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Líder alemán llega a Ucrania entre temores a invasión rusa

por actualidad

Más tropas de la OTAN se dirigieron a Europa Oriental y algunos países trabajaban para sacar a sus ciudadanos y diplomáticos de Ucrania, mientras el canciller de Alemania hacía un último intento de impedir una invasión rusa que, según algunos, podría llegar en cuestión de días.

El ministro británico de las Fuerzas Armadas, James Heappey, dijo el lunes que podría producirse un ataque ruso “sin aviso previo». Sus palabras seguían a una advertencia de las autoridades estadounidenses sobre que podría haber una invasión esta semana, lo que desencadenó un frenesí diplomático pero también medidas disuasorias.

El canciller de Alemania, Olaf Scholz, visitó Ucrania el lunes y tenía previsto dirigirse después a Moscú, donde intentará persuadir al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de dar marcha atrás.

Moscú niega tener planes en ese sentido, pero ha movilizado más de 130.000 tropas cerca de Ucrania y, en opinión de Estados Unidos, ha acumulado suficiente potencia de fuego como para lanzar un ataque rápido.

“Experimentamos una amenaza muy, muy grave a la paz en Europa”, tuiteó Scholz a su llegada a Kiev. “De Moscú, esperamos con urgencia señales de desescalada”.

Ante una creciente preocupación a una guerra inminente, el Ejército alemán dijo que los primeros de los 350 soldados adicionales que enviará para reforzar el contingente de la OTAN en Lituania habían salido el lunes. Seis piezas de artillería para obuses se cargaron a camiones para su transporte al flanco oriental de la alianza.

Por su parte, Lituania trasladó a familias de diplomáticos y algunos empleados diplomáticos no esenciales fuera de Ucrania. Estados Unidos ya está sacando a la mayoría de su personal de la embajada en Kiev. Y el Ministerio griego de Exteriores se sumó a otros países occidentales al instar a sus ciudadanos a dejar el país.

Las medidas se sumaban a otros preparativos para una posible guerra. Algunas aerolíneas cancelaron el domingo vuelos a la capital ucraniana y las tropas allí descargaron nuevos envíos de armas de miembros de la OTAN. Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países europeos dijeron a sus ciudadanos que abandonaran el país y Washington retiraba a la mayoría del personal de su embajada en Kiev.

La agencia ucraniana de seguridad de tráfico aéreo, Ukraerorukh, emitió un comunicado para declarar el espacio sobre el Mar Negro “zona de posible peligro” por las maniobras navales rusas y recomendó que los aviones evitaran sobrevolar la zona entre el 14 y el 19 de febrero.

Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han reiterado que Rusia pagará un alto precio por cualquier invasión, pero en ocasiones han tenido problemas para mostrar un frente unido. El gobierno de Scholz, en particular, ha sido criticado por negarse a proporcionar armas letales a Ucrania o detallar qué sanciones apoyaría contra Rusia, planteando dudas sobre la resolución de Berlín ante Moscú.

Eso hacía que las visitas del canciller esta semana se siguieran de cerca en busca de indicios de que se alejaba del mensaje de Washington y otros aliados de la OTAN.

Por ahora, esas advertencias parecían haber tenido poco efecto: Rusia no ha hecho más que movilizar más tropas y armas a la región y emprendido enormes maniobras en territorio de su aliada Bielorrusia, que también tiene frontera con Ucrania. Occidente teme que Moscú pueda emplear los ejercicios, que entraron en su fase decisiva la semana pasada y duran hasta el domingo, como cobertura para una invasión desde el norte.

Rusia ha rechazado las preocupaciones sobre los movimientos militares y reiterado que tiene derecho a posicionar tropas donde sea necesario dentro de su territorio. El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, acusó el lunes a Kiev de avivar las tensiones al reforzar sus tropas cerca de territorios controlados pro rebeldes con apoyo ruso en el este de Ucrania.

Moscú quiere garantías de Occidente de que la OTAN no permitirá que Ucrania y otros países exsoviéticos se sumen a la alianza y que el grupo detenga sus despliegue de armas en Ucrania y retire sus fuerzas de Europa Oriental. Estados Unidos y la OTAN han rechazado de plano esas demandas.

