Desde Nueva York, la politóloga e investigadora Maibort Petit analizó las grietas de un proceso judicial que, para muchos, no logró convencer al jurado. Tras semanas de audiencias, el juicio contra Sean ‘Diddy’ Combs se desplomó en el cargo más grave: dirigir una organización criminal para el tráfico sexual.
Para la investigadora, la principal responsabilidad recae en la Fiscalía, que apostó por acusaciones difíciles de probar sin consolidar la evidencia contundente que exige la ley federal. Petit recordó que los fiscales emplearon la misma estrategia jurídica utilizada contra el rapero R. Kelly, quien hoy cumple una larga condena. Sin embargo, en este proceso la narrativa se desmoronó, ya que el jurado no vio pruebas suficientes de que existiera una estructura criminal organizada.
Además, la argumentación de la Fiscalía sobre el estilo de vida de los acusados —fiestas con dinámicas swinger— resultó insuficiente para sostener una acusación federal de tráfico sexual.
El caso recuerda a otros procesos como el de Jeffrey Epstein, donde los acuerdos extrajudiciales se convirtieron en armas para desacreditar a las víctimas. Esta vez, la presión mediática no logró cambiar un veredicto que, según algunos, refleja la dificultad de condenar a las grandes celebridades. El debate queda abierto: ¿Justicia desigual o una estrategia fiscal que terminó favoreciendo al acusado?