Por Sachari Adanir
El 25 de abril de 2025, volví a Israel, invitada por segunda vez por Fuente Latina. Aunque ya había visitado Israel en 2019, esta segunda experiencia fue profundamente diferente. En mi primer viaje, pude conocer las soldados en bases militares, hablar con mujeres líderes del gobierno y explorar la vibrante cultura israelí incluyendo diseñadoras de moda y startups. Sin embargo, esta vez, más allá de los edificios históricos y las conversaciones diplomáticas, me encontré con las desgarradoras historias de personas cuyas vidas han sido destrozadas por la guerra.
Día 1: Llegada a Tel Aviv – La bienvenida a un país resiliente
El 26 de abril, aterrizamos en el aeropuerto de Ben Gurión y nos dirigimos al hotel Elkonin en el barrio histórico de Neve Tsedek, en Tel Aviv. Las calles empedradas y los edificios restaurados de esta zona, que alguna vez fue el corazón de la antigua Tel Aviv, parecían contar historias de resistencia y renacimiento, un reflejo perfecto del espíritu israelí. Espíritu que a pesar de lo que pudiéramos pensar a nivel internacional y desde lejos, se mantenía casi intacto y como si nada hubiera pasado. El dolor definitivamente iba por dentro y eso lo pude respirar desde la primera noche.
Día 2: Jerusalén – Caminando entre la fe y el conflicto
El 27 de abril, viajamos a Jerusalén, una ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos, pero también una de las más disputadas del mundo. Nuestra mañana comenzó con una reunión en el Ministerio de Asuntos Exteriores con Alex Gandler, portavoz adjunto del departamento de prensa. Aunque la reunión fue off the record, Gandler coincidió con lo que más tarde me diría Fleur.
Tras esta conversación, almorzamos con Fleur Hassan, a quien ya había conocido durante mi primer viaje a Israel en 2019, cuando ella era vicealcaldesa de la ciudad. En aquel entonces, Fleur me había mostrado una perspectiva única sobre los desafíos de gobernar una ciudad tan diversa y compleja. Esta vez, nuestra conversación fue diferente. Ya no era solo una charla política, sino un intercambio entre dos personas que han sido testigos de los extremos de la condición humana.

Fleur Hassan, ex vicealcaldesa de Jerusalén
En un momento de nuestra conversación, no pude evitar preguntarle: ”¿Qué fue lo que pasó? Me fui de Israel en 2019 sintiendo que era un lugar muy seguro.” La respuesta de Fleur fue directa y profunda: “El ego. Nos confiamos. Nunca pensamos que algo así pudiera suceder, y sucedió.” Sus palabras resonaron conmigo durante todo el viaje, lo mismo me dijo Gandler y gran parte de las personas con las que converse a nivel personal; un recordatorio de cómo incluso las naciones más fuertes pueden ser sorprendidas por su propia vulnerabilidad.
Mientras recorríamos la Ciudad Vieja, volví a sentir el peso de siglos de historia, conflicto y fe en cada paso. Pasar por el Monte del Templo y el Noble Santuario, sitios de inmensa importancia religiosa y política, me recordó cuán profundo es el dolor que ha marcado esta tierra durante generaciones. Y si, a diferencia de mi viaje anterior, la iglesia del Santo sepulcro donde Jesus resucito, estaba casi vacía y en esta ocasión pude entrar hasta su tumba vacía. Cosa que fue imposible durante mi primer viaje, el numero de turistas visitando en esa ocasion, era tumultuoso.
Día 3: Las ruinas de Nir Oz – Silencio, dolor y resistencia
El 28 de abril, nos dirigimos al sur, hacia el kibutz Nir Oz, uno de los más devastados durante el ataque del 7 de octubre de 2023. Mientras avanzábamos por los caminos polvorientos que llevan a esta pequeña comunidad, el silencio era casi insoportable. Al acercarnos, el aire se volvió más denso, cargado del peso de las vidas interrumpidas y de los sueños rotos.
Entrar en Nir Oz fue como adentrarse en el corazón del dolor. Las casas, que alguna vez fueron hogares llenos de vida y risas, ahora eran solo sombras de lo que fueron. Muchas estaban quemadas hasta los cimientos, las paredes ennegrecidas y partidas, como si el fuego hubiera devorado no solo ladrillos, sino también recuerdos. Los marcos de las ventanas, retorcidos por el calor, parecían manos alzadas en un grito silencioso de auxilio.
Los pisos, algunos aún manchados de sangre, cuentan historias que nadie quisiera escuchar. Al caminar dentro de las casas, sentí el frío de la desesperación, el miedo que se quedó impregnado en cada grieta. Los cuartos de los niños eran especialmente dolorosos de ver. Juguetes rotos cubrían el suelo: pequeños osos de peluche con las costuras abiertas, carritos volcados, muñecas con las extremidades faltantes, todas señales de una infancia interrumpida de golpe. Las diminutas prendas de ropa, algunas aún colgadas en perchas a medio caer, otras esparcidas por el suelo, estaban manchadas y rasgadas, como si incluso la inocencia hubiera sido atacada.
Las paredes, perforadas por balas, cuentan sin palabras el horror que se vivió en esos cuartos. Algunos muebles habían sido destrozados a golpes, las camas volcadas, las puertas arrancadas de sus marcos. El caos era absoluto, como si una tormenta de odio hubiera arrasado con cada rincón. En algunas de las casas, el olor a quemado aún se siente, mezclado con la humedad del abandono y la tristeza que se adhiere a cada pared.