Algunos observadores esperan que Moscú acepte en algún momento un compromiso que ayude a evitar las hostilidades y permita a todos los bandos salvar las apariencias. Aunque la OTAN se niega a cerrar la puerta a Ucrania, la alianza tampoco tiene intenciones de incluir pronto al país ni a ningún otro país exsoviético. Algunos expertos han planteado ideas como una moratoria en la expansión de la OTAN o dar una designación neutral a Ucrania para desactivar las tensiones.

El embajador ucraniano ante Gran Bretaña, Vadym Prystaiko, pareció apuntar a ese término medio y dijo el domingo a la BBC que el país podría abandonar su objetivo de unirse a la OTAN -una meta incluida en su constitución- si eso evita una guerra con Rusia.

“Podríamos, especialmente si estamos amenazados así, chantajeados por eso, y nos vemos empujados a ello”, dijo Prystaio a la Radio 5 de BBC.

Sin embargo, el embajador pareció retractarse el lunes y dijo que “para evitar la guerra, estamos dispuestos a muchas concesiones (…) pero no tiene nada que ver con la OTAN, que está consignada en la constitución”.

Cuando se le preguntó por esos comentarios, el portavoz del Kremlin, Peskov, dijo que Rusia recibiría de buen grado ese gesto.

El presidente del parlamento ucraniano, Ruslan Stefachuk, recalcó que no se estaba hablando de revisar la cláusula constitucional sobre la OTAN, y algunos legisladores pidieron la destitución de Prystaiko.

Por su parte, el ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba, dijo el domingo que Kiev había pedido una reunión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa en un plazo de 48 horas para tratar los movimientos rusos cerca de sus fronteras.

Polonia, que ostenta la presidencia de turno de la OSCE, dijo que se había programado la reunión para el martes, pero era improbable que rebajara las tensiones.

La situación se complicó el sábado cuando el ministerio ruso de Defensa convocó al agregado militar de la embajada en Estados Unidos para protestar por lo que describió como la presencia de un submarino estadounidense en aguas rusas cerca de las Islas Kuril, en el Pacífico. El Ejército ruso dijo que el submarino ignoró en un principio las órdenes de que se marchara, pero lo hizo después de que la Marina empleara “medios apropiados”. Estados Unidos ha negado que su submarino entrase en aguas rusas.

La diplomacia de alto nivel también ha continuado, aunque con escaso resultado por el momento. En una llamada de una hora el sábado con Putin, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que invadir Ucrania causaría un “sufrimiento humano generalizado” y que Occidente estaba comprometido con poner fin a la crisis pero “igualmente preparado para otras situaciones”, dijo la Casa Blanca.

Biden también habló una hora el domingo con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, y acordaron mantener los esfuerzos disuasorios y diplomáticos para tratar de frenar una ofensiva rusa.

Como ha hecho antes, Zelenskyy intentó minimizar la idea de que el conflicto es inminente y señaló que Kiev y otras ciudades de Ucrania “están a salvo y bajo una protección fiable”.

Además, el resumen que hizo su oficina de la llamada también le citaba señalando que una visita rápida de Biden podría ayudar a desescalar la situación, apuntando a las esperanzas de Zelenskyy de que el mandatario estadounidense pudiera hacer el viaje. La Casa Blanca no mencionó esa posibilidad en su comentario sobre la conversación.

“Estoy convencido de que su llegada a Kiev en los próximos días, que son cruciales para estabilizar la situación, transmitiría un fuerte mensaje y contribuiría a la desescalada”, indicó Zelenskyy a Biden, según su oficina.

El gobierno de Biden ha hablado de forma cada vez más abierta sobre su preocupación de que Rusia pueda crear un falso pretexto para una invasión en los próximos días.

Rusia y Ucrania llevan inmersos en un agrio conflicto desde 2014, cuando el presidente ucraniano afín al Kremlin fue depuesto en un alzamiento popular. Moscú respondió anexionándose la Península de Crimea y después respaldando una insurgencia separatista en el este de Ucrania, donde los combates han dejado más de 14.000 muertos.

Un acuerdo de paz de 2015 mediado por Francia y Alemania ayudó a detener los combates de gran escala, pero las escaramuzas han continuado con regularidad y los esfuerzos por alcanzar un acuerdo político están estancados.

Fuente: AP

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