En una jornada marcada por la tensión en Medio Oriente, el periodista Ariel Shmidberg, desde el centro de Israel, compartió un crudo relato de lo vivido tras la reciente ofensiva de Irán. Shmidberg se encontraba en una de las ciudades que fue alcanzada por los misiles esa mañana, y su testimonio ofreció una perspectiva directa de la nueva realidad que enfrenta la población civil.
“Estos no son cohetes como los del pasado. Son misiles balísticos de más de 14 metros de largo —la altura de 3 plantas de un edificio— y cargan entre una y media tonelada de explosivos”, comenzó Shmidberg, describiendo la magnitud de la amenaza. Explicó que ahora, con misiles de mayor tamaño y velocidad, el escaso tiempo de alerta de entre noventa segundos y un máximo de siete minutos para correr a un refugio ya no es suficiente.
“Vivimos con la certeza de que en cualquier momento puede sonar una sirena, y no sabes si tienes diez segundos o ninguno”, relató. El periodista compartió un testimonio conmovedor sobre la adaptación de su propia familia: “Mi hijo menor tiene apenas un año. Lo levanto en brazos cada vez que suenan las sirenas de noche. Ya ni se despierta… lo llevo dormido al refugio. Se vuelve normalidad, pero parte el alma”.
Shmidberg describió su refugio como una pieza pequeña reforzada, con muros gruesos y una puerta especial que sella herméticamente la ventana, impidiendo el ingreso de aire exterior contaminado. Allí han llegado a pasar hasta cinco horas, preparados con las camas de los niños, dulces, agua y linternas por si se va la luz. “Tenemos que estar preparados”, afirmó antes de que la comunicación se interrumpiera, reflejando la urgencia del momento.
Aun así, Shmidberg destacó que Israel hace un “esfuerzo —sin precedentes— para evitar que civiles inocentes en Gaza sufran daños”. Sin embargo, criticó la estrategia de Hamás: “El problema es que Hamás ha construido sus centros de mando entre la gente y utiliza a su propia población como escudo humano”.