MARACAY, Venezuela (AP) — En un modesto y pequeño estadio de béisbol de la ciudad central de Maracay, donde la arena del infield está casi petrificada y en los jardines la grama da paso a la maleza, unos 200 niños tejen con alegría el sueño de jugar en las Grandes Ligas como Miguel Cabrera, uno de los nueve venezolanos que brillan en la Serie Mundial con los Tigres de Detroit y Gigantes de San Francisco.
Cotidianamente, muchos de esos niños juegan bajo condiciones extremas entre las que se incluyen temperaturas que rondan los 40 grados centígrados. Algunos se forjan desde los tres años bajo la mirada atenta de entrenadores como José Torres, el tío de Cabrera, tercera base de los Tigres que acaba de convertirse en el primer bateador que gana la Triple Corona desde 1967.
Aquí en el estadio David Torres, ubicado en la barriada obrera de La Pedrera en Maracay, al oeste de Caracas, «comenzó Miguelito a los cuatro años. Aquí mucha gente viene a ver donde se hizo ese fenómeno del béisbol», dijo orgulloso Torres, quien dirige una escuela de béisbol por la que han desfilado decenas de sus familiares, todos ellos apasionados seguidores del béisbol. Incluso la madre de Cabrera, Gregoria, jugó 12 años en la selección nacional de sóftbol.
«El primer acercamiento de los niños con el béisbol. Es así que quieren ser como sus jugadores favoritos», comentó Torres, de 66 años, quien jugó con los locales Tigres de Aragua y en las menores con los Reales de Kansas City.
Luis Sojo, que ganó cuatro Series Mundiales con los Yanquis, comparte la opinión de muchos expertos que sostienen que el despegue del béisbol venezolano comenzó a gestarse en la década de 1990, cuando los Astros de Houston establecieron campos de entrenamiento en Venezuela, trabajando directamente con jugadores a nivel infantil y juvenil para alimentar su organización.
Una docena de organizaciones de Grandes Ligas instalaron luego academias en el país. Eso permitió que el desarrollo y la captación de talento criollo fuese mayor y de allí, en buena medida, se llegó a elevar el numero de jugadores. Eso ayudó además para que otras organizaciones se interesaran en buscar talento en el país, aún sin tener academias, según los expertos.
«De esas primeras academias salieron jugadores como (Johan) Santana y Bob Abreu», explicó Sojo. También fue importante la creación de la liga paralela, que va a la par del campeonato local. «Gracias a ese esfuerzo hoy vemos sus frutos», agregó Sojo, manager del equipo venezolano para el Clásico Mundial de Béisbol de 2013.
Ese éxito se evidencia con la presencia sin precedentes de nueve venezolanos en un Clásico de Otoño. Además de Cabrera, el contingente venezolano incluye a Avisaíl García, Omar Infante y Aníbal Sánchez con Detroit, mientras que Pablo Sandoval, Gregor Blanco, José Mijares, Héctor Sánchez y Marco Scutaro de San Francisco.
Esta gesta corona un año histórico para los venezolanos en Grandes Ligas: 95 peloteros del país comenzaron la temporada en rosters oficiales, la segunda mayor cifra para jugadores nacidos fuera de Estados Unidos después de los dominicanos; Cabrera obtuvo la Triple Corona y es favorito para recibir el galardón al Jugador Más Valioso de la Liga Americana; siete venezolanos estuvieron en el Juego de Estrellas, una cifra sin precedentes; y Félix Hernández lanzó un juego perfecto y Johan Santana uno sin hits.
Cabrera es un ejemplo del desarrollo de los peloteros desde la cuna. En 1999, el corpulento toletero se erigió como el prospecto criollo más caro en la historia de las mayores al firmar con los Marlins de Florida por 1,8 millones de dólares.
Josman Robles, coach de bateo en la academia de béisbol de los Tigres de Detroit en Venezuela, afirma que «si un pelotero da sus primeros pasos en una academia en su país, cerca de su familia, sin someterse a un choque cultural a muy temprana edad, sus posibilidades de éxito son mayores».
Robles expresó preocupación porque ahora sólo quedan cuatro academias en territorio venezolano, y razonó que algunas se han ido por el auge en la delincuencia en el país —con una de las tasas de homicidios más altas del mundo, 50 por cada 100.000 habitantes en 2011— y por el alto costo debido a la inflación y los controles de divisas.
Dejar atrás la pobreza es el máximo aliciente para los jóvenes venezolanos. Otro factor de motivación es contar con un selecto altar de figuras que durante más de 70 años han puesto a volar la imaginación de muchos niños, que sueñan con lograr el estrellato.
Un ejemplo de ello es la atracción por el campo donde dio sus primeros pasos Cabrera.
«Este se ha convertido en un lugar que atrae a mucha gente. Los niños sueñan con jugar en las Grandes Ligas y sus padres quieren sembrar a sus hijos en este campo y esperan que esa semillita se convierta en un nuevo Miguel Cabrera», comentó Torres, quien tomó las riendas de la escuela que fundó su fallecido hermano David, primer mentor de Cabrera en el béisbol.
