“Yo no tengo nada en contra de que dejen a Mariela (Castro) entrar a los Estados Unidos, porque no le tengo miedo al debate y creo que ninguna persona sensata le tiene miedo a eso. Lo que si me molesta profundamente es no tener la oportunidad de debatir con Mariela Castro, ni yo ni ninguno de mis compatriotas que han sido víctimas de ese sistema”.
“Íbanos a ir un grupo de exiliados que residimos en la zona norte de Estados Unidos, íbamos a participar en la conferencia de Mariela Castro. Primeramente nos aseguramos de preguntar si había que reservar, nos aseguramos mediante la página web de la biblioteca pública de Nueva York que no hacía falta reservación porque ellos estaban diciendo el primero que llegue que tome asiento. Ellos dicen que solo tienen 135 puestos disponibles y aconsejan al público llegar lo más temprano posible para que puedan participar del evento”.
“Esto estuvo así hasta el jueves en la noche. El viernes a las 10 de la mañana aparecía en la página web de la biblioteca pública de Nueva York que hacían falta reservaciones y que básicamente no se molestaran en llamar porque todas las reservaciones habían sido dadas. Lo escandaloso aquí no es que Mariela Castro haga esto, que Mariela Castro huya del debate. Porque la pobre ha nacido en un sistema, ella es la princesa, digamos, ella no tiene que debatir con nadie en su país. Ella nació con autoridad, con la batuta en la mano como diríamos los cubanos. Lo terrible es que una institución, cuyo nombre lo dice institución pública, vive con el erario público, con nuestros impuestos, esa institución nos niega a nosotros la posibilidad de increpar a esta señora”.