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos —con sede en Gran Bretaña— dijo que al menos 11 combatientes murieron en la operación aérea, así como un médico, una adolescente y dos niños que estaban en la calle.
Otro grupo de activistas, los Comités Locales de Coordinación, identificó al médico como Mohamad Qassem Agha. La organización dijo que 40 personas murieron en el ataque aéreo del miércoles en Alepo, aunque no mencionó cuántas personas fallecieron en el hospital.
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El periodista de The Associated Press Albert Aji en Damasco, Siria, contribuyó a este despacho.
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