El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, recibió este lunes en público su primera dosis de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por Pfizer y BioNTech.
A Biden le administraron la vacuna en el Hospital ChristianaCare en Newark, Delaware. Tabe Masa, enfermera especializada y jefa de servicios de salud para empleados en el hospital, vacunó al presidente electo, según el equipo de transición de Biden.
La vacunación de Biden ocurre una semana después de que se inyectaran las primeras dosis de la vacuna a trabajadores de la salud. Además, sucede días después de que la Administración de Medicinas y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) otorgara la autorización de uso de emergencia para una segunda vacuna contra el coronavirus. La primera dama entrante, Jill Biden, también recibió la vacuna este lunes, dijo el equipo de transición de Biden a los periodistas.
La esposa del Presidente Electo, la Dra. Jill Biden, también recibió la primera dosis de la vacuna de Pfizer en el Hospital Christiana de Newark, Delaware.
Biden dijo a los estadounidenses que “no hay nada de qué preocuparse” cuando se vacunen y que mientras tanto deben seguir usando máscaras y “escuchando a los expertos”. Además, reiteró la importancia de “mantener la distancia social”, y de cara a las Fiestas, pidió que la gente que “no tiene que viajar, que no lo haga”. Además, destacó la labor del personal sanitario, a quienes calificó de “héroes”.
Biden se ha comprometido a hacer de la lucha contra el coronavirus, que ha matado a más de 300.000 estadounidenses e infectado a más de 17 millones, su máxima prioridad cuando asuma el cargo el 20 de enero. A los 78 años, está en el grupo de alto riesgo para la enfermedad respiratoria.
La futura vicepresidenta, Kamala Harris, se vacunará la semana siguiente.
La presidenta del ala demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, también fue vacunada el viernes. “Hoy, con confianza en la ciencia (…), recibí la vacuna contra el covid-19”, escribió en Twitter la legisladora de 80 años.
El presidente republicano Donald Trump, muchas veces minimizó la gravedad de la pandemia. Según algunos expertos en salud, su gestión fue caótica y arrogante, ignorando en ocasiones los estudios científicos en materia de transmisión de enfermedades. Trump se infectó con el virus en el otoño y varios miembros de su círculo íntimo y el equipo de la Casa Blanca también se contagiaron. El presidente saliente, que ha hecho afirmaciones infundadas de fraude electoral generalizado, se ha centrado en tratar de revertir su derrota electoral en las últimas semanas, pese al repunte meteórico de las muertes diarias por COVID-19.
Después de que Estados Unidos autorizara una vacuna desarrollada por Pfizer Inc y el socio alemán BioNTech SE el 11 de diciembre, la distribución de una segunda vacuna, fabricada por Moderna Inc, comenzó el sábado.
Biden heredará los desafíos logísticos de distribuir la vacuna a cientos de millones de estadounidenses, así como la tarea de convencer a los ciudadanos que temen que su desarrollo se haya acelerado por razones políticas.
Solo el 61% de los encuestados en una encuesta de Reuters/Ipsos realizada entre el 2 y el 8 de diciembre dijeron que estaban dispuestos a vacunarse.
Ese porcentaje es inferior al 70% que según las autoridades es necesario para alcanzar la inmunidad de rebaño, ya sea por exposición o vacunación. Aproximadamente el 5% de los estadounidenses se han contagiado.
Los esfuerzos para limitar las consecuencias económicas de la pandemia sobre los estadounidenses recibieron un importante impulso el domingo, ya que los líderes del Congreso acordaron un paquete de 900.000 millones de dólares para proporcionar la primera ayuda nueva en meses. La iniciativa probablemente se vote el lunes.
(Con información de Reuters, CNN e Infobae)