En esta segunda parte de nuestro especial, el detective de investigaciones de alto riesgo Fernando Álvarez reveló la cara más perturbadora del internet oscuro: la explotación sexual y el tráfico de personas.
Según Álvarez, en estos espacios digitales, a los que solo se puede acceder con claves especiales, se comercian “drogas, órganos, armas, dinero falso, mercancía robada y, sobre todo, personas”.
El detective aseguró que los principales consumidores de estos delitos están en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia, pero que las tragedias recaen en países del tercer mundo. En Latinoamérica, un traficante sexual en la Dark Web puede ofrecer a un niño por tan solo 200 o 300 dólares.
Álvarez explicó que la lucha es “desesperadamente lenta”, ya que un particular puede cerrar un negocio en la Dark Web en diez días, mientras que para un gobierno detenerlo puede tardar más de un año.