“A mi sobrino lo mandaron a una guerra suicida… sin agua, sin comida y sin entrenamiento”, con esa frase estremecedora, Lina Coronado, tía de Affeth Yesid Coronado, abrió una de las historias más trágicas sobre el reclutamiento de jóvenes latinoamericanos para la guerra entre Rusia y Ucrania.
El relato expone una trama de vulnerabilidad y promesas de dinero que jamás se cumplieron. Affeth Yesid, como muchos jóvenes sin oportunidades, cayó en las redes de ofertas laborales que prometían “25 millones mensuales, alojamiento, comida, todo cubierto”. Nada era verdad.
La tía confirmó que a Affeth lo enviaron al frente tres o cuatro días después de llegar, sin entrenamiento militar. El especialista en Rusia, Manolo González Moscote, lo explicó sin matices: “Esta guerra no es un conflicto convencional. Es una máquina de moler carne donde los reclutas son usados como desechables”.
Antes del combate final, Affeth habló con su madre e intentaron convencerlo de regresar, pero él ya lo sabía: “Mami, ya es demasiado tarde. Ya estoy acá”. Nunca le pagaron. Murió en un ataque con drones y hasta hoy su cuerpo no ha sido repatriado.