El director italiano de cine Bernardo Bertolucci ha muerto este lunes a los 77 años, según informan los medios italianos. El cineasta ha muerto en su casa de Roma, tras una larga enfermedad. Bertolucci, al que los medios italianos califican de “último gran maestro” del séptimo arte de ese país, es el autor de obras capitales como El último tango en París (1972), Novecento (1976) o El último emperador (1987), con la que ganó nueve premios Oscar, entre ellos el de mejor película y mejor dirección.
Bertolucci es uno de esos pocos cineastas que realizaban cine de autor con enormes presupuestos. En la cima de su fama, años 70 y 80, era el equivalente a Francis Ford Coppola en Europa, un autor megalómano que tenía suficiente público para centrarse en sus obsesiones: la lucha de clases, el inconsciente, el sexo y una cuidada estética.
Decía no creer en la gramática cinematográfica y que prefería soñar las secuencias que iba a rodar la noche anterior. Vinculaba su pasión a mover la cámara con una “relación sensual con los personajes”. Y su metáfora sobre rodar una película era la del barco pirata: imposible de adivinar su rumbo una vez que soplaba el viento.
Nacido en Parma en 1941, hijo del poeta Attilo Bertolucci y educado en una ambiente intelectual, sus pasos se dirigían hacia la literatura cuando en su camino se cruzó el director Pier Paolo Pasolini, quien le ofreció ser su ayudante en su primera película, Accatone. Sin formación cinematográficam, pronto firma su primera película, La commare secca (1962), a la que siguió la aclamada Antes de la revolución (1964).
Bertolucci se inscribe en el boom de jóvenes directores de los años 60, la época más radical de la historia del cine. Cinéfilo apasionado, llegó a afirmar que en su juventud hubiese “matado por un fotograma de Jean-Luc Godard”. Instalado en París, estuvo vinculado a Godard y a la Nouvelle Vague, si bien su obra no tardó en distanciarse de los postulados del movimiento francés. Tras colaborar en alguna película de episodios, su consagración llega con El conformista (1969), adaptación de la novela de Alberto Moravia sobre un fascista inseguro y siniestro interpretado por Jean-Louis Trintignant.
La película ganó el Oso de Oro en Berlín, tuvo una nominación al Oscar al mejor guion adaptado, y supuso su primera colaboración con el director de fotografía Vittorio Storaro, cuyo colorido trabajo marcaría la carrera de Bertolucci. En La estrategia de la araña (1970) se lanzó a una adaptación de un relato de Borges.
El escándalo de El último tango en París
En 1972, con El último tango en París, llegó la fama internacional. Bertolucci reclutó a un renacido Marlon Brando, que acababa de rodar El padrino, y una desconocida Maria Schneider para una historia de nihilismo y dominación que trascendió por el escándalo de sus escenas sexuales. Schneider, que tenía 19 años, declaró en 2007 que se sintió “humillada y casi violada”. En 2013, el propio Bertolucci reconoció haber engañado a la actriz, para que “sintiese humillada”, en la famosa secuencia de la mantequilla, que como el propio cineasta se quejaba en una entrevista para TVE, eclipsó a la propia película.
En el apogeo de su carrera, acomete la ambiciosa reconstrucción de la historia política de Italia, desde la lucha socialista al fascismo, en Novecento (1976), posiblemtente su obra maestra. Una superproducción distribuida en cine en dos partes, con un impresionante reparto: Robert De Niro, Gérard Depardieu, Donald Sutherland o Burt Lancaster. Sin embargo, su larga duración (más de cinco horas) y distintos montajes, tuvieron una fría acogida.
Bertolucci inicia así una etapa más modesta con La luna (1979), sobre una cantante de ópera que tiene una relación incestuosa con su hijo, y La historia de un hombre ridículo (1981), otra tragicomedia sobre nihilismo y capitalismo.
Poco interesado en los presupuestos de la industria italiana, Bertolucci ofrece al gobierno chino dos proyectos: una adaptación de La condición humana o un biopic sobre Pu Yi, el emperador de China derrocado por la revolución de 1911. El gobierno comunista acepta el segundo y el resultado es El último emperador, la primera producción internacional que pudo rodarse en la Ciudad Prohibida de Pekín.
Convertido en un tótem cinematográfico, continúa su camino de cierto exotismo y películas en inglés con El cielo protector (1990), adaptación del viajero Paul Bowles por Marruecos. Y tres años después estrena El pequeño Buda, la historia de un niño estadounidense en quien unos monjes budistas creen ver la reencarnación de uno de sus lamas.
En 2003 dirigió Soñadores, con la que revisa su juventud revolucionaria con una historia ambientada en mayo del 68. Tras el rodaje, se quedó postrado en silla de ruedas por un grave problema en la espalda. Su última película es de 2012, Tú y yo, otra enérgico regreso a la juventud. En 2007 recibió el León de Oro del festival de Venecia por su carrera, y en 2011 la Palma de Oro honoraria en el festival de Cannes.
Fuente: RTVE.com