La activista opositora venezolana María Corina Machado fue reconocida el viernes con el Premio Nobel de la Paz.
La excandidata presidencial fue elogiada por ser una “figura clave y unificadora en una oposición política que antes estaba profundamente dividida, una oposición que encontró un terreno común en la demanda de elecciones libres y un gobierno representativo”, afirmó Jørgen Watne Frydnes, presidente del comité noruego del Nobel.
“En el último año, la señora Machado se ha visto obligada a vivir en la clandestinidad. A pesar de las graves amenazas contra su vida, se ha quedado en el país, una decisión que ha inspirado a millones de personas. Cuando los autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad que se levantan y resisten”.
El gobierno de Nicolás Maduro persiguió de forma rutinaria a sus opositores, reales o percibidos, antes de las elecciones presidenciales del año pasado.
Machado iba a medirse a Maduro en las urnas, pero el gobierno la descalificó. Edmundo González, que nunca antes se había presentado a unas elecciones, ocupó su lugar. En el período previo a los comicios hubo una represión generalizada que incluyó descalificaciones, arrestos y violaciones de derechos humanos.
La represión de la disidencia solo aumentó después de que el Consejo Nacional Electoral del país, afín a Maduro, lo declaró vencedor a pesar de pruebas creíbles que apuntaban lo contrario
Los resultados electorales anunciados por el Consejo Electoral provocaron protestas en todo el país a las que el gobierno respondió con fuerza y terminaron con más de 20 fallecidos. También supusieron el fin de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y varios países extranjeros, incluida Argentina.
Machado pasó a la clandestinidad y no ha sido vista en público desde enero. Un tribunal venezolano emitió una orden de arresto contra González, quien huyó a España y recibió asilo.
El año pasado, Machado y González fueron galardonados con el máximo galardón de la Unión Europea en materia de derechos humanos, el Premio Sájarov.
Antes del anuncio se había especulado de forma insistente sobre la posibilidad de que el premio fuese concedido al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, alimentada en parte por el propio mandatario y amplificada por la aprobación esta semana de su plan para un alto el fuego en la Franja de Gaza.
Preguntado por la campaña de cabildeo en torno a Trump, Frydnes respondió: “Creo que este comité ha visto todo tipo de campañas y atención mediática. Recibimos miles y miles de cartas cada año de personas que quieren decirnos qué es lo que, para ellos, conduce a la paz”.
“Este comité se reúne en una sala llena de retratos de todos los laureados, y esa sala está llena tanto de coraje como de integridad. Así que basamos nuestra decisión únicamente en el trabajo y la voluntad de Alfred Nobel”, agregó.
El año pasado, el galardón recayó en Nihon Hidankyo, un movimiento de base de sobrevivientes japoneses de bombardeos atómicos que llevan décadas trabajando para mantener el tabú en torno al uso de armas nucleares.
El de la paz es el único de los Nobel que se otorga en Oslo, Noruega.
Cuatro de los otros premios ya han sido anunciados en la capital sueca, Estocolmo, esta semana: el de medicina, física, química y literatura. El Nobel de Economía se anunciará el lunes.