«Tengo algo muy importante para decirle: se lo acusa de crímenes muy graves. tiene el derecho de permanecer callado y si decide hablar, lo que diga puede y será usado en su contra», le dijo la jueza Kim Theresa Mollica.
Cruz, escuchaba la lectura del acta desde la prisión, vestido con un mono naranja y con esposas en pies y manos.
Con él estaban sus dos abogados y siete policías. Cruz apenas levantó la mirada en los 40 minutos que duró el episodio.
Más temprano ya se había difundido una imagen de cruz también esposado, pero esta vez llevaba una bata blanca, señal de que había pasado por la revisión médica policial.
Nikolas Cruz, el atacante que provocó la muerte de 17 personas en una escuela secundaria de Florida, era un adolescente amante de las armas que había sido expulsado del liceo por razones disciplinarias.
El miércoles, este joven se presentó a la hora de la salida del colegio que había frecuentado, la Marjory Stoneman Douglas High School de Parkland, con un fusil semi-automático AR-15 y gran cantidad de munición, disparando la alarma anti-incendios para atacar a los estudiantes cuando abandonaban el edificio. La policía del condado lo arrestó más tarde en la localidad cercana de Coral Springs.
Cruz era conocido en el liceo como un alumno con problemas, según varios testimonios recogidos por medios locales. «Tuvo problemas cuando amenazó a estudiantes el año pasado y pienso que le dijeron que debía abandonar el campus», declaró al cotidiano Miami Herald Jim Gard, profesor de matemáticas que lo tuvo en su clase.
Según Gard, la dirección del instituto había advertido que no se le debía permitir la entrada al recinto si portaba una mochila, a causa de sus amenazas.
«Era callado, la gente lo acosaba de vez en cuando y había rumores sobre él, como que estaba planificando un tiroteo en una escuela», contó por su parte el sobreviviente Manolo Álvarez, de 17 años. «Pero nadie lo creía. Pensábamos que eran sólo rumores hasta que, tristemente, sucedió», concluyó.
Fuente: Infobae.com