Las personas que logran repatriarse recuperan algunos derechos en Cuba, pero se arriesgan a perder otros en Estados Unidos.
El cambio de las leyes migratorias en la isla a partir del 2013 ha permitido que las personas que salieron del país antes de esa fecha realicen los trámites de la repatriación con el objetivo de recuperar la residencia en la isla y los derechos que esto supone. Entre estos se cuentan la posibilidad de heredar o comprar una vivienda, invertir en un pequeño negocio, trabajar y recibir servicios de salud en Cuba.
Según los testimonios de las personas con planes de repatriación o ya repatriadas entrevistadas para estas notas, la mayoría no planea establecerse de manera definitiva en la isla. Aun así, quienes tengan estos planes, deben considerar la posibilidad de perder las ayudas y beneficios del retiro de Estados Unidos.
René, de 78 años, que quiere repatriarse a Guantánamo para vivir con sus hijos, perderá la ayuda del gobierno que recibe en Estados Unidos. Él espera vivir del dinero que le envíe su hija desde Miami o de los recursos con que cuenta su familia en la isla.
María Ortega, especialista en asuntos públicos de Social Security Administration, afirma que “la ayuda de ingreso suplementario (SSI) para mayores de 65 años nunca se paga fuera de Estados Unidos”.
La guía informativa del Social Security Administration Sus pagos mientras está fuera de los Estados Unidos indica que las regulaciones del Departamento del Tesoro prohíben pagar los beneficios de jubilación si la persona está en Cuba o Corea del Norte.
“Si usted es ciudadano estadounidense en Cuba o en Corea del Norte, puede obtener todos los pagos que retenemos una vez que vaya a un país donde podemos enviar pagos”, dice la guía.
“Generalmente, si usted no es ciudadano estadounidense, no puede recibir pagos por los meses que vivió en Cuba o Corea del Norte, incluso si va a otro país y cumple con todos los demás requisitos”, añade la guía.
La abogada Claudia Cañizares, de Cañizares Law Group en Miami, especializada en temas migratorios, confirma que las personas que no son ciudadanos estadounidenses y que reciben ayuda suplementaria o por incapacidad se arriesgan a perderla.
“Teniendo ciudadanía puede ir a vivir a cualquier parte, pero estando en Cuba no se puede recibir ni retiro ni ayuda”, dice la abogada. “Pero todo el que no tenga estatus de ciudadano puede estar afectado. Por ejemplo, si tiene un caso de disability abierto y está viviendo en Cuba, le quitan el caso y tiene que volver a hacer la solicitud”.
La abogada también considera que puede verse afectado el proceso de ciudadanía norteamericana para los residentes que confirmen en algún documento legal que viven fuera de Estados Unidos.
Ella recuerda además que si la persona quiere conservar su estatus de residente en EEUU no puede pasar más de seis meses fuera del país. Recomienda asimismo que la persona siga pagando impuestos en EEUU si quiere obtener la ciudadanía porque le pueden pedir el historial de los últimos cinco años.
Aquellos que obtuvieron la residencia como refugiados o asilados, en las categorías RE-6 o RE-7 y AS-6 o AS-7, sí corren un riesgo total al repatriarse.
“Al hacerlo están admitiendo que no tienen miedo de regresar a Cuba. Esas residencias son para refugiados o asilados, y sí pueden revocarlas, e incluso la ciudadanía [si se obtuvo por esta vía]”, alerta Cañizares.
Los ciudadanos norteamericanos no pierden la protección que les brinda este estatus en Cuba. Si tienen una emergencia médica o hay una crisis en el país, Estados Unidos protege a sus ciudadanos, confirma la abogada.
Por otra parte, “si comete un delito en Cuba y le hacen un proceso legal, Estados Unidos no interviene”, dice Cañizares.
Manuel, de 39 años, que inició el proceso de repatriación pero planea seguir residiendo en Miami, conoce casos de personas que han perdido la residencia de Estados Unidos porque han tenido que cumplir una condena en Cuba.
“Entras a Cuba bajo la ley cubana. Ellos van a hacer de ti lo que les da la gana”, advierte el joven.
Según la Constitución cubana, no se admite la doble ciudadanía.
“Nuestra legislación, al igual que la de otros países, se acoge al principio de derecho de la ciudadanía efectiva, que se encuentra asociado o fundamenta la decisión soberana de los Estados de no reconocer otra ciudadanía distinta a la suya. Ello no quiere decir que un ciudadano cubano no obtenga la de otro país, sino que la valedera aquí, es la nuestra. Eso explica por qué un ciudadano nacido en la Isla deberá portar el pasaporte cubano para viajar a su Patria”, dice La Gaceta Oficial de Cuba.
¿Qué gana Cuba con la repatriación?
Manuel afirma que el gobierno tiene un turista seguro una vez cada dos años en cada cubano que recupera su residencia en la isla a través de la repatriación. Según las leyes vigentes, para no perderla, no pueden permanecer fuera del país más de 24 meses.
“Cuba se asegura que regreses al país una vez cada dos años. Así que tiene un turista seguro”, dice, sugiriendo que el mayor porcentaje de turistas a la isla son los cubanoamericanos.
Emilio Morales, presidente y CEO de The Havana Consulting Group, una firma consultora con sede en Miami, opina que la repatriación es “una inyección de dinero a la sociedad cubana”.
Jorge Rodríguez, cubano residente en Tampa, Florida, dice que fue amenazado tras denunciar que a su padre le amputaron un pie y parte de la pierna en un hospital de Cuba por supuesta negligencia médica. Cortesía Jorge Rodríguez
“Los repatriados no son una carga, son solventes, y esa solvencia se refleja en la economía. Con una persona que se repatria, se benefician cuatro o cinco”, añade.