Al hablar sobre las condiciones de los campos del béisbol infantil y juvenil en Venezuela, muchos de ellos plagados de huecos, Torres destacó que esas deficiencias han servido para desarrollar en los jugadores locales una serie de habilidades defensivas que asombran en la gran carpa como lo hicieron los campocortos Omar Vizquel y Luis Aparicio, el único venezolano exaltado al Salón de la Fama, que se distinguieron por sus excelsos guantes.
«El que agarra rollings (roletas) en los campos de Venezuela, agarra cualquier cosa en esa tacitas de plata que son los estadios en Estados Unidos», indicó Torres.
«Tenemos el aval de Miguelito que quiere que el estadio se arregle y desde Estados Unidos está empujando con la gente aquí. Ya han venido los ingenieros para ver si este año o empezando el otro terminan de arreglar el terreno que es lo que más deseamos», añadió.
Torres destacó que cuando los jugadores adolescentes «pasan a manos de la gente de Grandes Ligas, todavía necesitan pulirse bastante en los fundamentos del béisbol; pero van con una madurez mental, una disciplina y deseos de triunfar, mejor que ninguno», añadió
Venezuela cuenta con un amplio y bien organizado sistema de ligas infantiles y juveniles que atrae año a año a decenas de cazatalentos en busca de futuras estrellas como Pablo Sandoval, quien recién con los Gigantes sacudió tres jonrones en turnos consecutivos para erigirse en el cuarto hombre en la historia que dispara tal cantidad en un mismo juego de una Serie Mundial.
A diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, en Venezuela el béisbol y no el fútbol es el deporte número uno.
La red de más de 12.000 equipos –aglutinados en la Federación de Béisbol, las Pequeñas Ligas y La Corporación de Criollitos de Venezuela, que suman más de 130.000 deportistas con edades que oscilan entre los 3 y 19 años– «es obra de entrenadores, de las mamás, los papás, abuelas… que unidos por el amor al béisbol, colaboramos con dinero y dedicamos mucho tiempo, sin cobrar nada, para hacer de esto algo grande», dijo Dilia Barrios, quien acompaña a su nieto José Andrés Torrealba, de cuatro años, a sus prácticas en Maracay.
En ese sentido, el ingeniero Henry Mendoza, miembro de la Asociación de Béisbol del Estado Aragua, destacó que «99% de las escuelas de béisbol subsisten por los aportes de los padres».
«La mayoría de los entrenadores, aunque no lo crean, hacen su trabajo por vocación», resaltó Mendoza. «Son pocas las escuelas que pueden ayudar al entrenador con alguna cantidad», agregó.
«La autogestión es el factor número uno», coincidió Orlando Becerra, presidente de Criollitos de Venezuela, que tiene 9.000 equipos afiliados.
En Venezuela el béisbol no es un simple entretenimiento. Sin importar la condición social, los distintos niveles educativos o preferencias políticas, la disciplina convoca a las familias a los estadios.
Ese ambiente familiar es posible en parte porque a diferencias de otras rivalidades deportivas en el mundo, los choques entre los aficionados suelen estar cargados de chistes y buen humor, en un ambiente festivo.
Muchos jugadores de Grandes Ligas no dudan en jugar por salarios abismalmente inferiores en el país para disfrutar de esa emoción. Ese es el caso de Sandoval, quien en la temporada 2009-10 hizo malabares para estar presente en el séptimo y decisivo partido de la final entre Navegantes y Leones de Caracas.
La travesía de casi 20 horas desde San Francisco incluyó varios vuelos, esperas en aeropuertos y un viaje en helicóptero de Caracas a la vecina ciudad de Valencia. Al final de la tarde tomó una práctica y alineó por la noche como bateador designado por los Navegantes. A la postre bateó de 4-1, pero no pudo cumplir su meta de evitar que sus eternos rivales ganaran el título.
El béisbol llegó a este país a finales del siglo 19 de la mano de venezolanos que estudiaron en Estados Unidos y con el inicio de las explotaciones petroleras a principios del siglo 20, numerosas empresas y ciudadanos estadounidenses trajeron consigo la disciplina. El desempeño de los venezolanos –desde que Alejandro Carrasquel se convirtió en el primero en jugar en las mayores, con los Senadores de Washington en 1939– ha sido notable a lo largo de la historia y son un estimulo permanente entre los niños que se incorporaran al béisbol.
Entre los jugadores más influyentes, de los 287 que habían vestido un uniforme de Grandes Ligas hasta la temporada pasada, ha sido David Concepción, otrora estelar campocorto de los Rojos de Cincinnati, donde compartió con otros astros que se alzaron como campeón de la Serie Mundial de 1975 y 1976.
Cada generación de niños ha tenido sus propios ídolos, «el mío fue Andrés Galarraga», dijo Janio Díaz, un albañil de 30 años. Galarraga, convocado en cinco ocasiones al Juego de Estrellas y dos veces ganador del Guante de Oro en sus 19 años de carrera, se distinguió además por su labor caritativa y por su lucha personal contra el cáncer.
Cuando se creía que Galarraga no volvería a la pelota después de que tuvo que operarse de un cáncer en 1999, al año siguiente regresó a los Bravos de Atlanta y tuvo una campaña productiva, con 28 bambinazos y 100 remolques.
«Todos ellos son ejemplo de superación, eso es lo que me gustaría… (que) mis niños aprendan y aprecien», sentenció Díaz.
Copyright 2012 The Associated Press.