El gobierno interino de Michel Temer anunció un «cambio de rumbo» para combatir «la peor crisis económica en la historia de Brasil», en su primer día al mando del gigante sudamericano.
«Con la ayuda de todos, quiero encarrilar este país en estos dos años y siete meses», dijo Temer el viernes en su primera entrevista tras asumir la jefatura de Estado.
«Quiero que al dejar la presidencia, me miren y por lo menos digan ‘este tipo ordenó el país'», dijo a la revista Época.
Las declaraciones de quien fue vice de Rousseff durante cinco años y medio y luego se convirtió en su archienemigo evidencian su deseo de permanecer en el poder hasta fines de 2018, cuando termina el mandato de la suspendida presidenta Dilma Rousseff. Pero para eso, la mandataria deberá ser destituida definitivamente del cargo.
Acusada de maquillaje de las cuentas públicas, el Senado decidió apartar a Rousseff del poder por un máximo de 180 días, mientras dure su juicio. Si es hallada culpable, Temer completará su mandato.
Relegada al Palacio de Alvorada, la residencia oficial, la primera presidenta de Brasil convocó el viernes a la prensa extranjera para denunciar el «gobierno ilegítimo» de Temer.
«Brasil tiene hoy un gobierno provisorio, interino y una presidenta electa por 54 millones. Hay un gobierno interino e ilegítimo desde el punto de vista de los votos. Lucharemos para volver», sostuvo.
Tras cuatro años seguidos de crecimiento débil, la mayor economía de América Latina se contrajo 3,8% en 2015, y todo indica que este año su retroceso será igual o peor.
Para 2017 expertos pronostican un crecimiento cero. La inflación se acerca a dos dígitos, el desempleo está en aumento y la deuda pública se aproxima a peligrosos niveles.
«Estamos viviendo la peor crisis económica en la historia de Brasil», afirmó el nuevo jefe de gabinete de Temer, Eliseu Padilha, en conferencia de prensa.
«El país está esperando acciones y un cambio de rumbo en la economía», dijo a periodistas el flamante ministro de Economía, Henrique Meirelles, un ortodoxo que fue bien recibido por los mercados tras meses de inestabilidad política y económica y sorprendentes giros de telenovela.
«Tenemos que controlar el crecimiento de los gastos» para frenar el aumento de la deuda pública, «comenzar a decir la verdad» y tener una meta de superávit fiscal «realista», enumeró Meirelles, que presidió el Banco Central de Brasil en los ocho años del gobierno de Lula.
Pero prometió que se mantendrán los programas sociales para los más pobres implementados por el izquierdista Partido de los Trabajadores de Luiz Inacio Lula da Silva y Rousseff tras su llegada al poder hace más de 13 años, que marcaron una era.
Fuente: AFP