Morales considera que el gobierno cubano implantó la repatriación pensando fundamentalmente en el beneficio que podría obtener del retorno de los retirados. Las entradas que estos puedan recibir, en la isla se convierten en remesas.
“Las remesas son el principal ingreso que tiene Cuba, que el año pasado recibió $3,400 millones en efectivo”, apunta.
En el 2017 viajaron a Cuba 454,000 cubanoamericanos que llevaron $1,700 millones en mercancía, señala.
En su opinión, el mayor impacto de la repatriación es social, no económico. La ayuda familiar que ofrecen los repatriados permite que miles de cubanos no dependan del gobierno.
Límites a la inversión
El economista Elías Amor, radicado en España, considera que no existe ningún atractivo para la repatriación a Cuba por la ausencia de un estado de derecho y de garantías jurídicas plenas.
Aquellos que tienen planes de invertir encuentran un gran obstáculo: el gobierno cubano.
Las regulaciones a la inversión no permiten que los cubanos sean propietarios de un negocio, sino que cuenten con una licencia para operarlo.
“El Estado no le da personalidad jurídica a un negocio, aunque tenga 50 empleados. Los restaurantes no pueden tener más de 50 sillas, no pueden importar carnes”, ejemplifica Morales.
Amor alerta además sobre el peligro de llevar los ahorros a un país con “un sistema bancario inestable, que en cualquier momento puede quebrar”.
Jorge Rodríguez, cubano residente en Tampa, Florida, dice que fue amenazado tras denunciar que a su padre le amputaron un pie y parte de la pierna en un hospital de Cuba por supuesta negligencia médica. Cortesía Jorge Rodríguez
“Confiar el dinero a un gobierno que ya ha nacionalizado ahorros en varias ocasiones, tiene poco sentido”, señala.
A su vez indica que el sistema de salud y de protección social “de ínfima calidad” no está preparado para atender las necesidades de las personas mayores.
En cuanto a las personas en edad laboral, recuerda que las oportunidades de empleo consisten en trabajar para el Estado por un salario muy bajo, o establecer negocios en una categoría concreta de profesiones autorizadas.
“No hay posibilidades reales de ahorrar o invertir porque sólo se autoriza la compra de una vivienda además de la propia”, señala el economista.
Amor apunta hacia otro problema en la inversión en la vivienda en Cuba: las escrituras de propiedad.
“Toda vivienda sobre la que recae una escritura anterior a 1959 y cuyo ocupante no coincida con el que aparece en el documento notarial, presenta serias dudas sobre su titularidad, lo que presupone en un futuro democrático, compensaciones a quienes acrediten los derechos reales”, afirma.
Por su parte, Manuel indica las dificultades que representa el cambio obligado a Peso convertible cubano (CUC).
“El gobierno se queda con el dólar y te da CUC, que tiene valor solo dentro de la isla. La diferencia con la moneda de cualquier otro país es que estas se pueden cambiar en un banco. Pero te vas de Cuba y te quedan CUC y los puedes usar para jugar monopolio”, señala.
Repatriados y retornados
Carlos Díaz, residente en Miami, vio de cerca el proceso de repatriación de un compañero de trabajo que regresó a la isla a mediados del año pasado.
“Decía que aquí uno estaba enyugado. Se pasó los cinco años sin ir ni a un McDonald’s. Su objetivo siempre fue reunir algún dinero, volver a Pinar del Río, comprarse algunos animales, unas maquinarias y pasar así el resto de sus días”, dice sobre su compañero de trabajo, que llegó a Miami como parte del grupo de inmigrantes cubanos que atravesaron la ruta de Centroamérica.
Díaz considera que para muchos cubanos venir a Miami se ha convertido en un negocio, y que su meta es volver a Cuba con algunos recursos para invertir. Aun así, no quiere llamarlos inmigrantes económicos, y los distingue de otros latinoamericanos que emigran buscando mejores condiciones de vida.
“A ningún mexicano se le dijo: ‘Yo te quito todas las libertades, pero te prometo un futuro mejor’. La inmigración cubana siempre es política. El único objetivo de las promesas del castrismo fue mantener el poder”, dice.
Díaz cree que la repatriación “banaliza” el sacrificio que ha significado para muchos irse de Cuba. “Lo siento como un escupitajo en la tumba de mi abuela, que vino de Cuba en el año 1966 con dos hijos”, afirma.
Por otra parte, su experiencia como exiliado cubano en Chile, donde vivió desde 1995 hasta el 2008, le permitió presenciar el retorno de otros exiliados, los chilenos que se habían marchado por la dictadura militar de Pinochet.
“Ellos volvían cuando querían. No tenían que hacer trámites para volver a hacerse chilenos. Solo tenían que legalizar a los hijos nacidos en otro país”, cuenta.
A ellos se les llamó “retornados”, al igual que a los españoles que emigraron en la década del 1960 a países de Europa Central en busca de trabajo y oportunidades.
Al regresar a España, estos inmigrantes invirtieron sus ahorros en negocios como bares u hoteles, y a diferencia de la situación de los inversionistas en Cuba, sí se convertían en propietarios.
“Años después, con el boom turístico, algunos vendieron sus pequeños negocios a grupos internacionales como Starbucks o cadenas hoteleras”, señala Amor. “Llegaron a obtener grandes beneficios, que invertían en vivienda o suelo urbanizable. Con esa actuación ganaban más, lo que les permitía iniciar proyectos empresariales de mayor éxito. A los que les fue bien, les compensó la repatriación”.
Fuente: Sarah Moreno / elNuevoHerald.com