En cuanto los vecinos del complejo residencial de Bahia Vista Gulf terminaron de limpiar tras el huracán Helene, se encontraron de nuevo con la misma enorme tarea por los nuevos daños provocados por el huracán Milton.
Las viviendas en primera línea de playa se habían reducido a la estructura, recibido tratamiento y secado tras el huracán Helene, y los montones de arena arrastrados desde la playa se habían retirado. Menos de dos semanas después, el huracán Milton arremetió y deshizo todos los avances.
“Tienen que empezar todo el proceso de nuevo, limpiar, sanear, traer equipamiento para secar, dejarlo todo seco y preparado para renovar”, se lamentó Bill O’Connell, miembro de la junta en el complejo en Venice, a una hora de carretera al sur de Tampa. El segundo huracán “volvió a meter toda la arena en nuestra propiedad”.
Algunos residentes veteranos de Florida se han acostumbrado al ciclo anual de tormentas, que puede destruir y trastocar vidas en un estado conocido principalmente por su clima agradable, el sol y las playas.
“Es el precio por vivir en el paraíso”, dijo O’Connell. “Si uno quiere vivir aquí con esta vista, hermosos atardeceres, poder salir en su bote, disfrutar de lo que ofrece Florida, uno tiene que estar dispuesto a aceptar que van a llegar estas tormentas”.
Aún se desconoce el alcance de la devastación dejada por las dos tormentas consecutivas, mientras parte del estado asimila el inusual golpe de dos huracanes tan próximos. Muchos residentes, algunos de los cuales regresaban a casa tras evacuar, pasaron buena parte del sábado buscando combustible, que escaseaba en el estado.
El presidente Joe Biden llegó el domingo a la Base de la Fuerza Aérea MacDill en Tampa para inspeccionar la devastación infligida en la costa del Golfo de Florida. Planeaba hacer un recorrido aéreo de los daños desde Tampa hasta St. Petersburg.
El huracán Milton mató al menos a 10 personas tras tocar tierra como tormenta de categoría 3 y golpear el centro de Florida, donde inundó islas barrera y provocó tornados letales. Las autoridades dijeron que la cifra de víctimas podría haber sido peor de no haber sido por las evacuaciones generalizadas. En total, más de mil personas fueron rescatadas tras el paso de la tormenta.
El desastre golpea dos veces
En la población pesquera de Cortez, una localidad de 4.100 habitantes al suroeste de Tampa, Catherine Praught dijo que ella y su esposo, Mark, sintieron “puro pánico” cuando el huracán Milton amenazó Cortez tan pronto después de Helene, y les obligó a dejar la limpieza y evacuar. Por suerte, su casa no sufrió daños en la segunda tormenta.
“Aquí es donde vivimos”, dijo Catherine Praught sobre su casa, situada a baja altitud y donde han vivido 36 años. Hubo que vaciar el inmueble, retirar tabiques y limpiarlo después de Helene. “Sólo tenemos esperanza de que la aseguradora nos ayude”.
Los habitantes de las modestas viviendas de una sola planta, construidas con madera y fachadas estucadas, trabajaban el sábado para retirar muebles rotos y ramas, amontonando los escombros en la calle como hicieron tras el huracán Helene.
La escena era similar en Steinhatchee, al oeste de Gainseville, donde había enormes montones de escombros.
Melissa Harden vive a menos de una cuadra de un restaurante y bar del vecindario que quedó reducido a escombros. Su casa está sobre postes de 4,9 metros (16 pies), pero aun así entraron 1,2 metros (4 pies) de agua. Cuando vio las previsiones de Milton, temía que Steinhatchee sufriera su tercer huracán en 14 meses.
“Personalmente, pensé, si viene ya estamos evacuados y nuestra casa está bastante estropeada”, dijo mientras amigos y familiares ayudaban con la limpieza, retirando piezas del baño y sacando tablas dañadas. “Por supuesto, ¡no la queríamos! ¡Más tormentas no!”.
Moody’s Analytics estimó el sábado que los costes económicos de la tormenta estarán entre los 50.000 y los 85.000 millones de dólares, lo que incluye hasta 70.000 millones de dólares en daños a la propiedad y una pérdida de producción económica de hasta 15.000 millones de dólares.
Falta de combustible generalizada
En St. Petersburg, decenas de personas hacían fila en una gasolinera sin combustible el sábado, confiando en que llegara pronto. Entre ellos estaban Daniel Thornton y su hija de 9 años, Magnolia, que llegaron a las 7 de la mañana y seguían esperando cuatro horas después.
“Me dijeron que les va a llegar combustible, pero no saben cuándo estará aquí”, dijo. “No tengo opción. Tengo que sentarme aquí todo el día con ella hasta que consiga combustible”.
El gobernador, Ron DeSantis, dijo a la prensa el sábado por la mañana que el estado había abierto tres centros de distribución de combustible y tenía previsto abrir varios más. Los residentes pueden recibir 37,8 litros (10 galones) cada uno, gratis, dijo.
“Obviamente conforme se restaure la electricidad (…) y abra el puerto de Tampa, verán llegar el combustible. Pero entre tanto, queremos darle a la gente otra opción”, dijo DeSantis.
Las autoridades reponían las gasolineras de la zona con las reservas de combustible del estado y proporcionaban generadores a las gasolineras que seguían sin energía, señaló.
Los ríos crecidos, uno de los riesgos que persisten
Mientras continúa la recuperación, DeSantis advirtió a la población que tuviera cuidado y mencionó riesgos de seguridad como tendidos eléctricos derribados y agua estancada. Unos 930.000 usuarios seguían sin electricidad en el estado el domingo por la mañana, según Poweroutage.us.
Los ríos “seguirán subiendo” durante varios días y provocarán inundaciones, especialmente en torno a Tampa Bay y hacia el norte, indicó el meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional, Paul Close. Esas zonas recibieron más lluvia, tras un verano húmedo con varios huracanes.
“No pueden hacer mucho más que esperar”, dijo Close sobre el caudal de los ríos. “Al menos no hay lluvia en el pronóstico, no una lluvia abundante. De modo que tenemos un descanso aquí de todo este tiempo húmedo”.
Fuente: RUSS BYNUM, BRENDAN FARRINGTON y TY O’NEIL Associated Press