“De verdad que es tremendamente triste comprobar una vez más el silencio cómplice del Vaticano frente a la muerte de este preso político, al cual dejaron morir de una manera brutal. Recuerda que un prisionero se declara en huelga de hambre pero no con la intención de morirse. Se declara en huelga de hambre con una actitud de llevarla hasta sus ‘ultimas consecuencias. El objetivo es demandar algo, protestar por las injusticias, pedir algo que se supone como ser humano debe recibir. Llamar la atención de las autoridades y de la opinión pública”.
“Hay un compromiso y una responsabilidad de las autoridades en preservar y guardar la vida de este prisionero. Si tú te declaras en huelga de hambre en tu casa solo, te mueres ahí, pero cuando un prisionero, cualquiera que sea su ideología, cualquiera que sea la causa por la cual está en la prisión hay una responsabilidad de las autoridades y esta responsabilidad es mantenerlo vivo. No es la primera vez que las autoridades impiden que un prisionero en huelga de hambre muera”.
“Podemos decir sin ningún tipo de duda que a este hombre lo dejaron morir, es decir, lo metieron en una celda y le cortaron el agua, lo mismo que hicieron con Pedro Luis Boitel”.
“No hay cosa más triste que la indiferencia, que el silencio de los que pensamos que deben ser nuestros aliados en esta lucha, porque esto es una lucha entre el bien y el mal, esto es una lucha entre el odio y el amor, esta es una lucha entre las fuerzas oscuras y las fuerzas de la luz y se supone que esa fuerza de la luz y esa fuerza del amor, está representada entre otras organizaciones, por una organización religiosa, por una iglesia universal que es la iglesia católica, sin embargo vemos con asombro, con tristeza, como hay otro silencio cómplice con relación a la muerte de Wilman Villar”.