Luego de varios meses de silencio, el dirigente opositor venezolano Leopoldo López, en arresto domiciliario, dialogó con el periódico The New York Times sobre el futuro político de Venezuela y sus aprendizajes en la prisión militar.
En cuanto a las posibles salidas para Venezuela, analizó: «En 1958, hubo un golpe militar que comenzó la transición a la democracia. Y en otros países de América Latina hubo golpes de Estado que convocaron elecciones. Entonces no quiero descartar nada, porque la ventana electoral se ha cerrado».
Y agregó: «Necesitamos avanzar en muchos niveles distintos. Uno son las protestas callejeras; otro es la coordinación con la comunidad internacional. Así es como estoy pensando ahora: necesitamos aumentar todas las formas de presión. Cualquier cosa, cualquier cosa que deba suceder para convocar una elección libre y justa».
Cualquier cosa, cualquier cosa que deba suceder para convocar una elección libre y justa
Wil Hylton, el periodista que conversó con el líder político, comentó que el acercamiento comenzó «un sábado de octubre». Fue unos minutos después del mediodía cuando salió a caminar con sus hijos y un mensaje de López le llegó al teléfono. «La situación es muy delicada», escribió. «Es posible que esté a punto de volver a la cárcel», le dijo el líder de Voluntad Popular.
El comunicador cuenta que rápidamente regresó a su casa, abrió su computadora portátil y, luego de un minuto, apareció en la pantalla. «Cuando le pregunté qué estaba pasando, López respiró profundamente. Apoyó un codo sobre el escritorio y se tomó la cabeza con la mano», comenta Hylon.
La situación es muy delicada
«Anoche alrededor de las 19:30 vinieron a mi casa más de 30 oficiales de la policía política», dijo. «Tenían más de diez autos. Cerraron toda la calle. Y luego vinieron a mi casa».
López explicó que durante la operación detuvieron a su jefe de seguridad y, desde entonces, nadie ha tenido noticias de él. «No había absolutamente ninguna razón legal para que se lo llevaran y no han permitido que ningún abogado vaya a verlo», dijo. Luego miró hacia su escritorio y negó con la cabeza. «Así que esa es la situación», agregó en voz baja. «Y quería decirte que estoy dispuesto a seguir adelante con esto que estamos haciendo».
En la conversación durante ese día de octubre, López mencionó que los agentes que allanaron su casa solo le dieron una razón: creían que estaba hablando con un periodista y grabando un mensaje de video. Esto produjo un momento curioso porque el sistema de grabación, hacia el final de la entrevista, captó su negación. «No es verdad», le dijo a cualquiera que estuviera escuchando. «¡No he tenido contacto con ningún periodista!».
Todos los días creo que es el último día que tengo para estar con mis hijos
«¿Cómo te sientes?», le preguntó el periodista. «Es difícil después de lo que pasó. Todos los días creo que es el último día que tengo para estar con mis hijos», respondió.
Ante la consulta sobre si alguna vez pensó en escapar, contestó: «La mayoría de la gente me dice que debería. Pero creo que el compromiso con la causa significa que tengo que correr el riesgo».
López no se impresionó por el ascenso al poder de Hugo Chávez en 1998: «Desde el establecimiento de la república venezolana en 1830, en su mayor parte hemos tenido militares en el gobierno y eso ha creado una forma militarista de gobernar». Sobre si alguna vez reconsideró su opinión sobre Chávez, subrayó: «Solo un día. Cuando habló de microcréditos para los pobres».
En cuanto a sus recuerdos en prisión, López manifestó: «Tuve un momento de iluminación. Fue durante una noche en la que no podía dormir y me movía de un lado a otro de la cama pensando en el hijo de puta que era el director de la prisión. Estaba muy molesto y, al día siguiente, me desperté y dije: ‘¿Qué estoy haciendo? Este tipo me está quitando mi tranquilidad, mi sueño'».
Se dio cuenta de que la acumulación de su ira amenazaba con distorsionar toda su forma de pensar. Entonces comenzó a separar la indignación de su furia. Continuó desafiando las reglas arbitrarias de la prisión, escribiendo y mandando al exterior una serie de mensajes subversivos, pero cuando los guardias entraban en su celda para buscar los mensajes, gritando y destrozando sus cosas, intentaba mantener la calma.
«En el pasado, me confrontaba con las visiones diferentes. Ahora entiendo que todas son necesarias para salir de este desastre», resaltó.
No quiero descartar nada, porque la ventana electoral se ha cerrado. Necesitamos avanzar en muchos niveles distintos
Por último, se refirió al rol del arco opositor al chavismo: «Mucha gente de la oposición tiene resentimientos, y lo entiendo. Pero creo que nuestra responsabilidad es ir más allá del resentimiento personal. Cuatro años de prisión me han dado la posibilidad de ver las cosas de otra manera, de poner la rabia en perspectiva».
Fuente: Infobae.com