RALEIGH, Carolina del Norte, EE.UU. (AP) — Un juez de Carolina del Norte ordenó el martes que tres niños nacidos en Estados Unidos se reúnan con su padre mexicano, quien fue deportado, una medida encaminada a resolver un pleito legal de dos años que ha captado la atención internacional.
Funcionarios de servicios sociales en el condado rural de Alleghany habían buscado terminar los derechos paternos de Felipe Montes, quien cruzó la frontera sin autorización legal en 2003 para trabajar en granjas de árboles de Navidad cerca del poblado montañoso de Sparta. Montes se casó posteriormente con una ciudadana estadounidense y la pareja tuvo tres hijos.
Agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas arrestaron a Montes en 2010 después de que fue multado en varias ocasiones por manejar sin licencia, la cual tenía prohibido obtener bajo la ley de Carolina del Norte por carecer de un número de Seguro Social válido.
Montes fue deportado a México y los niños fueron colocados bajo la custodia del estado después de que trabajadores sociales determinaron que la madre, Marie Montes, era incapaz de atenderlos adecuadamente por sí misma. Marie Montes recibe pagos federales por discapacidad debido a enfermedad mental.
Los dos niños de mayor edad, ahora de 3 y 5 años, fueron enviados a vivir con una familia de custodia, mientras que el menor, quien apenas comienza a caminar, fue colocado con otra. Esas familias iniciaron entonces los trámites de adopción.
La determinación del juez de distrito Michael Duncan, la cual ocurrió después de una audiencia de una semana de duración en una corte estatal, podría allanar el camino para que los niños vivan con su padre en El Encino, una villa pequeña en el estado mexicano de Tamaulipas.
«Amo a mis hijos y haré lo que necesite hacer para estar con ellos», dijo el martes Montes, de 32 años, por teléfono desde Sparta. «Crecí sin mi madre y padre. No quise que mis hijos crecieran y enfrentaran lo mismo. No quise que dijeran algún día que no luché por ellos», agregó.
A Montes se le permitió regresar temporalmente a Estados Unidos en agosto por razones humanitarias para que pudiera asistir a la corte. El ha estado cursando clases de paternidad con la esperanza de recuperar la custodia completa de sus hijos.
Activistas a favor de una reforma de inmigración califican la condición difícil de Montes como un ejemplo de cómo los padres deportados son frecuentemente separados de manera permanente de sus hijos estadounidenses.
En un informe que emitió en 2011 el Centro de Investigación Aplicada, un grupo de expertos en justicia racial con sede en Nueva York, se indicó que 5.100 niños en 22 estados recibían asistencia alimenticia en otras casas después de que sus padres fueran detenidos o deportados. El gobierno federal no lleva las estadísticas nacionales sobre este tipo de separaciones.
Aunque las autoridades de inmigración afirman que no es su intención la separación de las familias, no existe una política uniforme que garantice que los padres que están en proceso de deportación puedan arreglar la atención de sus hijos.
La Primera Campaña Concentrada para Niños, un grupo defensor de los derechos de los menores con sede en Washington, utilizó este año el caso de Montes para apremiar dos nuevas leyes en California dirigidas a impedir las separaciones familiares a causa de las deportaciones.
La portavoz Yali Lincroft auguró que el fallo del martes en Carolina del Norte sentará un precedente jurídico al que prestarán atención otros tribunales.
«Afortunadamente, este caso concienciará del debido proceso al sistema de atención infantil, para que este tipo de situaciones no ocurran de nuevo», indicó Lincroft.
Las autoridades del condado de Allegany actuaron para anular los derechos del padre sobre los hijos después de que Montes buscara que le enviaran a sus vástagos a México, donde trabaja en una hacienda de nogales y comparte una casa con su tío, tía y tres sobrinos.
Las autoridades de servicios sociales en México dijeron en un estudio que la casa está construida con cemento, tiene refrigerador, televisión de satélite, un horno de microondas y bastante espacio para que jueguen los niños. Hay una escuela a unos minutos de distancia.
Sin embargo, las autoridades de Carolina del Norte se habían opuesto al envío de los tres niños a vivir a El Encino porque expresaron preocupación de que la vivienda carecía de agua potable.
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