«Me fui al ver que en mi país no había estado de derecho, acaté las normas hasta último momento», reconoció Marco Coello, de 20 años, en una entrevista que le concedió a la CNN.
«El 1º de septiembre, un día después de la audiencia, cuando supe que la sentencia ya estaba lista, decidí irme del país. Prefiero luchar por mi país desde afuera, donde sí puedo expresarme», reconoció el joven, quien aclaró que exiliarse a Miami fue la última decisión que le dejaron.
«Lo primero que más me marcó fueron las primeras 24 horas de mi aprehensión», comenzó a narrar Coello, quien al irse a los Estados Unidos fue separado de la causa que sentenció a Leopoldo López y otros tres estudiantes en una situación judicial paralela.
«Estaba en la marcha, me cae una bomba lacrimógena en el cuerpo y unos muchachos me ayudan, me echan agua en la cara. Al pararme y buscar una manera de salir, porque todas las calles estaban cerradas, se me paró una persona vestida de civil, me pone una pistola en la cabeza, y yo pensando que me quería robar, intento escaparme y cuando me di vuelta tenía 8 funcionarios encima con pistolas y uno con un extinguidor, que cuando llegó me pegó por la espalda con eso, y ahí medio como que me desmayo, y los 8 funcionarios estaban dándome golpes y golpes. Ninguno se identificó como policía«, contó en su crudo relato quien espera la respuesta de los Estados Unidos a su solicitud de asilo.
«Estaba resignado a que me mataran»
Tras su detención en la marcha del 14 de febrero de 2014, Coello fue llevado a una de las sedes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), donde sufrió toda clase de abusos: «La policía me arrodilló, me puso contra una pared esposado, durante más o menos unas 5 horas, donde cada funcionario que pasaba me apretaba las esposas con los pies y me pegaba la cabeza contra la pared».
Luego, quien vivía en Oritopo, El Hatillo, denunció: «Me ponen una declaración donde me dicen que la firme, que yo era responsable de todos los hechos que habían pasado, y que Leopoldo López me estaba dirigiendo. Me pusieron una pistola en la cabeza. Me dijeron ‘te vamos a matar’, ‘sabemos dónde vives’, me dijeron el nombre de mi papá, de mi mamá, de mi hermana y mis hermanos, y que iban a arremeter contra ellos si no firmaba».
«Estuve incomunicado sin ver la luz del día», narró Coello
A pesar de la situación, Coello, quien fue acusado por los «delitos de incendio, daños, agavillamiento e instigación pública», reconoció: «Yo les dije que no la iba a firmar, porque no puedo culpar a alguien de algo que no ha hecho y no voy a admitir algo que yo no he hecho«.
«En un momento dije que me iban a matar, porque la persona que me estaba apuntando cargó la pistola y salió una mano por detrás que le saca la pistola y le dice: ‘No lo mates aquí que acá hay cámaras; si quieres, lo llevas afuera y lo matas’. Ahí baje la cabeza y me resigné», narró el hijo de Doris, quien actuó como letrada defensora en el juicio que llevó adelante la magistrada Susana Barreiros.

«Me llevaron a un cuarto oscuro, entraron funcionarios, me envolvieron en una colchoneta y empezaron a pegarme batazos y, con palos de golf, me echaron gasolina y me dijeron que me iban a prender fuego. Me dieron unos choques eléctricos y después me dejaron incomunicado durante 3 días», contó en su crudo relato el adolescente que se encontraba cursando el quinto año de bachillerato.
«Todavía me afecta mucho y tengo secuelas, pesadillas de las torturas y los golpes»
Al hablar sobre el dirigente de Voluntad Popular, el joven reconoció que Leopoldo López «quería un bien para el país y que de cierto modo estaba haciendo algo que no iba en contra de la ley».
Mientras que de los otros estudiantes detenidos fue claro: «Desconfiaba de todo mundo, hasta de ellos, porque no sabía quiénes eran».
«Prefiero ser un ciudadano venezolano que tenga el poder de luchar por su país desde afuera, donde sí tiene derecho a expresarse que en un país donde ni siquiera podía hablar, y menos si iba a estar preso», finalizó.