Federico Waltz, quien fuera uno de los asistentes más jóvenes del Papa Francisco y se convirtió en su amigo, compartió recuerdos íntimos sobre la figura de Jorge Mario Bergoglio, enfocándose en su humanidad constante más allá de la investidura papal.
«Nunca cambió», afirmó Waltz. «Seguía siendo el padre que conocíamos en Buenos Aires: sencillo, cálido y presente». Así describió la esencia que, según él, Francisco mantuvo a lo largo de los años.
Waltz relató un encuentro personal ocurrido hace apenas cuatro meses en el Vaticano, donde Francisco lo recibió junto a su esposa y sus cuatro hijos. Recordó con emoción el detalle del Papa: «A cada uno los esperó con una bolsa de caramelos y una pregunta especial». Subrayó que el Pontífice «no se olvidaba de nadie». En este contexto de recuerdo personal, Waltz expresó: «Para mí fue la pérdida de un padre».
Al reflexionar sobre su impacto, Waltz reconoció que seguramente «hay cuestiones que le podemos cuestionar como hombre y como Papa». No obstante, destacó lo que considera que Francisco deseaba como legado: «quería que se le recordara como el punta pie de aire fresco en la Iglesia». Mencionó ejemplos como «la inclusión de las mujeres, la participación de laicos en altos cargos», y dejó abierta la pregunta sobre «cómo todo ese legado será honrado y llevado adelante».