Un juez federal bloqueó el miércoles un decreto del presidente Donald Trump que autorizaba a gobiernos estatales y locales rechazar a refugiados, y que había suscitado un fuerte debate en las comunidades sobre los límites de la hospitalidad de Estados Unidos.
El juez federal Peter Messitte, en Maryland, dijo en su fallo que la orden del presidente “contraviene la intención clara legislativa” de la Ley de Refugiados de 1980 al autorizar a gobiernos estatales y locales a oponerse a la reubicación de refugiados en sus jurisdicciones.
En esta su orden preliminar, Messitte dijo que el proceso debe continuar como ha permanecido durate casi 40 años y en el que las agencias de reubicación de refugiados deciden dónde podría prosperar una persona.
El Church World Service (Servicio Mundial de Iglesias), Lutheran Immigration and Refugee Service (Servicio Luterano de Inmigración y Refugio), y HIAS —una organización judía sin fines de lucro— interpusieron la demanda el 21 de noviembre en Greenbelt, Maryland. Estas organizaciones dijeron que trabajan estrechamente con autoridades estatales y locales antes de reubicar a refugiados en alguna zona.
Los grupos dijeron que el decreto era un intento por prohibir a los refugiados en cada estado.
Messitte coincidió con los demandantes. La orden de Trump “les concede poder de veto. Punto”, escribió el juez.
La orden de Trump, emitida en septiembre para entrar en vigor en junio, obligaba a las agencias a tener la aprobación por escrito de las autoridades estatales y locales antes de asentar a los refugiados en sus jurisdicciones. Trump señaló haber actuado por respeto a las comunidades que consideran que carecen de empleos y recursos suficientes para recibir a refugiados.
La Casa Blanca dijo en un comunicado que el fallo era “ridículo” y que el Congreso, de acuerdo con la Ley de Refugiados, concedió al presidente la autoridad sobre el proceso de reubicación de refugiados.
“Otra corte federal anárquica ha reafirmado su política preferida de inmigración y no las leyes de Estados Unidos y, al hacerlo, despojó a millones de ciudadanos estadounidense de su voz y opinión en un asunto vital que afecta directamente a sus comunidades”, según el comunicado.
La orden fue el intento más reciente del gobierno de Trump para incluir a los estados y ciudades en la política migratoria. La medida causó acalorados debates y manifestaciones en diversas localidades, desde Dakota del Norte hasta Tennessee, y puso a los gobernadores republicanos en una posición incómoda entre quienes tienen una postura radical y desean se cierre la puerta a los refugiados y algunos evangélicos cristianos que creen que ayudar a esas personas es una obligación moral. Otros afirman que los refugiados son fundamentales para ocupar puestos de trabajo y mantener a flote a las comunidades rurales.
Trump ha mencionado el decreto durante su campaña. En un acto político en octubre en Minneapolis, dijo que los líderes en Washington habían enviado “numerosos refugiados somalíes a su estado sin tomar en cuenta el impacto en las escuelas, las comunidades y los contribuyentes”.
El fallo fue emitido menos de una semana después de que Texas se convirtiera en el primer estado en anunciar que no aceptará más refugiados.
El gobernador Greg Abbott dijo en una carta difundida el 10 de enero que Texas, que recibió más refugiados que ningún otro estado durante el año fiscal 2018, “ fue dejado por el Congreso para enfrentar problemas desproporcionados resultantes de un sistema federal de inmigración defectuoso”. La oficina de Abbott no respondió de momento los mensajes que se le dejaron en busca de comentarios sobre el fallo del miércoles.
Los refugiados tienen el derecho a mudarse a cualquier parte en Estados Unidos después de su reubicación inicial, aunque por sus propios medios.
La titular del Servicio Luterano de Inmigración y Refugio, Krish O’Mara Vignarajah, dijo que la orden de Trump ya estaba causando “perjuicios irreparables a las familias de refugiados”. Las agencias fueron obligadas a dedicar tiempo y recursos para conseguir las autorizaciones escritas en lugar de concentrarse en acciones para ayudar a los refugiados a integrarse con clases de idioma y capacitación laboral.
Las agencias han conseguido la aprobación de 42 estados.
Mark Hetfield, jefe del HIAS, calculó que unos 1.800 refugiados serán reubicados este año en Texas, donde la mayoría ya cuentan con familiares, a menos de que el gobierno de Trump apele el fallo y gane. Los alcaldes de las principales ciudades del estado los han acogido.
Ali Al Sudani, oficial en jefe de programas de Interfaith Ministries for Greater Houston, dijo que el anuncio de Abbot preocupó a muchos refugiados. Un iraquí se comunicó con al Sudani para informarle que estaba en el proceso de que le autorizaran ir a Texas y le consultó si debía cambiar su solicitud hacia otro estado.
Al Sudani describió el fallo del miércoles como una “gran noticia”.
“Sin embargo, no queremos que aumente la polarización”, señaló. “Confío y deseo que todos vengan y vean que esto es lo correcto”.
El gobierno de Trump ha limitado la admisión de refugiados a 18.000 para el año fiscal en curso. Unos 30.000 refugiados fueron reubicados en Estados Unidos durante el pasado año fiscal; entre 150.000 y 200.000 que viven en el exterior continúan los trámites para su posible reubicación en Estados Unidos, según la abogada de los demandantes, Linda Evarts, del International Refugee Assistance Project.
Fuente: AP