Casa del Kibutz Nir Oz
Había habitaciones en las que simplemente no se podía entrar. Las puertas, bloqueadas por escombros o quemadas hasta ser irreconocibles, marcaban el límite de hasta dónde el corazón humano puede soportar. Mirar esos espacios me dejó sin aliento, recordándome que esos mismos muros alguna vez fueron testigos de risas, de canciones de cuna, de primeras palabras y de promesas de futuro que nunca se cumplirán.En medio de esta devastación, conocí a Silvia Cuño, una madre Argentina quien fue nuestra guia en el kibutz, mis ojos se saturaron de lagrimas tan solo de verla, habia leido sobre ella y no queria estar en sus zapatos. Su historia es tan desgarradora como la de la mayoria de los que vivieron el horror del terrorismo tan directo. La noche del 6 de octubre de 2023, su familia celebraba una cena de Shabat, rodeada de seres queridos; la habian pasado felices como de costumbre y al despedirse, no les paso por su mente que estaban a tan solo horas de la peor pesadilla de sus vidas, !todo parecia tan normal! A la mañana siguiente, luego de escuchar las alarmas, corrieron a los cuartos de proteccion, desafortunadamente esos cuartos protegen de los misiles y no se pueden asegurar por completo desde adentro asi que no fueron de mucha ayuda para la granbn mayoria. Los miembros de Hamas atacaron por tierra, venian drogados, fuertemente armados y enfocados en acabar con todo a su paso; vidas humanas, mascotas, pertenencias materiales que al final, es lo unico que se recupera. Los hijos de Silvia tenian sus propias casas dentro de Nir Oz con esposa e hijos, ocho de ellos habían sido secuestrados. Seis ya estan de vuelta pero sus hijos Ariel y David, aún permanecen en Gaza y se desconocen detalles sobre su paradero o condicion de salud. El sufrimiento de Silvia aun no termina pero su lucha tampoco, ella se mantiene activa pidiendo que no se olviden de sus hijos y exigiendo que se haga algo para que regresen a casa con vida. En medio del caos, la incertidumbre y el dolor de perder a sus hijos, Silvia también apoyaba a su esposo en su batalla contra el cáncer. Después de meses de lucha, su esposo finalmente logró superar la enfermedad, un pequeño rayo de esperanza en medio de tanta oscuridad.

Silvia Cuño – madre de Ariel y David

Ariel y David Cuño – secuestrados por Hamas. (foto de instagram @bring_ariel_home)
Al salir del kibutz, dejé atrás esas casas destrozadas, los gatitos hoy sin dueños que se pasean entre las casas que un dia tuvieron el sonido normal de un barrio donde los vecinos son colegas de trabajo y a la vez, una gran familia. No pude dejar atrás el dolor que vi en los ojos de Silvia, en los juguetes rotos, en las paredes marcadas y en los pasillos que alguna vez fueron hogar. Nir Oz me recordó que, aunque el odio puede destruir estructuras, nunca podrá borrar las memorias ni apagar del todo la esperanza de quienes siguen resistiendo por siglos.
Día 4: Voces de dolor y lucha por la liberación
El 29 de abril comenzó con una entrevista que personalmente pedí al equipo de Fuente Latina y que ellos amablemente facilitaron. Tuvimos la oportunidad de hablar con Alejandra López, una colombiana sobreviviente del festival Nova. Aunque Alejandra ha pasado por múltiples tratamientos psicológicos para tratar de superar su traumática experiencia, aún lleva el dolor reflejado en su rostro ya que su mejor amiga no corrio con su suerte y fue asesinada por Hamas. Escucharla fue desgarrador. Contó cómo, al ver las noticias en televisión, su esposo decidió salir a buscarla, sin dudarlo, en medio del caos. Mientras ella trataba de escapar, fue protegida por un soldado que también luchaba por sobrevivir.

