Ricardo Bofill, ex preso político y fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, falleció en la madrugada del viernes en Miami, según confirmaron a el Nuevo Herald familiares y amigos.
La familia está aún a la espera de un dictamen sobre las causas de su muerte, dijo su viuda, Yolanda Miyares, pero Bofill, que tenía 76 años, sufría algunas secuelas de una operación de cadera.
Bofill fue uno de los opositores de Fidel Castro más conocidos internacionalmente. El Washington Post lo describió como “un héroe cubano”.
Bofill “dedicó toda su vida y sufrió años en la prisión cubana por defender los derechos humanos y documentar las violaciones de los derechos humanos en Cuba”, dijo John Suarez, director ejecutivo del Centro para una Cuba Libre. “El movimiento no violento a favor de la democracia que existe hoy en Cuba es su legado“.
En un homenaje que se le ofreciera en Miami en el 2015, el escritor Carlos Alberto Montaner destacó la importancia política de su labor en el CCPDH.
“A partir de la creación del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, en la remota década de los setenta, la batalla política, donde todo valía, se convirtió en una batalla por la dignidad de las personas”, dijo Montaner.
Ex profesor de filosofía en la Universidad de La Habana, Bofill fue encarcelado en varias oportunidades por el gobierno de Fidel Castro, la primera en 1968, cuando fue condenado a 12 años por el delito de distribuir “propaganda enemiga”. Fue liberado en 1975 y un año después fundó el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, desde el cual recopiló y diseminó en el extranjero información sobre las violaciones cometidas por el gobierno cubano.
En una entrevista en el 2006, Bofill relata que las vejaciones que él y otros opositores sufrieron en la cárcel lo llevaron a la creación del Comité.
Castro y otros miembros del gobierno “actuaron personalmente contra nosotros, aterrorizaron o trataron de aterrorizar a nuestros familiares,” declaró a la revista cubana Amanecer. “ A nosotros nos dieron golpes, nos hicieron horrores, todo género de torturas, esos miserables y de ahí surge la idea de defendernos ya organizadamente y de crear el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, un poco para darle una institucionalidad… a esos esfuerzos que se hacen desde dentro de la cárcel”.
Bofilll fue arrestado varias veces en la década de los ‘80 y fue recluido en el hospital psiquiátrico de Mazorra en La Habana. En 1983 recibió una condena de 18 años acusado de “asociación ilícita” y llevar a cabo actividades “contrarrevolucionarias”. Luego de ser liberado dos años después por problemas de salud, el activista pidió refugio en la embajada de Francia en La Habana.
Desde la embajada, Bofill envió una carta que fue publicada en el Nuevo Herald en septiembre de 1986, en la que explicaba cuáles eran los objetivos de su trabajo al frente del Comité.
“Nuestro programa de acción sigue basado en puntos como: la abolición de la pena de muerte en Cuba, la lucha a favor de la eliminación de los arrestos arbitrarios y masivos, el fin de las torturas y tratos denigrantes de los detenidos… la libertad de asociación y manifestación pacifica, la libertad de expresión… y libertad para que los cubanos puedan ejercer libremente su derecho a entrar o salir de su patria”, escribió Bofill.
“Eso es todo. No tenemos nada que ver con la CIA. No participamos en actos violentos. No tenemos otra arma que la palabra. Y la vamos a usar mientras nóos quede un soplo de vida”, añade la carta.
Finalmente, el gobierno de Castro lo obligó a salir del país sin retorno en 1988.
En una de sus estancias en el Combinado del Este, una cárcel en la Habana, conoció a Armando Valladares, otro ex preso político y opositor cubano que llegó a ser nombrado representante de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por el presidente Ronald Reagan.
“Cuando yo estaba en la Comisión, la información que él y su comité me hacían llegar fue muy importantes y formó parte de las denuncias presentadas por Estados Unidos ante la ONU,” comentó Valladares.
En Cuba, Bofill “desafió a Castro”, dijo Miyares. “Castro tenía tantos presos políticos y mi esposo se enfrentó a él por ese motivo.”
“Era una buena persona,” destacó su viuda. “En los 40 años que estuvimos casados, nunca lo oí hablar mal de nadie. Lo de él era su lucha contra Castro.”
Fuente: El Nuevo Herald