La región sureña rusa de Daguestán guardaba el lunes el primero de tres días de luto tras un ataque de milicianos islámicos que mataron a 19 personas, en su mayoría policías, y atacaron centros de culto en asaltos aparentemente coordinados en dos ciudades.
La violencia del domingo era un nuevo incidente que las autoridades atribuyeron a extremistas islámicos en la región de mayoría musulmana en el Cáucaso Norte, y el más letal en Rusia desde marzo, cuando hombres armados abrieron fuego en un concierto en un suburbio de Moscú y mataron a 145 personas.
El ataque de marzo fue reivindicado por una filial del grupo EI pero nadie ha reclamado la autoría del ataque del domingo en la capital regional de Daguestán, Majachkalá, y la cercana Derbent, ambas junto al mar Caspio.
El gobernador de Daguestán, Serguei Melokov, atribuyó los ataques a “células durmientes” comandadas desde el extranjero, pero no dio más detalles. En un comunicado en video, dijo que los milicianos pretendían “sembrar el pánico y el miedo” y trató de vincular el ataque con la operación militar rusa en Ucrania, aunque tampoco presentó pruebas.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, intentó atribuir el ataque de marzo a Ucrania de nuevo sin pruebas y pese a la reivindicación de autoría de la filial del grupo EI. Kiev ha rechazado de plano cualquier implicación.
El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que Putin había recibido informes sobre los ataques del domingo y los esfuerzos para ayudar a las víctimas.
El Comité Investigador, la principal agencia estatal de investigación penal del país, dijo que los cinco agresores habían muerto. Quince de los 19 muertos eran policías.
Entre los muertos estaba el reverendo Nikolai Kotelnikov, un sacerdote ortodoxo ruso de 66 años que estaba en la iglesia en Derbent. Los agresores le degollaron antes de prender fuego a la iglesia, según Shamil Khadulayev, subdirector de un organismo público de supervisión.
También se prendió a fuego la sinagoga de Kele-Numaz en Derbent.
Poco después de los ataques en Derbent, los milicianos dispararon contra un puesto policial en Majachkalá y atacaron una iglesia ortodoxa rusa y una sinagoga en la ciudad antes de ser perseguidos y abatidos por fuerzas especiales.
Según reportes en medios rusos, entre los agresores había dos hijos y un sobrino de Magomed Omarov, líder de la rama regional en Daguestán del principal partido del Kremlin, Rusia Unida. Omarov fue detenido por la policía para ser interrogado y Rusia Unida le expulsó con rapidez de sus filas.
A principios de la década de 2000, Daguestán registró ataques casi diarios contra la policía y otras autoridades que se atribuyeron a extremistas. Tras el auge del grupo Estado Islámico, muchos residentes de la región se unieron al grupo armado en Siria e Irak.
La violencia en Daguestán ha remitido en los últimos años, pero en un indicio de que los sentimientos extremistas siguen siendo altos en la región, una turba protagonizó disturbios en un aeropuerto en octubre contra un vuelo llegado de Israel. Más de 20 personas resultaron heridas —ninguna de ellas israelí— cuando cientos de hombres, algunos con carteles con lemas antisemitas, se abrieron paso a la pista de aterrizaje, persiguieron a los pasajeros y arrojaron piedras a la policía.
El suceso en el aeropuerto cuestionó el mensaje del Kremlin de que grupos étnicos y religiosos coexisten en armonía en Rusia.
Tras el ataque de marzo a una sala de conciertos en Moscú, la agencia de seguridad más importante de Rusia dijo que había desarticulado una “célula terrorista” en el sur de Rusia y detuvo a cuatro de sus miembros que habían proporcionado armas y efecto a los supuestos agresores de Moscú.
Fuente: AP