Juan Gabriel, el artista mexicano que falleció el domingo a las 66 años tras un infarto en su casa de Santa Mónica, California, padecía varios males de salud, especialmente en los dos últimos años.
En septiembre de 2015, Iván Gabriel, hijo del artista, había dicho que su padre se encontraba «diez veces mejor que nunca», en alusión a su delicado estado de salud de año y medio atrás, cuando fue hospitalizado por una neumonía que le obligó a la cancelación de recitales en 2014 en Las Vegas y otras ciudades. También se especulaba que sufría de diabetes y que tenía problemas cardíacos.
El doctor Elmer Huerta comentó que la expectativa de vida en México, país natal del extinto artista, es de 74 años en varones; según ello, el «Divo de Juárez» se adelantó 8 años a un fallecimiento promedio.
Según explicó el asesor médico, el deceso probablemente fue desencadenado por un infarto cardiaco masivo. «Una muerte súbita es cuando el corazón deja de latir, ya no hay circulación de sangre, el corazón deja de tener oxígeno y viene el paro eléctrico cardíaco, viene la muerte cerebral, el paro respiratorio minutos después, y la persona fallece».
Estos fallecimientos intempestivos están usualmente relacionados a las enfermedades coronarias, es decir, por fallas en la circulación del corazón o la obstrucción por un infarto cardíaco.
Huerta señaló que a Juan Gabriel no se le conocen numerosos detalles médicos, salvo un episodio de severa depresión el año 2014 y luego el 2015 se supo que el cantante necesitó de oxígeno durante uno de sus conciertos, aunque su prolífica carrera descarta una enfermedad pulmonar. «El único factor de riesgo más o menos conocido, es su peso un poco elevado».
Según sus conocidos Juan Gabriel no fumaba ni bebía, y era apegado a la medicina naturista, pero sus múltiples compromisos artísticos dificultaban sus cuidados. A esto se suma su gran sensibilidad humana que le movió a desarrollar una gran actividad filantrópica y que hacía que las cosas le afectaran mucho emocionalmente.