Alejandra López, sobreviviente del festival Nova
Alejandra nos describió escenas que aún resuenan en mi mente: cuerpos violados, mutilados, jóvenes colgados de los árboles, e incluso atravesados por estacas de madera y colocados como trofeos. La crudeza de sus palabras me recordó la brutalidad sin límites que se desató ese día y que todos los que estuvimos al tanto de las noticias en tiempo real, escuchamos y hasta llegamos a ver en videos que se fueron filtrando en las redes sociales. El 28 de abril, cuando visité el lugar donde ocurrió el festival Nova, pude caminar entre las fotos de esos jóvenes que simplemente buscaban un momento de diversión, escuchando música, como cualquier persona en cualquier parte del mundo. Desafortunadamente, 378 nunca regresaron a casa, 344 civiles y 34 miembros de la fuerza de seguridad.
Más tarde, conocí a Rebecca González, tambien colombiana, esposa de Elkaná Bohbot, uno de los organizadores del Festival de Nova, quien tuvo la oportunidad de escapar a tiempo pero decidió quedarse a salvar vidas y termino secuestrado.

Rebecca González, esposa de Elkaná Bohbot secuestrado por Hamas (foto de @rebeccagonzalezbohbot)
Rebecca, con la voz firme pero los ojos llenos de dolor, narró cómo su esposo fue capturado en medio del caos, cuando la música se transformó en gritos y el suelo en un campo de batalla. Desde entonces, Rebecca ha visto a Elkaná solo a través de los videos de propaganda difundidos por Hamás, en los que se le ve suplicando por su libertad, con la mirada perdida y el rostro marcado por el terror aunque en el ultimo video mostrado hace pocos días, Elkana al parecer a dejado de comer y beber agua, ya no pide ni siquiera regresar a casa… el solo desea terminar con ese encierro de la manera que sea, aunque le cueste la vida.
Rebecca contó cómo cada segundo que pasa es una eternidad, cómo el silencio en su hogar se siente más pesado que nunca y cómo ya no tiene palabras para explicar a su pequeño hijo cuando le pregunta por papa. Cada video que aparece es un recordatorio doloroso de que su esposo sigue siendo un rehén en manos de aquellos que no conocen piedad. Ella, como muchas otras familias, se ha convertido en una activista incansable, exigiendo respuestas y demandando la liberación de su esposo. Nos habló de las largas noches sin dormir, del miedo constante y de la incertidumbre que consume su vida día tras día
Día 5: La fortaleza del espíritu humano
El 30 de abril, nos encontramos con el argentino Luis Har, en el kibutz Urim. Luis fue secuestrado en Octubre del 2023 junto a su novia Clara, y otros integrantes de la familia como la sobrina quien fue capturada junto a su perrita Bella y de quien no se despego. Las mujeres lograron ser liberadas a los 53 días gracias a un cese al fuego, la foto de la liberacion de Mia junto a Bella se dio a conocer en muchos periodicos a nivel mundial y se convirtio en una imagen emblematica. Luis y su cuñado permanecieron detenidos con la idea de ser canjeados por terroristas detenidos en Israel hasta que en una espectacular operación militar del ejercito israelí, fueron rescatados, cuatro meses mas tarde.
La conversación con Luis tuvo un tono menos doloroso, su relato, lleno de humor a pesar del horror, incluyó detalles conmovedores y otros chistosos. Incluso nos contó como Clara lo voluntario para que se encargara de la cocina. En una escena casi surrealista, cuando sus captores ordenaron a Clara que cocinara, asumiendo que por ser mujer esta tarea le correspondía, ella simplemente se volteó y dijo: “Si ustedes quieren comer, más vale que cocine Luis.” Y así, Luis terminó como el “chef” improvisado del grupo. Luis, es de las pocas historias con un final y un final relativamente feliz porque, el resto de las familias y personas que conoci, aun siguen despertando para cuestionarse, ?cuando volveran a casa?
Este viaje no solo me permitió entender el conflicto desde una perspectiva humana, sino que también me mostró la fuerza, el dolor y la esperanza de aquellos que viven en medio de él. Aunque las historias que escuché fueron de mucho dolor, también encontré ejemplos de valentía y resistencia que me inspiran a seguir contando estas historias, para que el mundo nunca olvide el impacto humano de esta lucha interminable.
Alguien en nuestro grupo le preguntó a Alejandra Lopez, si creía que esto tendría final algún día. Alejandra, quien antes de los ataques trabajo como voluntaria con los niños de la frontera, con la voz quebrada pero firme, respondió:
“Cuando las madres del otro lado empiecen a amar más a sus hijos que a la guerra, las cosas van a cambiar.”
Sus palabras son un recordatorio de que, al final, la esperanza de paz depende del amor y el valor de cada madre, en cada lado del conflicto.