Horas antes de las elecciones se hizo referencia a las posibles encuestas infladas en una dirección y de la posibilidad de que un «cisne negro» llamado brexit se atravesara en la recta final de la campaña electoral española.
Dándole un orden prelatorio a los elementos que más influyeron al sorpresivo triunfo del Partido Popular (PP), sin duda hay que arrancar mencionando el correcto diagnóstico que hicieron los conservadores de Mariano Rajoy del escenario que tenían que tratar de montar.
Y en eso las encuestas jugaron un gran papel. Desde hace 45 días, todos los estudios demoscópicos de los medios cercanos y no tanto al gobierno, indicaban que la alianza entre Podemos y los comunistas de Izquierda Unida, no solo sumaba, sino que multiplicaba. Las mismas encuestas indicaban que Podemos y sus socios regionales superaban con holgura al PSOE, y entonces se puso de moda la palabra sorpasso, robada al diccionario político italiano, cuando se decía que el PCI sorpassaba a la Democracia Cristiana.
Esa inteligente jugada, fogoneada por Rajoy y su equipo, fue polarizando de tal manera la campaña que el voto útil que pedían los populares, para evitar a los populistas, escoró el voto al PP.
Mientras tanto, se celebraban infinidad de velatorios y de entierros del PSOE, que se le hacía imposible meterse en campaña. Toda la agenda quedó dominada por el PP y especialmente por Podemos. Este joven partido se sobrevaloró, empezó a mostrar su otro rostro y los actos se poblaron de banderas republicanas o comunistas. Consignas de la guerra civil y vivas a Salvador Allende cerraban todos sus mítines.
Pero faltaba un empujón de suerte que coronara la correcta lectura que hizo la centroderecha del tablero político español, y ese aire aleatorio llegó desde Inglaterra. La salida de los británicos de la Unión Europea (UE) introdujo tal psicosis en los sectores medios de España que la gente que tradicionalmente no va a votar, esta vez fue a votar al PP.
La mesa estaba servida y Rajoy preparó en la noche del domingo el mejor de los vinos blancos para brindar con euforia. Ese político que perdió dos elecciones generales, ganó en 2011 con mayoría absoluta, eludió la derrota por poco en diciembre pasado y ayer [domingo] consiguió 137 impensables escaños, ha hecho del «resistir es vencer» un estilo de vida.
Los números
El PP ganó 14 bancas con respecto a las fallidas elecciones de diciembre, hoy cuenta con 137 asientos en el congreso de los diputados. El PSOE, aguantó como un roble al sorppasso y aunque perdió 5 bancas está con vida.
Podemos, por estas horas es un descalabro. Su propio público le dio la espalda y se le esfumaron un millón doscientos mil votos. No suma ni pierde escaños, queda con 71, como en diciembre, pero con la moral por el piso. Estaban para asaltar los cielos y están debajo de la cama tratando de entender qué fue lo que sucedió.
Por último Ciudadanos -que por estas horas da señales de entendimiento con el PP- perdió 8 bancas, pero sus 32 diputados son fundamentales para que Rajoy forme gobierno.
La otra llave es el Partido Nacionalista Vasco que consiguió 5 escaños y que en su feudo perdió con Podemos, con lo cual es de suponer que podría apoyar a Rajoy, para que éste haga lo mismo con ellos en las elecciones autonómicas del próximo octubre.
En resumen, Rajoy cuenta con enormes chances de ser nominado nuevamente Presidente de Gobierno, no sólo porque la aritmética lo dice, sino también porque salió victorioso por mucho más de lo esperado y hasta algunos socialistas han dicho en horas tempranas que tiene que gobernar la lista con más apoyos.